
Ley Más Mujeres en Directorios: ¿El fin del techo de cristal?
Por décadas, las mujeres en Chile hemos liderado empresas, fundado negocios, sostenido organizaciones, administrado presupuestos familiares y comunitarios. Sin embargo, cuando se trataba de los espacios donde se toman las decisiones más relevantes del mundo económico —los directorios—, permanecimos mayoritariamente al margen. La puerta nomestaba cerrada, pero sí oculta tras redes masculinas, patrones culturales y una vieja idea: que el poder económico tenía género.
Hoy, tras años de trabajo sostenido, esa puerta comienza a abrirse. Chile ya tiene su Ley Más Mujeres en Directorios, y con ella, una oportunidad concreta para romper el techo de cristal que ha limitado a generaciones de mujeres líderes.
Como promotora en este proceso, he visto de cerca cómo se tejió esta transformación. No surgió por generación espontánea ni fue una concesión graciosa del sistema. Fue el resultado de una historia larga y coral, empujada desde organizaciones como Mujeres Empresarias, ComunidadMujer, RedMAD, ChileMujeres, la academia, medios comprometidos, redes de liderazgo femenino… y tantas mujeres que llevamos la bandera de la equidad desde distintos revisen sus prácticas, que las empresas evalúen sus criterios de selección, promoción y que los hombres en posiciones de poder se conviertan en aliados activos del cambio. Porque el talento no tiene género, pero las barreras sí.
Como mujer que trabaja potenciando el liderazgo de mujeres he seguido paso a paso este proceso, he impulsado estas conversaciones en foros, charlas, medios y espacios de decisión, sé lo difícil que ha sido visibilizar esta exclusión sin parecer incómodas, demostrar que somos más que una cuota. Pero hoy ya no se discute si las mujeres pueden liderar: se discute cuánto más demorará el sistema en abrirles paso de verdad.
Esta ley no es una estadística más. Es un símbolo del cambio. Una señal de que el futuro de Chile no se construirá sin nosotras, disculpen que tenga tanto optimismo y poco temor al retroceso. Mi esperanza está en el avance, creo firmemente que este no es el fin de una lucha. Es el comienzo de una transformación cultural, porque la diversidad no es una concesión: es un imperativo estratégico.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.