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La ansiedad aumenta diez veces el riesgo de adicción a las drogas y triplica el alcoholismo Salud www.freepik.es

La ansiedad aumenta diez veces el riesgo de adicción a las drogas y triplica el alcoholismo

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La ansiedad no solo afecta la salud mental: multiplica por diez el riesgo de adicción a las drogas y triplica la dependencia al alcohol. Expertos advierten sobre su impacto, los síntomas más comunes y la importancia de pedir ayuda profesional para prevenir daños mayores.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
La ansiedad se ha convertido en un factor clave en el aumento de adicciones en Chile y el mundo, elevando hasta diez veces el riesgo de caer en el consumo de drogas y triplicando el de alcohol. Especialistas del Centro Walnut explican cómo esta emoción puede activar mecanismos compulsivos de alivio inmediato, convirtiéndose en un círculo vicioso que deteriora la salud emocional, física y social. Reconocer las señales de advertencia y buscar ayuda profesional a tiempo es esencial para romper este ciclo y reconstruir hábitos saludables.
Desarrollado por El Mostrador

Las personas con ansiedad tienen tres veces más probabilidad de generar dependencia del alcohol y casi diez veces de caer en la adicción a las drogas, de acuerdo a cifras de informes internacionales. Así lo expone, por ejemplo, un estudio del National Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions (NESARC) de Estados Unidos, que evidencia una relación de “riesgo compartido” con una “notable tasa de concurrencia” entre trastornos de ansiedad y consumo de sustancias.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud y su guía internacional de clasificación de enfermedades, los trastornos de ansiedad se caracterizan por miedo y preocupación excesivos y por alteraciones del comportamiento. “Los síntomas son suficientemente graves como para causar un deterioro significativo en las áreas personales, sociales, ocupacionales u otras áreas importantes del funcionamiento”

Desde Walnut –un centro especializado en el abordaje de la ansiedad y las adicciones, ubicado en Colina– advierten que la ansiedad no es solo uno de los trastornos de salud mental más prevalentes en Chile. Al mismo tiempo es, también, un predictor para la dependencia de sustancias como el alcohol o las drogas, e incluso de hábitos como la ludopatía o el consumo de pornografía.

Roxana Vega, directora terapéutica del Centro Walnut, afirma que la ansiedad impulsa a las personas a buscar alivio inmediato, lo que puede llevar a comportamientos adictivos que funcionan como “mecanismos de escape” o de “anestesia emocional”. “Las adicciones ayudan a las personas a evitar enfrentar el dolor o la ansiedad subyacente, pero a costa de su bienestar a largo plazo. Reconocer la necesidad de apoyo y buscar ayuda profesional es un paso crucial en el proceso de recuperación de las adicciones y el manejo de la salud mental”.

Una definición de la Sociedad Americana de Psiquiatría expone que la ansiedad es una anticipación “a una amenaza futura”. Aunque se trata de una emoción normal, su desarrollo patológico implica la aparición de miedo o ansiedad excesivos, acompañados de conductas de evitación y síntomas que afectan el funcionamiento cotidiano. El Ministerio de Salud de nuestro país advierte que al ser “desproporcionada o prolongarse en el tiempo” puede perjudicar la normalidad de nuestra vida cotidiana.

La situación en Chile

Según la décima ronda del Termómetro de la Salud Mental Achs-UC (noviembre de 2024), el 23,6% de la población chilena presentó síntomas moderados o severos de ansiedad. El reporte establece que estos problemas afectan al 32,1% de las mujeres, en contraste con el 15,7% de los hombres, evidenciando una prevalencia significativamente mayor en el sexo femenino. Del total de sujetos que reportaron síntomas, el 57,1% manifestó haber tenido la necesidad de consultar a un profesional de salud mental en el último año.

La especialista del Centro Walnut (entidad que promueve una cultura del “buen trato” en el abordaje terapéutico) afirma que este cuadro puede ser un factor desencadenante a las adicciones, operando no solo como “una emoción incómoda”, sino como un fenómeno cerebral que puede abrir la puerta a conductas adictivas. Y es que el cerebro, al enfrentar estrés y malestar, busca alivio inmediato mediante sustancias o conductas compulsivas, generando un ciclo de dependencia. La relación entre ansiedad y adicción trabaja como un “círculo virtuoso” que se retroalimenta e influye decisivamente en nuestra rutina.

“Cuando el cuerpo entra en este estado de alerta, por ejemplo, debido al estrés crónico, nuestro cerebro comienza a asociar ciertas sustancias o comportamientos con una sensación de alivio. Así, lo que en un principio parece una forma de calmarse se transforma rápidamente en una dependencia. La adicción, desde este punto de vista, es una respuesta aprendida del sistema nervioso que busca mitigar el malestar interno”.

En su análisis, el ritmo vertiginoso de la vida actual —sumado a una cultura que privilegia la productividad por sobre el bienestar— ha generado un terreno fértil para la ansiedad. Las personas viven desconectadas de sí mismas, con baja autoestima y heridas emocionales no resueltas, especialmente de la infancia. Y esa falta de raíces internas sólidas hace que la mente busque escapes inmediatos frente a cualquier sensación de vacío o malestar.

Ahí es donde las adicciones, ya sea al alcohol, al juego, a la comida o incluso al trabajo, se instalan como estrategias de evasión. Durante la pandemia, los trastornos relacionados con la ansiedad en Chile aumentaron en todos los grupos de edad, con una variación del 48,6% en el grupo de 10 a 19 años y del 49,2% en el grupo de 20 a 64 años.

¿Reprogramar el cerebro?

Otro organismo público en Chile que da cuenta de la relación “ansiedad-adicciones” es Senda, que aborda en su Plan de Acción 2024–2030 de la Estrategia Nacional de Drogas la importancia de la salud mental como un componente fundamental en la prevención y tratamiento del consumo problemático de sustancias. En este contexto, reconoce que los trastornos de ansiedad pueden ser tanto “una causa como una consecuencia” del consumo problemático de sustancias.

¿Cómo se gatilla este problema? Las elecciones diarias y los hábitos que adoptamos pueden moldear nuestro cerebro, facilitando la aparición de conductas adictivas como mecanismos de respuesta frente a la ansiedad, advierten desde el Centro Walnut. Por eso, abordar las adicciones a tiempo es esencial para prevenir daños mayores y facilitar la recuperación, especialmente cuando están relacionadas con trastornos de salud mental.

Su directora terapéutica Roxana Vega subraya que cuando esta condición empieza a dominar la vida cotidiana y nos empuja a buscar escapes constantes —como el abuso de sustancias, comida o pantallas—, es momento de pedir ayuda. “La ansiedad funciona como una chispa: enciende el circuito de la adicción y mantiene vivo el fuego de la dependencia. Reconocer los hábitos autodestructivos y entender su raíz emocional es clave para iniciar un proceso terapéutico efectivo”.

Superar la ansiedad y la adicción pasa por la capacidad de los individuos de desarrollar recursos internos como la autoobservación, la aceptación y el cambio de pensamiento. No depende de la fuerza de voluntad, sino, más bien, del potencial de “reprogramar nuestro cerebro” por medio de la neuroplasticidad, identificando los patrones que dañan para comenzar a pensar diferente.

En otras palabras “reprogramar el cerebro” a fin de romper con hábitos destructivos y construir una vida más coherente con el bienestar, enfatiza la psicóloga especializada en Análisis transaccional, Ansiedad y Mindfulness. “Esta estrategia permite salir del piloto automático, transformar la identidad dañada y construir una nueva narrativa. Vivimos en una sociedad ansiosa, que corre sin parar y tapa sus heridas con gratificaciones instantáneas. No basta con dejar la sustancia: hay que transformar la identidad de quien la necesita para sobrevivir”.

Cómo reconocer el problema… y pedir ayuda

Desde Walnut enfatizan que miles de personas conviven con la ansiedad sin saberlo o la normalizan hasta que comienza a interferir gravemente con su vida.

Es fundamental aprender a reconocer las señales de alerta: irritabilidad, insomnio, necesidad constante de distracción o malestar físico inexplicable. Cuando estos síntomas persisten y llevan a buscar “anestesiantes” —sustancias, comida o juegos de azar— es momento de pedir ayuda. Acudir a un profesional no es un signo de debilidad, sino un acto de responsabilidad emocional, puntualiza Roxana Vega. “El verdadero problema no es sentir ansiedad, sino no saber qué hacer con ella y dejar que gobierne nuestras decisiones”.

En Chile, de hecho (según cifras del Termómetro de la Salud Mental Achs-UC), solo un 44% de las personas que manifestaron problemas de ansiedad acudió a un especialista y un 23% se encuentra en tratamiento. Sin embargo, un 60% no sintió la necesidad de buscar ayuda profesional debido a factores económicos (entre estos debido a la falta de cobertura del plan de salud), los problemas para encontrar una consulta e incluso el deseo de enfrentar la situación por cuenta propia.

Para la directora terapéutica del Centro ubicado en la comuna de Colina, es esencial tener presente que la ansiedad es una emoción que nos advierte que algo debe ser atendido.

“Cuando esa señal es sistemáticamente ignorada o anestesiada —ya sea con sustancias, juegos, redes o pornografía— se convierte en el terreno fértil para el desarrollo de una adicción. Es ahí cuando el impulso se vuelve repetitivo, pierde sentido de gratificación y empieza a dañar relaciones, trabajo y bienestar emocional. La ansiedad no es el enemigo, es una voz interior que clama por ser escuchada; silenciarla solo abre el camino a la adicción”.

La pandemia, agrega, intensificó la relación entre ansiedad y conductas adictivas, sobre todo en jóvenes. La pantalla se convirtió en refugio y en prisión: redes sociales, juegos en línea, pornografía, apuestas. Estas nuevas formas de escape generan alivio momentáneo, pero un costo alto a largo plazo: aislamiento, desregulación emocional y dificultad para construir vínculos reales. Una salida rápida a través de un hábito compulsivo y la satisfacción inmediata.

La psicóloga pone como referencia lo que ocurre con la pornografía: muchos individuos no eligen esa opción por placer, sino por protección frente al miedo que genera el contacto emocional con otro. “Estar con alguien de verdad implica vulnerabilidad, y la mente ansiosa huye del riesgo. En cambio, prefiere lo predecible, lo programado, lo que no exige entregarse. Amar es exponerse a lo incierto, y la mente ansiosa solo quiere control”.

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