La música ocupa un rol fundamental en cuanto al desarrollo madurativo en los niños. Ciertas investigaciones han hallado una relación significativa entre la música y las posibilidades que el contacto con la misma ofrece en áreas tales como: comprensión de textos, lectura, pronunciación, matemáticas, destrezas auditivas y habilidades mentales básicas (verbales, perceptuales, espaciales y motoras).
El hecho de asociar melodías familiares con datos y vivencias del presente puede ser de gran ayuda a la hora de estimular a las pequeñas mentes. Por lo mismo, producir música en vivo dentro del marco de una sesión o instancia terapéutica facilita la interacción generando la estimulación necesaria para el desarrollo de importantes aspectos como: la comunicación, la expresividad, la socialización, las relaciones armónicas entre pares y la autoestima. Y es que es a través de la música, que los niños logran autorregular aspectos de su emocionalidad a la vez que desarrollan la libertad expresiva y la creatividad.
La musicoterapia viene a responder a eso y es una disciplina del área de la salud en donde es utilizada con fines terapéuticos, por un Musicoterapeuta con formación universitaria, con el fin de abordar necesidades físicas, emocionales, cognitivas y sociales en el individuo. Además ciertas técnicas que propone pueden ser implementadas por educadores especiales o profesionales de otras disciplinas del área de la salud como también los padres, asesorados correctamente pueden implementar en el hogar actividades musicales que estimulen a sus niños.
Y es que diversos trabajos de campo demuestran que la musicoterapia acerca oportunidades a aquellos niños que padecen múltiples impedimentos para la aprehensión de conocimientos en áreas cognitivas, sociales, emocionales y físicas. También co-ayuda en el abordaje de déficits en los procesos de aprendizaje facilitando el desarrollo de recursos y capacidades para un mejor desenvolvimiento y una mejor calidad de vida.
El hecho de incorporar herramientas sonoro-musicales en ámbitos pedagógicos, ofrece un plus de diversión y entretenimiento que predispone a abordar los contenidos pedagógicos con mayor plasticidad y tolerancia. Cada actividad con sus respectivos objetivos puede ser aplicada tanto de manera individual como grupal, según la profundidad del caso lo demande.
La música y especialmente las canciones, pueden estimular aspectos importantes del área emocional como lo son las expresiones y gesticulaciones faciales, la gestualidad corporal y enriquecer aspectos suprasegmentales del lenguaje como la prosodia, el ritmo, la entonación, el timbre, etc. El reforzamiento visual como valor agregado al repertorio de canciones permite y facilita el hecho de corresponder determinadas emociones con códigos y claves sociales necesarias para la interacción y la socialización.
En cuanto a lo motriz y corporal la musicoterapia puede ser utilizada para promover: distintas calidades de movimiento, imitación motriz, seguimiento de consignas directivas para el logro de objetivos y destrezas corporales, motricidad gruesa y fina, mantener a los niños entretenidos y activos entre lección y lección, permitiendo instancias lúdicas que enriquezcan y estimulen el proceso de aprendizaje en contenidos curriculares.
En el aspecto conductual la música contribuye a disminuir o suavizar conductas inapropiadas, ciertas canciones promueven el seguimiento de directivas y consignas que permiten a los niños mantenerse atentos e incentivados. Aquellas actividades musicales y especialmente las que incluyen movimiento y uso de instrumentos musicales u otros elementos, pueden facilitar el reemplazo de conductas auto eróticas y autísticas por otras tendientes a la interacción con los pares y a la socialización.
Ciertas estrategias pueden servir de guía a la hora de ofrecer, dentro del aula, instancias para el desarrollo de la creatividad y la libre expresión:
– Uso de tecnología novedosa y accesible
– Canciones populares que incentiven la pertenencia cultural
– Juegos que incluyan: música, imágenes, gesticulación y movimiento
– Permitir que los alumnos lideren y conduzcan actividades
– Promover la oportunidad de elegir y decidir, fomentando la autoestima.