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Ofelia Fernández: la legisladora más joven de América Latina BRAGA

Ofelia Fernández: la legisladora más joven de América Latina

“Es una puerta que se abre para el resto”, afirma en diálogo con DW la parlamentaria argentina, refiriéndose a su función. Y habla sobre lo que implica ser mujer y joven en política.


Es simpática, carismática e irreverente. Desafía tradiciones sin pedir permiso. Sabe lo que quiere, pero se deja llevar por los designios de la vida. De hecho, no imaginó que se convertiría en legisladora (de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por la agrupación Frente de Todos) con apenas 19 años.

De reconocida militancia feminista, es una de las principales referentes de la llamada «ola verde”, el movimiento por el derecho al aborto en la región.

La revista estadounidense Time la eligió recientemente como «una de las líderes de la próxima generación”. Deutsche Welle la entrevistó.

DW: Es la legisladora más joven de América Latina: ¿cómo se lleva con eso?

Ofelia Fernández: Bueno, es un rótulo pesado, pero siempre intento tener en claro que la historia no empieza cuando yo llego, es decir, que de alguna manera no tiene que ver con mi capacidad individual o mi recorrido, el hecho de que la primera vez que pase esto sea hoy, ahora y conmigo, sino que es parte de lo que colectivamente supimos construir. Y que aunque para mí sea un poco fuerte, es una puerta que se abre para el resto, y eso es lo que, en definitiva, motiva.

¿Qué implica ser joven y mujer dentro de la política?

Es un combo no muy grato para mucha gente. Pero no solo por ser mujer y joven, sino por cómo se actúa en relación a lo que el statu quo le pide y le marca a las mujeres y a la juventud. Una mujer joven, pero que responde a lo que el sistema espera, una mujer suave, con «ángel”, con sumisión, que abraza los viejos valores, por ejemplo, no recibe el mismo trato que una mujer joven con carácter, liderazgo, que decide, es irreverente y hace preguntas incómodas. El punto es con qué actitud se cambia el mundo.

Ha sufrido varias agresiones…

Sí, yo creo que son precisamente mis posiciones políticas las que generan tanta reticencia, el tema es que nunca las discuten frontalmente. La estrategia es corrernos del plano de discusión de las ideas y ponernos precisamente en el plano de lo que una mujer o una joven «puede” discutir: su cuerpo, su vida privada, su tono, pero nunca las ideas. Lo que necesitan es disciplinarnos y decirnos que, en realidad, no podemos pertenecer a esos debates. Me lo dicen a mí y se lo dicen a todas las pibas que, mirándome, quieren participar o quieren organizarse. Entonces esa trampa es muy importante de marcar, porque lo que yo me doy cuenta, es que puedo estar diciendo cualquier cosa, que la respuesta pasa siempre por los mismos lugares.

De por sí las mujeres, históricamente, tienen que demostrar sus capacidades mucho más que los hombres.

Sí, yo, de hecho, me tuve que dotar -como todas las compañeras en lugares de referencia-, del triple de capacidad argumentativa para lidiar con las críticas en todo nuestro recorrido, para no ser «las que pintan carteles” en la agrupación, sino las que ponen la voz en una asamblea. Tuvimos que aprender a persuadir y a ser convincentes con nuestras ideas a una altura que no necesitan los compañeros varones.

¿Con qué sueños asumió su banca?

Mi texto de jura fue «por el futuro de mi generación en toda América Latina”, y eso se puede traducir en muchísimos aspectos. Vivimos en un mundo en el que los niveles de desigualdad implosionaron y se volvieron ineludibles, y hay una discusión muy fuerte en relación a si se va a ordenar en función y al gusto de las ganancias del 1 por ciento que concentra las riquezas de la sociedad, o si vamos a tener un mundo que empiece a pensarse con centro en la vida de las grandes mayorías. Y esto tiene que ver con lo que el feminismo viene planteando, en tanto tenemos que pensar un mundo sin violencias: ni física, ni simbólica, ni económica, ni patrimonial.

 Ofelia Fernández, mit dem Symbol von den Feministinnen im Land (Barbara Leiva)Ofelia Fernández, una legisladora carismática en acción

A la luz de estos 10 meses desde que asumió: ¿se ha reforzado su entusiasmo inicial, cree que está más cerca de sus metas, o ha tenido desencantos en la función?

La verdad, obviamente, tengo desencantos, porque es un momento muy raro. Las estrategias de movilización de los movimientos no son «desde casa”, no estamos muy acostumbrados a que no haya encuentro, a que no haya calle, entonces es muy frustrante pensar cómo se impone agenda, cuando perdimos los mecanismos en los que siempre encontramos fuerza.

En mi caso, además, en la Legislatura se combina con que el oficialismo de la Ciudad (N. de la R.: partido PRO) tiene mayoría. Entonces, yo elaboro proyectos, pienso ideas y demás, pero no los puedo poner en tratamiento porque me los rechazan y punto. Así que por ahora medio frustrada, para serle honesta, pero poniéndole mucha expectativa al año que viene.

¿Qué cree que le dejará la pandemia a su generación?

Bueno, mucha angustia. A nivel de salud mental, creo que va a ser traumático y muy difícil. Pero también, que servirá para darnos cuenta de que es tiempo de replantearnos de fondo muchas cosas. Y creo que el entusiasmo de extrañarnos, en términos políticos incluso, nos va a dar energía para llevarlos adelante. Y espero que sea así.

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