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Las autoras silenciadas: mujeres ausentes en la bibliografía de programas de estudio universitarios Yo opino Créditos: El Mostrador.

Las autoras silenciadas: mujeres ausentes en la bibliografía de programas de estudio universitarios

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Andrea Serrano España
Por : Andrea Serrano España Académica Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Católica Silva Henríquez.
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En la película “En el nombre de la Rosa”, de 1986, basada en la novela homónimo de Humberto Eco (1980) se aprecia la dinámica que –solemos creer– se desarrolló la interacción entre hombres y mujeres durante la edad media. Esa época oscura donde, sin embargo, nació la imprenta (Johannes Gutenberg). En un diálogo inusitado, Sean Connery, que representa al fraile franciscano “Guillermo de Baskerville”, frente a la pregunta sobre el amor y las mujeres, que realiza el novicio Adson de Melk (interpretado por Christian Slater), le responde: “Me cuesta convencerme a mí mismo de que Dios haya introducido a un ser tan inmundo en la creación, sin haberle dotado de alguna virtud”.

Esto no es casualidad, y durante toda la película, no existe ningún diálogo pronunciado por una mujer. Estas quedan relegadas a personajes secundarios y con comportamientos cercanos a animales sin domesticar.

Bien podríamos justificar el papel secundario de la mujer en la edad media en la falta de logros de estas últimas, en su relegación al lugar domestico por sobre el público, pretendiendo que la mujer como sujeto de acción es sólo una aparición reciente. Estaríamos equivocadas. Si bien es una novela que se transforma en película, el silenciamiento deliberado de las mujeres no queda relegado a la ficción, sino que a la forma cómo se ha escrito la historia.

Y así, quien narra se transforma en una herramienta poderosa para la reivindicación. En la misma década del anterior texto, pero en el libro “La mujer en el tiempo de las catedrales”, de Régine Pernoud (1982), se reconoce a esas mujeres, y se les otorga voz y transcendencia. Pernoud presenta a mujeres (des)conocidas de la historia –principalmente francesas– y las sitúa como protagonistas de los tiempos que vivieron, explicitando las dificultades que debieron enfrentar, propias de su condición impuesta de ser inferior: Clotilde, Juana de Arco, Catalina de Siena, por nombrar algunas. Es posible concluir entonces que es una falacia aquello de la falta de logros, errada superposición de una verdad histórica que se explica mejor con el silenciamiento sobre los mismos (logros).

La historia escrita, entonces, no es neutra, y nos muestra lo que el escritor-hombre juzgó relevante. Omitiendo deliberadamente lo que parece insulso, insultante, desafiante. ¿Cómo se explica la orquesta bullente de logros masculinos en contraposición con el silencio sepulcral de protagonistas femeninas?

¿Qué habrá pensado Pernoud del libro de Umberto Eco? Sin, duda, su obra es contestataria y necesaria. El contraste de cómo han sido consideradas las mujeres se presentará en las sienes del interprete.

Desde la época donde la ciencia se superpone a la filosofía, explicando esta última aquello que la primera ya comprobó, el manto de visión androcéntrica sigue extendiéndose. Como indica Hannah Arendt en La Condición Humana “La oscuridad que sólo desaparece con la luz de la esfera pública mediante la presencia de los demás”. Entonces, relegar a las mujeres al espacio doméstico perpetua mantenerla en ese espacio oscuro propio de la Edad Media.

Si la enseñanza del derecho y otras tantas disciplinas sigue cargada de textos de autores masculinos, enseñados por académicos masculinos, ahora, a grupos de estudiantes mixtos, no podremos desprendernos con tanta facilidad de la realidad planteada por Umberto Eco, ¿hay un silenciamiento de autoras mujeres en la bibliografía académica de universidades nacionales? ¿Qué compromiso real con la igualdad de género existe sin este ejercicio tan elemental y basal de incluir textos de autoras mujeres en el Syllabus y su bibliografía? En la medida que aquello no ocurra, seguirá construyéndose la pedagogía universitaria sin perspectiva de género, invisibilizando a las mujeres, naturalizando su ausencia y desdibujando las contribuciones de las mujeres en la academia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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