
Los cuidados al centro: dilemas presentes y futuros de una demanda urgente
Los días 5 y 6 de agosto se realizó en la Universidad Alberto Hurtado el II Seminario Feminista sobre los Cuidados, un encuentro interdisciplinario que analizó el cuidado más allá del ámbito privado. En el encuentro se exploraron distintas crisis contemporáneas como el envejecimiento poblacional, la baja natalidad, las tensiones democráticas y la creciente crisis de los cuidados que recae desproporcionadamente en las mujeres y personas de grupos vulnerables.
Este seminario dio continuidad a una reflexión que se inició en 2022 con el primer encuentro, el cual culminó con la publicación del libro Reflexiones feministas sobre los cuidados (LOM), editado por las organizadoras, y presentado por la expresidenta Michelle Bachelet.
Esta semana “de los cuidados”, culmina con un hito: la Corte Interamericana de Derechos Humanos adoptó la Opinión Consultiva notificada el 7 de agosto, en la que reconoce el derecho al cuidado como un derecho humano. Este reconocimiento implica el derecho a recibir cuidados, a cuidar sin poner en riesgo el propio bienestar, y a contar con reconocimiento y apoyo del Estado y la sociedad en las labores de cuidado.
La apertura fue con un taller en que se trabajó con metodologías basadas en la propia experiencia y fue guiado por Felipe Palma, Francisca Leiva, Lieta Vivaldi y Magdalena Jaque. Allí se analizó cómo el cuidado se experimenta y se traza en el propio cuerpo. Esta cartografía situada permitió visibilizar la corporalidad que atraviesan las tareas de sostener la vida.
Tras las palabras de bienvenida del rector Cristián del Campo SJ y la decana de la Facultad de Derecho, Miriam Henríquez, la socióloga Florencia Herrera inauguró los debates con una conferencia sobre maternidades “peligrosas”, aquellas que desafían los imaginarios capacitistas al provenir de mujeres con discapacidad intelectual. Su ponencia recordó que el cuidado no es unidireccional: quienes son etiquetados como “dependientes” también ejercen cuidado, aunque el sistema se empeñe en invisibilizarlo.
Las mesas que siguieron hilaron un mosaico de dilemas éticos, jurídicos y sociales. En la primera, Camila Payera defendió la necesidad de que la ética del cuidado tome en cuenta la teoría interseccional feminista; Claudio Santander analizó los dilemas distributivos de las políticas de cuidado y reflexionó sobre la complementación de la ética del cuidado con un enfoque normativo de justicia social; y Cristóbal Olivares tendió puentes entre la teoría del apego y la ética del cuidado a través del psicoanálisis y la deconstrucción. La discusión dejó claro que hablar de cuidado es, en el fondo, hablar de la necesidad de su redistribución.
La segunda mesa se adentró en los laberintos del consentimiento y el reconocimiento: Alex Antihuen leyó a Gabriela Mistral desde la problemática psicoanalítico-deconstructiva del aferramiento a lo ausente; Claudia Moreno cuestionó los límites del consentimiento en la sexualidad; y Salvador Bello problematizó la masculinidad en contextos de prevención de violencia. Carlos Casanova mostró el vínculo esencial entre cuidado y reconocimiento, destacando la opacidad irreductible del cuidado, es decir, el afecto de la atención a la particularidad de las necesidades del otro. Sin reconocimiento mutuo no hay cuidado posible.
Al caer la tarde, la reflexión se centró en los cuerpos maternos y la reproducción. Lieta Vivaldi abordó los dilemas que plantea el acceso a las técnicas de reproducción asistida, así como las resistencias sociales frente al empleo de estas tecnologías. Andrea Caorsi describió la experiencia de las maternidades prematuras y la realidad vivida en las unidades de neonatología; y Paulina Sánchez pensó la maternidad desde una mirada política que promueva que el cuerpo y los afectos de las prácticas de cuidados sean considerados en los debates feministas.
Cerró la jornada la doctora en Humanidades y Literatura, y expresidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncon, con un potente llamado a cuidar el territorio y la comunidad, y a soñar con un futuro en el que nos cuidemos a nosotros mismos y a nuestra tierra. Loncon destacó que la filosofía del Azmapu es un sistema de pensamiento sofisticado y complejo del pueblo mapuche, que propone una comprensión profunda e integradora del mundo y de todos los seres que lo habitan.
“Todos los seres están interrelacionados”, señaló, afirmación que dialoga con lo que han planteado las teóricas del cuidado en torno al concepto de interdependencia. Además, Loncon recalcó que la lucha de la mujer mapuche es feminista con una mirada interseccional, que lucha contra el patriarcado, el racismo, la pobreza y la discriminación estructural que afectan de manera particular a los pueblos originarios.
El segundo día abrió con la mesa sobre cuidados y universidad. Magdalena Jaque a través de sus propias vivencias narró la doble jornada de las estudiantes-madres; y Karla González expuso sobre las políticas integrales de género de las universidades. Sandra Vera, en tanto, analizó los desafíos y nudos feministas para abordar conflictos, abusos y desacuerdos en la comunidad universitaria.
En la mesa de derecho y políticas públicas, Julieta Palma mostró cómo las mujeres en ocupaciones masculinizadas siguen cargando con la mayor parte del trabajo doméstico y cómo el sistema de turnos muchas veces sí las ayuda para compatibilizar las tareas de cuidado; Victoria Martínez defendió el cuidado un como derecho exigible al Estado; y Daniela López lo vinculó con su trabajo en el Ministerio de Desarrollo Social, narrando la historia de los cuidados en las políticas públicas en Chile. La conversación derivó en una convicción compartida: es necesario reflexionar sobre el rol del Estado en materia de cuidados.
El futuro llegó a la mesa seis, dedicada a los desafíos por venir. Nicolás Schöngut cuestionó a quienes apuestan por la revolución algorítmica ciegamente y abogó por un uso cuidadoso de la tecnología. Daniela Alegría examinó los dilemas éticos de los robots cuidadores, subrayando que el cuidado es una actividad compleja y profundamente humana que ningún robot puede replicar por completo. Camilo Sembler problematizó la participación masculina en el cuidado, mostrando desplazamientos y continuidades en la reproducción de desigualdades respecto al involucramiento de los padres en las tareas de cuidado y crianza; mientras que Karen Glavic insistió en la importancia de una política de los afectos que contribuya a pensar el cuidado, y se base en el reconocimiento de la vulnerabilidad humana.
La penúltima mesa trató acerca de cuidados y muerte. Intervino Vicente Santibáñez, quien destacó la distribución del poder en la relación médico-paciente a propósito de la eutanasia; Felipe Palma reflexionó sobre el imaginario apocalíptico como una potencia de los cuidados; y Roxana Alvarado examinó los afectos que la pandemia impuso sobre el duelo y la capacidad de velar o reconocer a los muertos.
El conversatorio de cierre con las ministras Javiera Toro (Desarrollo Social y Familia) y Antonia Orellana (Mujer y Equidad de Género) sintetizó las urgencias en torno al cuidado: financiamiento estable, corresponsabilidad social e inclusión activa de las personas cuidadoras en el diseño del Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados. La presencia de ambas autoridades evidenció el compromiso de abordar el cuidado como una responsabilidad colectiva, así como la importancia de reconocer el derecho al cuidado, es decir, el derecho a cuidar, a ser cuidado y al autocuidado, e incorporar de manera transversal la perspectiva de género en estas políticas públicas.
Toro señaló que, si bien los cuidados son una cuestión respaldada transversalmente, no todos los entienden de la misma manera. Subrayó la importancia de concebir el derecho al cuidado como un derecho universal, “sin distinciones socioeconómicas”, y explicó que, por ello, el sistema priorizará según grados de dependencia, llegando en primer lugar a los hogares con dependencia severa. Indicó además que la titularidad del Sistema incluye a niños, niñas y adolescentes, personas con discapacidad, personas con dependencia, personas mayores y personas cuidadoras, tanto remuneradas como no remuneradas. “La autonomía es central en el Sistema”, agregó, por lo que se contemplan apoyos, y no únicamente cuidados.
Por su parte, Orellana recalcó la importancia de la corresponsabilidad de género y social. Advirtió que un sector de la derecha se está articulando a nivel latinoamericano con un cierto afán de institucionalizar del amor, mientras que otros sectores, desde posiciones más libertarias, argumentan que “el Sistema de cuidados quiere meterse en tu casa”, dando lugar a debates filosos. Estas posturas, sostuvo, utilizan argumentos similares para tensionar el campo de la igualdad de género y la libertad. En ese contexto, Toro enfatizó que el cuidado “no es un solo un problema familiar” y defendió la idea de una “libertad de no cuidar”, subrayando la importancia de la autonomía y la autovalencia. Requirió, además, que se entienda que necesitar apoyo no significa perder autonomía.
En suma, el seminario fue un espacio profundamente fructífero de diálogo interdisciplinario. En un contexto en que el feminismo es continuamente cuestionado, este tipo de encuentros demuestra que sigue siendo una herramienta imprescindible para pensar críticamente el presente y construir un futuro más justo e igualitario.
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