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Validación emocional como herramienta de transformación social en un modelo patriarcal y clasista Yo opino

Validación emocional como herramienta de transformación social en un modelo patriarcal y clasista

Valeria Paz Vargas Huenulao
Por : Valeria Paz Vargas Huenulao Periodista Universidad Santiago de Chile
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Chile sigue siendo un país brutalmente clasista, racista y patriarcal donde son múltiples las violencias que se pueden percibir en el diario vivir y particularmente se agudizan en las aulas. Pese al estallido social pidiendo más dignidad o el proceso democrático de la creación de una Nueva Constitución tenemos un génesis discriminador que necesita ser transformado.

Por ejemplo, es más importante de donde provienes y naciste que ser una persona integral, reflexiva e inclusiva donde se validen las emociones y opiniones diversas. Pesa más tu apellido y apariencia que tus capacidades, esas discriminaciones se profundizan por género, etnia y clase. No es lo mismo en Chile ser inmigrante, ser mujer o tener apellido de pueblo originario que provenir de una familia con más recursos económicos y estudiar en colegios particulares del sector oriente, porque tus oportunidades son distintas. Las brechas no son porque la gente es floja y pobre o porque no quieren surgir en esta sociedad, debemos desmitificar esos paradigmas.

[cita tipo=»destaque»] La validación emocional es una herramienta clave de transformación y de resistencia. [/cita]

En nuestro país tu clase social de acuerdo a los recursos económicos y el colegio donde estudiaste es más validado que los conocimientos y emociones, en esa línea es más valorado aún seguir la norma, no cuestionar las prácticas y creer en la meritocracia y exitismo donde en realidad solamente unos pocos pueden desempeñarse “exitosamente” frente a las desigualdades de oportunidades y el nepotismo que viene arrastrando la política año tras año, y que, desde las esferas de poder, se reproduce hasta en el barrio.

Esta realidad la vi reflejada y palpé durante tres años haciendo talleres de periodismo en escuelas de la periferia, donde el nivel de vulneración por la falta de contención, violencia intrafamiliar y oportunidades sigue estando oculto bajo las paredes de las escuelas públicas. Queriendo salvar a la educación pública en escuelas que se desmoronan por la falta de recursos materiales y también por falta de políticas públicas que aborden de forma integral la educación emocional desde un foco de derechos.

La validación emocional y la contención es clave para el desarrollo de cualquier persona, sin distinciones de raza, clase ni género. Hoy vemos como en plena pandemia los docentes de escuelas y colegios municipales se enfrentan a la violencia con la vuelta a clases presencial que los propios jóvenes, niños, niñas y adolescentes expresan, sin embargo, se invalida esta situación haciendo como que no existe ignorando el costo emocional y la repercusión en el personal que se ve enfrentado a esas situaciones cotidianas de violencia.

Por lo mismo, el Gobierno del presidente Gabriel Boric tiene una gran oportunidad de aportar con políticas que se hagan cargo de estas problemáticas con educación emocional generando espacios de reflexión colectiva, donde se validen y entreguen herramientas, inyectando recursos mediante instancias gubernamentales.

El comportamiento de los niños, niñas y adolescentes es solo la expresión de sus necesidades, como señala la doctora en psicología Shefali Tsabary de la Universidad de Columbia. Necesidades que provienen de la carencia y falta de oportunidades, como el simple derecho a recrearte en un espacio con naturaleza.

La validación emocional es una herramienta clave de transformación y de resistencia frente a la expresión de la violencia en un modelo que es clasista y patriarcal.

La pregunta es cómo abordar estas prácticas y expresiones de una violencia sistémica que proviene de falta de oportunidades, desde un foco de derecho y con reflexión. Actualmente, se tienen pocas herramientas e instancias en esos establecimientos educacionales municipales para hacer frente a estas conductas, como el acoso entre estudiantes o la amenaza a los docentes por parte de estos.

La disciplina correctiva, que se centra en la conducta agresiva y no en los sentimientos que la dirigen, únicamente sigue reproduciendo la misma lógica. Por lo mismo, contener emocionalmente, reflexionar y visibilizar las diferencias de oportunidades abordándolas, equiparando estas brechas con políticas que permitan construir nuevas lógicas de desarrollo, permitirán una sociedad más digna que valide las emociones y desarrollo de los individuos diversos y fuera de la norma.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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