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Catherine Muñoz, psicóloga: “El maternar no es exclusivamente femenino” BRAGA

Catherine Muñoz, psicóloga: “El maternar no es exclusivamente femenino”

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Valentina Marín Parra
Por : Valentina Marín Parra Periodista El Mostrador Braga
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En la actualidad, ha habido un creciente cuestionamiento sobre la existencia del llamado “instinto maternal”. Muchas mujeres han expresado su preocupación por no sentir la famosa conexión instantánea con su bebé que a menudo se asocia con el instinto maternal, la psicóloga Catherine Muñoz en una conversación con El Mostrador Braga explica que, “cuando nosotros hablamos en nuestra cultura de instinto materno estamos pensando que una mujer no solo concibe, sino que además por el hecho de parir tiene ciertos afectos que la inclinan a labores de cuidado, eso es propio de estructuras patriarcales, no es propio de la biología, la idea de tener o no tener hijos no está tan ligada al instinto materno, está más bien ligada a la complejidad de las estructuras sociales”.


En el último tiempo, ha aumentado el debate sobre la existencia del instinto maternal y aunque se asume que todas las madres tienen un instinto natural para cuidar a sus hijos, la ciencia ha demostrado que esto no es necesariamente cierto. 

Según un artículo de National Geographic, todos los mamíferos hembra tienen respuestas maternales o “instintos”, pero esto no significa que toda madre que dé a luz tenga un instinto maternal innato. De hecho, un artículo de Bioterios concluye que ni el instinto maternal ni el paternal existen bajo evidencia científica. Sin embargo, esto no quiere decir que las madres no sientan amor y cuidado por sus hijos.

El instinto maternal es un concepto cultural que se remonta a la época de Darwin, quien lo describió como una “tendencia instintiva” en las mujeres para cuidar de sus hijos. Sin embargo, el mito de este instinto se puso en duda por primera vez en 1949 por la escritora y filósofa Simone de Beauvoir. 

Beauvoir cuestionó la naturalidad de las conductas maternales, poniéndolas en el campo de la cultura,  separando el aspecto biológico (sólo una mujer puede gestar a otro ser humano) de la parte social (cada mujer desea o rechaza la posibilidad de ser madre).

Otro libro contemporáneo que abarca muy bien este tema es “El instinto maternal o la necesidad de un mito” de la psicóloga Norma Ferro, un texto que tardó 20 años en escribir y en el que cuestiona el mito del instinto maternal y su papel en la cultura. Ferro argumenta que el instinto maternal es una de las tantas expresiones de la dominación de la mujer cuya feminidad queda reducida, en virtud de una supuesta inclinación innata, a la maternidad.

Esta idea del instinto maternal también se ve reforzado por muchos discursos religiosos, culturales e institucionales que juzgan severamente a las mamás que no se apegan a esta norma y son consideradas casos extraños, incluso antinaturales, efecto de problemas mentales, sociales o morales. 

Cuando nosotros hablamos en nuestra cultura de instinto materno estamos pensando que una mujer no solo concibe, sino que además por el hecho de parir tiene ciertos afectos que la inclinan a labores de cuidado, eso es propio de estructuras patriarcales, no es propio de la biología, la idea de tener o no tener hijos no está tan ligada  al instinto materno, está más bien ligada a la complejidad de las estructuras sociales, más bien a lo que las sociedades inscriben necesario como para cumplir ciertas metas, cuando hablamos con las mujeres que no desean ser madres, habitualmente se asocian a ideas de estudios, libertad, desarrollo, autonomía, que son ideales de nuestra cultura, que por mucho tiempo fueron ideales masculinos y ahora son ideales para ambos géneros”, nos agrega la psicóloga y directora de la carrera de Psicología en la Universidad Autónoma de Temuco, Catherine Muñoz. 

 

Ante esto, nos relata la historia de una joven estudiante que en un principio no quería ser madre, luego de un tiempo, yendo hacia una fiesta, algo encendió en ella y decidió volver para estar con su hijo para no separarse más  “la maternidad queda claro en este relato que es una cuestión emocional, también cognitiva, que tiene que ver con cómo uno toma sentido en la vida, como uno se proyecta en la vida, y que en una mujer puede aparecer mucho tiempo después de haber parido y que hasta puede ser sorprendente este ‘encontrarse’ con el maternar, que el maternar no es exclusivamente femenino, podría maternar un hombre perfectamente como hay muchas mujeres que paternan, hay muchas mujeres que se hacen cargo de sus hijos en necesidades afectivas pero también en necesidades económicas, hay muchas mujeres que deben marcar sus límites a sus hijos, que deben enseñarles a ser autónomos y que toman roles propios de la paternidad también, no lo vemos porque es muy habitual que las mujeres tomen función de maternar y paternar pero es muy poco común ver a hombres que maternizan”.

También nos explica sobre la idea de los cuidados compartidos y como va en aumento “es muy interesante como aparece el emergente de cuidados compartidos en jóvenes, en especial en jóvenes mujeres como una aspiración porque en general la cultura había dejado en manos de las mujeres todo aquello que está ligado a la reproducción tanto el parir, cuidar, enseñar (…) todo ello también muy descalificado porque no era productivo, era reproductivo, la reproducción uniendola a la idea de copia, pero la reproducción tiene que ver con todo aquello que permite que en la cultura se transmita, incluso en lo económico, que hayan nuevas generaciones que puedan llevar a cabo los procesos productivos y económicos”.

 

“Los jóvenes con esta aspiración de cuidados compartidos, no solo están teniendo una hermosa función transformadora de lo femenino sino que también una hermosa función transformadora de la cultura, porque no están negándole a la cultura la idea de tener hijos sino que están diciendo tengamos un nuevo trato de tener hijos, en el que todos podamos tener desarrollos,hombres y mujeres y nuestros hijos siendo hombres o mujeres tengan igual posibilidad de desarrollo”, comenta.

Entonces, a pesar de esto, muchas personas siguen creyendo en la existencia del instinto maternal y lo ven como una parte importante de la maternidad. En cualquier caso, lo que es cierto es que el cuidado infantil requiere de habilidades y conocimientos específicos que se pueden aprender y desarrollar. Por lo tanto, es importante que las madres y los cuidadores tengan acceso a información y recursos para brindar un cuidado seguro y saludable a los niños y niñas. Cabe recalcar, que se ha sugerido que la falta de instinto maternal no es un signo de una mala madre, y que muchas mujeres pueden aprender a amar y cuidar a sus hijos de manera efectiva, incluso si no sienten una conexión instantánea.

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