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“Estamos casados, te corresponde»: mujeres mayores y violencia sexual dentro del matrimonio Yo opino

“Estamos casados, te corresponde»: mujeres mayores y violencia sexual dentro del matrimonio

Agnieszka Bozanic
Por : Agnieszka Bozanic Integrante Fundación Geroactivismo
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En las últimas semanas, he tenido el agrado de realizar una serie de talleres presenciales en diversos lugares de Chile, en donde la mayoría de las participantes fueron mujeres.

En varias de esas instancias, hemos hablamos acerca del feminismo y cómo éste es una efectiva herramienta de resistencia colectiva contra la violencia patriarcal. Muchas de estas mujeres nunca habían tenido la oportunidad de debatir sobre estos temas, un poco por la satanización de los medios, otro poco por sentir que eran totalmente anacrónicos a su etapa del curso de vida y pertenecientes a las generaciones jóvenes.

Y es que nadie les dijo que la violencia puede tomar diversas formas y que afecta la totalidad de nuestras vidas. Porque claro, hay manifestaciones evidentes y explícitas de violencia hacia las mujeres como agresiones físicas, pero hay otras más sutiles y menos visibilizadas como la violencia sexual dentro del matrimonio. Según la OMS, 1 de cada 5 mujeres han sufrido violación por parte de su pareja. En el año 2017, en Chile hubo 451 denuncias de violencia sexual dentro de la familia, la cual sin dudas es más difícil de identificar, a pesar de ser uno de los tipos de violencia intrafamiliar más frecuentes, suele ser la más oculta y con más tendencia a ser naturalizada.

[cita tipo=»destaque»] Muchas mujeres mayores tienden a creer que dentro de la relación afectiva estable no existe la posibilidad de negarse a tener relaciones sexuales con absoluta comodidad y normalidad, que es lo que corresponde cumplir con el rol de esposas. [/cita]

En algunas mujeres mayores, el tema de violencia sexual dentro del matrimonio es todo un nuevo mundo. Nacidas bajo el yugo de los más estrictos estereotipos de género, aquellos mandatos sociales que nos dicen a las mujeres qué está permitido y qué no, muchas de ellas siguen funcionando bajo esta lógica, pues los revolucionarios conceptos de la perspectiva de género no suelen impactar sus realidades. Para peor, en Chile no hace mucho tiempo existía el “carnet de esposa”, donde se señalaban todas aquellas obligaciones que las mujeres teníamos, labores del hogar o labores propias del sexo. Hasta el año 2005, el que la mujer no accediera a tener relaciones sexuales en el matrimonio era punible y razón para exigir el divorcio. También entra en juego el amor romántico con su clásico “el amor todo lo puede”.

Adicionalmente, estas mujeres cuentan con una escasa, o más bien nula, educación sexual integral. Originales de los tiempos en que la actividad sexual tiene como objetivo solo la reproducción, se les enseñó una sexualidad centrada en complacer al otro. A eso súmale la vergüenza y el tabú que es hablar de sexualidad cuando se es mayor: ¡pero si las personas mayores son asexuadas!

Por estas razones es que muchas mujeres mayores tienden a creer que dentro de la relación afectiva estable no existe la posibilidad de negarse a tener relaciones sexuales con absoluta comodidad y normalidad, que es lo que corresponde cumplir con el rol de esposas. Entonces no es raro, que no sepan que lo que viven a diario constituye una violación (el acto de penetrar a otra persona sin su consentimiento) dentro del matrimonio. Muchas otras, las más adelantadas a sus tiempos y que detectan en estos actos una inmoralidad, no pueden salir de estos sistemas violentos, ya sea por depender económicamente de su marido, contar con pocas redes, o simplemente porque su propia descendencia desestima su vivencia.

En este contexto, el llamado es a conmemorar un nuevo Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer tomando en cuenta esta realidad invisibilizada. Urge propiciar espacios presenciales intergeneracionales de educación sexual para mujeres mayores, porque derribar estereotipos de género también pasa por enfrentar estas terribles realidades de forma colectiva y saber que hemos sido muchas transitando esos dolorosos senderos les permitirá tomar una mayor conciencia, aunque tardía, mejor que ausente, contribuyendo a que las mayores tomen acciones para la denuncia de hechos abusivos y violentos.

Urge presionar para que las y los tomadores de decisiones propongan proyectos de ley que tributen a erradicar la violencia hacia este grupo en particular, pues son ellas las que han soportado largas trayectorias de discriminaciones y violencia.

Urgen cambios y mayores recursos para capacitación en estas temáticas a funcionarios/as de diversas instituciones. Porque no basta con la perspectiva de género, también hay que ponerle la perspectiva de curso de vida para que toda ayuda se adapte a las características que reviste el impacto de esta violencia en las mujeres mayores.

Para que el ¡No es No! también alcance para ellas, las mayores de 60 años. Por las mayores de hoy, pero también las del mañana. Es hora de ir pagando la deuda histórica con este grupo sistemáticamente vulnerado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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