Desde el Congreso hasta Ginebra: la trabajadora social, presidenta y fundadora del movimiento Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero – Puchuncaví en Resistencia, es uno de los rostros que moviliza la lucha por un medioambiente libre de contaminación en Chile y el mundo: ya obtuvo algunos logros.
Mientras Katta Alonso (70) trabajaba en colegios de la Región de Valparaíso, dos hechos acapararon su atención. El primero ocurrió tras percatarse que los pescadores, muy amigos suyos, no hallaban animales, y el investigador de Fundación Terra, Hernán Ramírez, los asesoraba en explorar nuevos cultivos, que se dieron de manera exitosa hasta que llegó el Ministerio de Salud: todas las ostras y mariscos cultivados estaban contaminados con metales pesados a tal nivel que sobrepasaban la norma.
Más o menos al mismo tiempo dando clases en un colegio se percató que “los niños no aprendían”.
“Y el programa era muy bueno, y yo trabajaba en otros donde estaba resultando de manera exitosa, entonces empecé a recorrer todos los colegios de la comuna de Puchuncaví y me di cuenta que había mucho niño con coeficiente bajo y con dificultad de aprendizaje, habían escuelas llenas de niños con problemas neurológicos graves, muchos niños con síndrome de down, malformaciones congénitas, mucho autismo”, recuerda en conversación con El Mostrador Braga.
Su preocupación por una situación que se extendía sobre una de las cinco “zonas de sacrificio” más antiguas de Chile -la Bahía de Quintero-Puchuncaví- la llevó a querer indagar más, en búsquedas de por qué. Su inquietud movilizó la adhesión de más ciudadanas y ciudadanos que llegaron primero hasta Oceana, quienes llevaron a un grupo de científicas y científicos a investigar la bahía.
“Sacamos muestras de toda la bahía hasta Cachagua y los productos fueron llevados a Estados Unidos y también a laboratorios chilenos: sobrepasaban la norma, la jaiba cien veces, los locos, las lapas, todo lo que logramos sacar, los pescados”, recuerda.
Ese fue el inicio de una lucha que suma décadas, donde el movimiento Mujeres de Zona de Sacrificio en Resistencia de Puchuncaví-Quintero -fundado y presidido por Katta Alonso- ha jugado un papel central en la lucha por un ambiente libre de contaminación.
Por esto y más, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de la lucha de la medioambientalista Katta Alonso.
Desde allí hasta entonces, la lucha de Katta Alonso abrazó la lucha de decenas de mujeres de la Región de Valparaíso, Chile y el mundo, ya que su activismo permeó en todos los espacios.
En el Congreso Nacional, en la sede de Ginebra de la ONU, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, universidades y otros espacios, la trabajadora social de la Universidad de Chile ha dado a conocer durante años los estragos provocados por las industrias en la bahía Quintero-Puchuncaví, cuya repercusión más palpable es quizá la inmensa cantidad de enfermedades (presentes desde la gestación) en la población.
“Se logra recalcar la magnitud global del cambio climático, y obviamente de nuestra problemática en específico que logramos visibilizarla, fundamental para nuestra zona porque estaba bajo la alfombra absolutamente todo, y así que no se sigan vulnerando nuestros derechos humanos fundamentales”, destaca.
“Hemos logrado el cierre de las termoeléctricas de carbón, por lo menos que se decrete el cierre, y ahora se supone que en diciembre debería cerrar la segunda, y hay dos que todavía no tenemos fecha de cierre, es bueno también el cierre de la fundición de cobre, que era uno de los que más contaminaba junto con las termoeléctricas de carbón”, agrega Alonso.
Pese a la lucha y la presentación de investigaciones y documentos que respaldan la demanda ciudadana, identifica retrocesos, y también desafíos.
“Se está instalando una desaladora que está rompiendo nuevamente todo el borde costero y aquí no va a dejar nada, solo tecnologías negativas que van a terminar de matar todo lo que se estaba logrando reproducir en el mar, cuando la idea de nosotros era empezar a recuperar esta bahía”, destaca.
En 2019, Alonso fue amenazada de muerte por un sujeto desconocido que manejando una camioneta por fuera de su casa le dijo que se la iban a quemar y sería la primera en tener que dejar Ventanas, la localidad donde vive. En esa ocasión, ocurrida en los mismos años en que sucedieron las sospechosas muertes de Alejandro Castro y Macarena Valdés, el movimiento medioambientalista salió en su defensa y puso el ojo en el Acuerdo Escazú para la defensa de la vida y los territorios.
“Es una herramienta buenísima porque podríamos tener información temprana y con una lectura clara, porque tenemos que estar descifrando y estudiando cada proyecto y cada cosa que llega, y bueno, yo creo que eso es lo principal de Escazú y que nos proteja a las activistas, porque estamos absolutamente desprotegidas, y porque cuando presentamos nos dicen que tenemos que denunciar todo lo que nos pasa y cuando lo hacemos nunca hay culpables”, puntualiza.