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La diversificación de las familias adoptivas enfrenta todavía fuertes desafíos y resistencias BRAGA

La diversificación de las familias adoptivas enfrenta todavía fuertes desafíos y resistencias

Paulina Fernández Moreno
Por : Paulina Fernández Moreno CEAC -Universidad Católica Silva Henríquez
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Ha crecido el interés por parte de los movimientos LGBTIQ+ y personas solteras en adoptar. A nivel internacional, el fenómeno de la demanda de adopción por parte de estos grupos es cada vez más recurrente, aunque, no por ello, carente de polémica. En el caso chileno, la ley de adopción vigente no permitía que las parejas del mismo sexo se postularan como solicitantes de adopción hasta la aprobación de la ley de matrimonio igualitario en 2022. A pesar de las restricciones legales, la adopción homoparental aumentó de facto en Chile durante la última década, beneficiando a niño/as mayores y con necesidades especiales, pues este grupo de solicitantes es uno de los más dispuestos a adoptarlos. A pesar de este esperanzador viraje, la diversificación de las familias adoptivas enfrenta todavía fuertes desafíos y resistencias.


Durante casi todo el siglo XX, las normas y prácticas de la adopción occidental procuraron encontrar una semejanza con la familia matrimonial heteronormada. Esto determinó una clara priorización por buscar y concretar adopciones de bebés sanos de la misma raza que los adoptantes.

Este modelo empezó a diversificarse después de la Segunda Guerra Mundial, pero sólo en el último tercio del mismo siglo las regulaciones internacionales de derechos de la infancia empezaron a impulsar cambios para poner límites al adultocentrismo y proteger el interés superior del niño/a. Así, ya es de consenso que la adopción debe ser una medida cuyo objetivo es encontrar una familia para cualquier niña, niño o adolescente que lo necesite, en lugar de buscar un niño para una familia que no pueda concebir biológicamente.

La adopción en el presente siglo enfrenta profundos desafíos, entre los que destaca resolver cómo colocar en adopción a niño/as cada vez mayores, en grupos de hermanos o con condiciones de salud. El desafío trasciende la esfera técnica y política, alcanzando la construcción cultural global de la adopción, pues mientras la proporción de niño/as adoptables con estas características va en aumento, las expectativas de las personas solicitantes por adoptar un bebé sano no han cambiado lo suficiente como para constituir una respuesta a esta nueva realidad.

Impulsado por la diversificación familiar, sexual y de género y por los movimientos de reivindicación de sus derechos civiles, ha crecido el interés por parte de los movimientos LGBTIQ+ y personas solteras en adoptar. A nivel internacional, el fenómeno de la demanda de adopción por parte de estos grupos es cada vez más recurrente, aunque, no por ello, carente de polémica. En el caso chileno, la ley de adopción vigente no permitía que las parejas del mismo sexo se postularan como solicitantes de adopción hasta la aprobación de la ley de matrimonio igualitario en 2022.

A pesar de las restricciones legales, la adopción homoparental aumentó de facto en Chile durante la última década, beneficiando a niño/as mayores y con necesidades especiales, pues este grupo de solicitantes es uno de los más dispuestos a adoptarlos. A pesar de este esperanzador viraje, la diversificación de las familias adoptivas enfrenta todavía fuertes desafíos y resistencias.

En este sentido, debe alertarnos el informe de LLYC Ideas (2023) que revela un aumento preocupante del discurso de odio hacia la comunidad LGTBIQ+ en redes sociales, donde Chile aparece como uno de los países de la región que más aumentó este discurso de odio, después de Ecuador. Entre las principales narrativas detractoras identificadas por este estudio se encuentran aquellas que expresan aversión y crítica hacia los supuestos privilegios del colectivo, cuestionando precisamente la adopción homoparental y la “ideología de género”.

La realidad detectada hace fundamental y urgente comprender las raíces del fenómeno a la vez que promover la contundente evidencia científica que desde hace ya varias décadas viene sistemáticamente demostrando que los hijos criados por parejas del mismo sexo tienen un desarrollo equivalente al de hijas e hijos criados por parejas heterosexuales.

El Estado tiene la responsabilidad de garantizar los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, especialmente de los niños, niñas y adolescentes bajo su tutela. Esto implica promover la tolerancia y la diversidad familiar, así como garantizar un proceso de adopción justo y equitativo para todas las personas interesadas, sin discriminación por orientación sexual o estado civil. La adopción es un camino que puede brindar a niño/as, adolescentes y adultos diversos una familia amorosa y estable.

Es esencial que los procesos se basen en el interés superior del niño/a, buscando su bienestar y desarrollo pleno. La diversidad familiar no solo es una realidad, sino también una oportunidad para garantizar estos derechos fundamentales y promover una sociedad más inclusiva y respetuosa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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