La evolución de los términos para referirse a la menstruación refleja la transformación de las actitudes sociales hacia este tema tabú. Desde eufemismos hasta expresiones más directas, el lenguaje acompaña los cambios en la percepción y aceptación de este proceso natural en la vida de las mujeres.
La menstruación ha sido y sigue siendo un tabú en muchas culturas del mundo, y esto se refleja en la lengua. En español, han existido muchas denominaciones. Algunas de ellas se han usado durante siglos, mientras que otras son mucho más raras. Este artículo presenta un resumen de estas palabras en diferentes textos en castellano desde la Edad Media.
En español actual de España e Hispanoamérica sigue siendo frecuente referirse a la menstruación con eufemismos, denominaciones vagas como “estar mala”, “estar indispuesta”, “estar manchada”, “cosas de chicas”, “estar en esos días” y otras muchas.
A veces se recurre al humor, con disfemismos (denominaciones que pretenden ser brutales o chocantes para una realidad difícil de nombrar) que hacen referencia, sobre todo, a la sangre o al color rojo, como “descongelar el bistec”, “hacer la matanza”, “oler a pescado” y otras.
A veces, se representa la menstruación como una visita: “me ha visitado mi prima”. Otras palabras hacen referencia a la regularidad de este fenómeno, como la propia menstruación, regla o periodo. Menstruación procede del latín mensis, “mes”, mientras que regla viene de la palabra también latina regula, y está relacionada con regular, en el sentido de “que sucede a intervalos iguales o semejantes”, como también se ve en “regularidad” o “regularmente”.
En otras lenguas sucede algo parecido. En China, es frecuente referirse a ella formalmente como lijia (“vacaciones convencionales”) o yuejing (“experiencia mensual”), pero de manera coloquial se suele hablar de dayima, que significa “tía materna” y se construye en frases como “me ha visitado mi tía” o “tengo a mi tía de visita”.
Como vemos, una visita es una manera frecuente de presentar la menstruación. A veces la persona que visita presenta características especiales, como en el inglés aunt Flo, “tía Flo” (Flo puede ser un acortamiento de Florence, pero suena como flow, es decir, “corriente” o “flujo”). Esta metáfora se encuentra también en la obra de Valle-Inclán Luces de Bohemia, cuando la Lunares dice “Esos mismos (quince años) tendré. Ya pasa de tres que me visita el nuncio”. El vestido rojo del nuncio, representante diplomático del papa, es lo que origina la frase.
Históricamente, este tabú ha sido incluso más fuerte, y se ha traducido en la presencia de muchos términos diferentes para denominar esta realidad.
Por ejemplo en la Edad Media, hay palabras como flor, costumbre o alimpiamiento, además de mestruo, y la mujer que tiene la menstruación es llamada a veces mestruosa o mestruada. En una traducción medieval de la Biblia, encontramos “a Sara había cesado la costumbre de las mujeres”, y una mujer dice, en distintas traducciones del mismo versículo: “costumbre de mujeres tengo”, “estó con mi costumbre”, “me vieno mi flor”, pero también de modo más velado “me acaece agora lo que suele acaecer a las mugieres segund su natura”. Mestruosa y mestruos aparece también en textos médicos. Así un tratado del siglo XV se pregunta “por qué tienen las mujeres el color amarillo cuando están mestruosas”, y comenta que “ante de XIII años no tienen las mujeres mestruos”.
En los siglos XVI y XVII se siguen usando costumbre y flor, pero flor se hace más raro. Aparece aún en los diccionarios de Sobrino (1705) o el de Stevens (1706), pero ya en el Diccionario de Autoridades (1732) se marca como anticuado: “se llamaba antiguamente la purgación menstrual de las mugeres”. La palabra costumbre se sigue usando mucho hasta el siglo XIX. En Autoridades se recoge con este sentido, y aún hoy aparece en el Diccionario de la Lengua Española (aunque desde la edición de 1989 figura con la marca de “poco usado”).
A finales de la Edad Media y durante los siglos XVI y XVII se usa camisa con este significado, pero no es muy frecuente. Parece tener que ver con una superstición, como explica el diccionario de Covarrubias (1611): “Estar la muger con su camisa, estar con su regla, o menstruo, porque no la ha de mudar hasta que de todo se le aya acabado la purgación”.
La expresión ser mujer con el sentido de haber tenido la menstruación por primera vez aparece en Autoridades (1734): “Phrase con que se explica haber llegado una moza a estado de menstruar”, y la encontramos en una carta escrita en Salamanca en 1732: “Dime si es muxer, que en esos principios es menester cuidarse mucho, porque ba el tener salud toda la vida”.
La palabra regla con este sentido aparece ya en un texto de 1551, la Anothomía de Bernardino de Montaña de Monserrate (“quando la muger esta con su regla”). Hay otros muchos ejemplos en los siglos XVI y XVII en textos médicos. También se recoge en Autoridades (1737), y otros diccionarios previos. Se puede ver una muestra de su uso en esta carta familiar de 1708, conservada en el Archivo Histórico de la Nobleza:
“Isabel está bien mala de llagas en la garganta y lengua, y preñada. A mí se me detubo unos días la regla, luego me bino. Isabel decía lo celebraba, porque si estubiéramos a un tiempo no nos podíamos asistir”.
La expresión estar con sangres aparece en una carta del siglo XVIII, también conservada en el Archivo Histórico de la Nobleza: “Estoy con el cuidado de Frazquita tantos días como dice está con sangres”. No queda claro si se refiere a la menstruación o a otra realidad, como un sangrado durante el embarazo, pero parece claro que se denominó así la menstruación en español, como muestra esta poesía erótica de hacia 1610 recuperada en el corpus CORDE:
“No me meta los dedos para incitarme.
Tate, tate, moreno, que estoy con sangre”.
Actualmente, siguen existiendo tabúes, y por ello las expresiones eufemísticas (o disfemísticas) que permiten hablar de la menstruación con menos vergüenza.
Pero por otra parte, de la mano de la igualdad de género y una mayor atención a las necesidades de las mujeres, existen afortunadamente muchas personas que defienden hablar con naturalidad de la menstruación, en conversaciones, en anuncios, en la sanidad, y enseñar a las niñas a no sentir vergüenza de un proceso natural e importante en sus vidas.