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Amanda Labarca, la profesional que luchó por la abolición de las incapacidades legales que mantenían en calidad de “menores de edad” a las mujeres BRAGA Créditos: Fotos de Memoria Chilena e Instituto Pedagógico

Amanda Labarca, la profesional que luchó por la abolición de las incapacidades legales que mantenían en calidad de “menores de edad” a las mujeres

Natalia Espinoza C
Por : Natalia Espinoza C Periodista - Contacto: braga@elmostrador.cl / (sólo wsp) Fono sección: +569 99182473
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A los 18 años obtuvo el título de profesora de Estado en Castellano, continuó trabajando en escuelas, tanto en cargos de profesora como de subdirectora; luego, estudió en la Universidad de Columbia y en La Sorbona, donde se impregnó de las ideas feministas vigentes en Europa, rescatando “la responsabilidad y la conciencia que la mujer debe tener de su propia historia”.


A pesar de que aún queda mucho trabajo por realizar en materia de igualdad de género, lo cierto es que el avance en este tipo de materias, en comparación a lo que era la vida en Chile hace 100 años atrás, es sustancial.

Cosas que ahora se nos hacen tan naturales como el derecho a voto, la administración de nuestro propio dinero, la elección de tener o no un compañero o compañera de vida, no era opciones libres.

Precisamente una de las mujeres que en aquella época luchó por el reconocimiento de los primeros derechos civiles de la mujer y la abolición de incapacidades legales que nos mantenían en calidad de “menores de edad” fue Amanda Labarca.

Ella en 1917 fundó el Club de Lectura Femenino, dos años más tarde, desde este club surgió el Consejo Nacional de Mujeres, abanderado por Celinda Reyes y Labarca. Tras tres años, presentaron un proyecto sobre derechos civiles, políticos y jurídicos, que finalmente culminaron en la Ley Maza de 1925, que permitió a las mujeres casadas administrar su salario, además de otros logros.

Amanda nació el 5 de diciembre de 1886, fue de origen humilde y familia tradicionalista. Se graduó tempranamente de Bachiller en Humanidades a la edad de 15 años y trabajó como profesora primaria en el Santiago College. Durante esta época conoció al escritor Guillermo Labarca, sin embargo, producto de rumores de un romance con él, su madre le exigió que se casaran y la amenazó con desheredarla si no la obedecía.

Amanda fue una mujer que cuestionó desde muy pequeñas las enseñanzas tradicionalistas de su familia, y motivada por las profundas diferencias con su madre, luego de contraer matrimonio con el escritor, adopta ambos apellidos y rompe definitivamente las relaciones con su familia, según connota Memoria Chilena.

A los 18 años (1905) obtuvo el título de profesora de Estado en Castellano, continuó trabajando en escuelas, tanto en cargos de profesora como de subdirectora; luego, estudió en la Universidad de Columbia y en La Sorbona, donde se impregnó de las ideas feministas vigentes en Europa, rescatando “la responsabilidad y la conciencia que la mujer debe tener de su propia historia”.

Convencida de lo que creía correcto, comenzó a difundir las ideas que había aprendido a través de la educación como herramienta insustituible, impulsando “tertulias femeninas” en el “Palacio Urmeneta”, ubicado en la segunda cuadra de calle Monjitas en Santiago. Sus tertulias con el pasar de los años se convirtieron en una instancia reconocida a la cual muchas mujeres del círculo querían pertenecer. En 1915 inició ciclos de charlas en la Universidad de Chile sobre la diferencia que existía entre el rol de las mujeres en Chile y el de sus pares en Estados Unidos y Europa

Labarca se convirtió en una de las primeras líderes feministas del país, y en su actuar público defendió el derecho al saber, al conocimiento y el acceso a la ciudadanía mediante el sufragio. Propició y creó instancias de discusión sobre el rol de la mujer; fundó y presidió organizaciones para cambiar la legislación; dirigió el diario Acción Femenina, “reconocido por su participación en la obtención del voto femenino, y recorrió el territorio chileno dictando charlas y escribiendo en diversos periódicos y revistas”, explica el Instituto Nacional de Derechos Humanos.

En este sentido, la reivindicación de los derechos la mujer y el mundo feminista permearon toda su carrera y vida. Esta preocupación se reflejó tanto en sus escritos como en sus actividades, algunas de las más destacadas además de las ya mencionadas fueron:

Ser vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Universitarias en 1931, esta organización tenía como tarea ayudar a las mujeres a validar sus derechos. Más tarde en 1933, se convirtió en una de las fundadoras del Comité Nacional pro-Derechos de la Mujer. En 1944 participó en el Primer Congreso Nacional de Mujeres, el cual dio origen a la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (Fechif), la cual presidió. En 1946 fue nombrada embajadora de Chile ante las Naciones Unidas (ONU), y luego se encargó de la sección de estatus de la mujer en el secretariado de la ONU.

En 1949 vio concretado su anhelo:  el voto femenino, el cual fue aprobado tras largas y arduas luchas de Labarca junto a la FECHIF presidida por Anita Figueroa.

Obras y publicaciones

Durante su vida, Amanda realizó ocho publicaciones, Impresiones de juventud (1907), Actividades femeninas en Estados Unidos (1914), En tierras extrañas (1914), Las escuelas secundarias en los Estados Unidos (1918), La lámpara maravillosa (1921), Lecciones de Filosofía (1923), Nuevas orientaciones de la enseñanza, Adónde va la mujer (1934), Bases para una política educacional (1944)., Desvelos en el alba (1945), Feminismo contemporáneo (1948) Historia de la enseñanza en Chile (1948).

Hoy, Chile es uno de los países con índices más altos en brechas de género, especialmente en los salarios, siendo el 5° lugar en el mundo según la OECD. Sin embargo, gracias a la dedicación vitalicia de Labarca en acciones concretas en favor de la mujer, logró influir para que se reconociera la igualdad en los derechos civiles, dando ella junto a sus compañeras los primeros pasos de las luchas que continúan hasta hoy.

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