
¿Por qué las mujeres en Chile sufren casi el triple de depresión que los hombres?
La brecha de género en salud mental alcanza niveles críticos: 19,5 % de las mujeres presentan síntomas depresivos frente a un 6 % de los hombres. Especialistas explican los factores biológicos, sociales y estructurales que agravan esta diferencia.
La depresión es un trastorno mental complejo que afecta el estado de ánimo, el pensamiento y la salud física. Se presenta de manera multifactorial y tiene consecuencias profundas sobre la calidad de vida. En Chile, este fenómeno afecta de manera desproporcionada a las mujeres, con cifras que triplican a las de los hombres y que encienden las alarmas sobre el impacto estructural del género en la salud mental.
Una epidemia silenciosa con rostro femenino: cifras alarmantes en Chile
Según un reportaje publicado por El País Chile, basado en el “Termómetro de la Salud Mental” elaborado por el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Pontificia Universidad Católica y la Asociación Chilena de Seguridad (Achs), 1.400.000 mujeres en Chile presentan síntomas moderados o severos de depresión, frente a 400.000 hombres.
Esto se traduce en un 19,5 % de prevalencia en mujeres frente a un 6 % en hombres, la mayor brecha registrada desde que se inició la medición en 2020. Los grupos más afectados están entre los 30 y 49 años, con un 15 % en el grupo de 30–39 años y un 16 % en el de 40–49.
Factores estructurales y culturales
La carga mental y emocional no compartida, junto a condiciones estructurales desiguales, agravan el malestar psicológico en las mujeres. La psicóloga Antonia Errázuriz, citada por El País, explica que muchas mujeres “sostienen el bienestar del entorno con escasa contención para su propio malestar”, relegando su autocuidado.
Daniela Campos, jefa técnica de Riesgos Psicosociales de Achs, añade que, a diferencia de los hombres —que han recuperado más rápidamente sus rutinas tras la pandemia—, muchas mujeres experimentan una “cronificación del malestar”, relacionada con brechas salariales, precariedad laboral, y escasa corresponsabilidad doméstica.
Factores biológicos y hormonales
Además de los factores sociales, las mujeres enfrentan una vulnerabilidad biológica particular. Según Infobae, son más propensas a la depresión inducida por el estrés, así como a los efectos del fotoperiodo (ciclo luz-oscuridad), lo que explica la alta incidencia del trastorno afectivo estacional, que afecta al 80 % de mujeres dentro del total de pacientes diagnosticados.
Los cambios hormonales durante el ciclo menstrual, el embarazo, el posparto y la menopausia también aumentan el riesgo. A esto se suma la mayor activación del eje hipotalámico–hipofisario–suprarrenal (HPA), que regula la respuesta al estrés y se muestra más hiperactivo en mujeres.
El contraste con los hombres
Mientras que los hombres han mostrado una tendencia a la baja en los síntomas depresivos desde 2020, las mujeres han seguido una curva ascendente. “No solo no logran recuperarse al ritmo de los hombres, sino que retroceden a niveles críticos”, apunta Daniela Campos. Esta diferencia, según los expertos, refleja una ausencia de transformaciones estructurales en favor del bienestar femenino.
Tratamientos y estilos de vida protectores
Los métodos tradicionales incluyen terapia psicológica, medicamentos y, en casos severos, terapia electroconvulsiva.
Una alternativa innovadora es la Estimulación Magnética Transcraneal Repetitiva (EMTr), que logra respuestas positivas en el 60 % de los pacientes, con remisión completa en 30‑40 % .
Asimismo, hábitos sanos como actividad física, descanso y alimentación marcan una gran diferencia. La neurofisiología destaca que:
- Ejercicio (30 min, 3‑5 veces/semana) reduce estrés, mejora sueño y promueve neuroplasticidad .
- Una dieta rica en triptófano, omega‑3 y prebióticos favorece la serotonina —90 % producida en intestino .
- El sueño reparador optimiza la salud neuroquímica y potencia los tratamientos médicos .
Hacia un enfoque con perspectiva de género
La desigualdad en los índices de depresión no es solo un problema clínico, sino también un síntoma de inequidad social. Para abordarlo, es urgente implementar políticas públicas con enfoque de género, que promuevan la corresponsabilidad familiar, seguridad económica, y acceso equitativo a servicios de salud mental.
Como concluye el análisis de El País Chile, la depresión en mujeres no es un problema individual, sino estructural. Sin cambios profundos, las cifras seguirán reflejando una realidad que ya no puede ser ignorada.