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El drama de la maternidad mientras se está presa que conoció el Papa Francisco en su visita a la cárcel de mujeres Papa Francisco en Chile

El drama de la maternidad mientras se está presa que conoció el Papa Francisco en su visita a la cárcel de mujeres

«Nuestros hijos son los que más sufren por nuestros errores con nuestra privación de libertad», dijo una de las reclusas quien le expresó al Papa la preocupación constante por el destino de sus hijos.


El Papa Francisco se encontró este martes con 400 reclusas del Centro Penitenciario Femenino San Joaquín y conoció de cerca el drama de criar hijos en una cárcel o no poder estar con ellos.

Fue el testimonio de una de ellas, Janeth Zurita, el que dio a conocer uno de los mayores miedos de estas madres privadas de libertad: el destino de sus hijos.

Zurita agradeció primero al Papa que hubiese pensado en las mujeres privadas de libertad «porque cuando lo hizo sé que pensaba en nuestras hijas y hijos».

«Este lugar es muy ingrato. No cualquier persona llega acá. Se sufre y aún más fuerte es el dolor por estar lejos de los hijos», dijo y aseguró que «nada ni nadie reemplaza a una madre». Por eso pidió al Papa que interceda ante las autoridades para que se modifique el tratamiento jurídico de las madres con niños menores.

«Papa amigo, nuestros hijos son los que más sufren por nuestros errores con nuestra privación de libertad. Sus sueños se les truncan y con esto, a veces, les obligamos a cometer los mismos errores que nosotras», sostuvo diciendo además que eso era un profundo dolor para ellas.

«Entendemos que por nuestras malas decisiones, arrastramos a nuestros hijos a vivir presos. Aquí en la cárcel he sido testigo de dolor de muchas de mis compañeras al enterarse de que se han cometido abusos a sus hijos o los han matado», agregó.

Pero la mujer no solo quiso hablar de su propio sufrimiento y el de sus compañeras. «Nos hemos equivocado, hemos hecho daño y hoy públicamente pedimos perdón a los que hemos herido con nuestro delito. Sabemos que Dios nos perdona. Pero tpedimos que la sociedad también nos perdone», aseguró.

«Le pido en nombre de todas las privadas de libertad que ore por nuestros hijos. Que le pida a Dios que tenga misericordia de nuestros niños y niñas que ellos también cumplen una condena que nosotras les dimos»

Tras cantar el himno que ellas mismas han compuesto, Francisco recordó a las reclusas que «ser privado de libertad no es sinónimo de perder sueños y esperanzas. No quiere decir dejar de soñar. Ser privado de la libertad no es lo mismo que privado de la dignidad, la dignidad no se toca a nadie, se cuida, se custodia, se acaricia. Nadie puede ser privado de la dignidad».

Indicó a las mujeres que sus hijos deben ser «la esperanza y el estimulo» porque estar presa «no significa que esa situación sea el fin» y las invitó «a mirar hacia adelante hacia la reinserción en la vida corriente de la sociedad».

Además, les pidió «gestar futuro para sus hijos, para ellas y la sociedad» y que la «capacidad de poder adaptarse y salir adelante de las mujeres les permita luchar y salir adelante contra los tantos determinismos cosificadores que terminan matando la esperanza».

En la línea de la importancia de reinsertarse en la sociedad, el jefe del Vaticano explicó que «es necesario luchar contra toda etiqueta que diga que no se puede cambiar. No es como ese tango argentino que dice ‘dale que va, que todo es igual que allá en el horno nos vamos a encontrar’. No es todo lo mismo. Cada esfuerzo que se haga por luchar por un mañana mejor, siempre dará fruto y será recompensado».

También tuvo palabras para dirigirse a la reclusas que son madres, señalando que los hijos «son la fuerza, la esperanza, son el recuerdo vivo de que la vida se construye para adelante, y no hacia atrás. Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura».

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