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Mujeres y cuidados: el motor silencioso de la Región Metropolitana Yo opino Créditos: El Mostrador.

Mujeres y cuidados: el motor silencioso de la Región Metropolitana

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Valeria Peñailillo
Por : Valeria Peñailillo Coordinadora del Observatorio Laboral de la Región Metropolitana.
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En Santiago la vida corre rápido, pero esa velocidad se sostiene en un soporte silencioso: miles de mujeres que, desde los hogares, asumen el trabajo de cuidados sin reconocimiento ni pago. Cuidar a niños, adultos mayores o personas con dependencia no es sólo un asunto privado; es un factor estructural que condiciona la participación femenina en el mercado laboral.

El Observatorio Laboral de la Región Metropolitana revela datos claros y preocupantes: la tasa de participación laboral femenina es sistemáticamente menor que la masculina, y la principal razón de exclusión de las mujeres son “razones familiares permanentes” (27,5%). En cambio, los hombres permanecen fuera del mercado laboral principalmente por “razones de estudio” (42,5%). A ello se suma que, según la Encuesta Nacional de Empleo del trimestre abril-junio 2025, la desocupación femenina en la RM alcanza un 10,7%, y la informalidad llega al 24,8%. Dicho de otro modo, casi una de cada tres mujeres trabaja sin contrato ni protección social, una proporción significativamente más alta que en el caso de los hombres.

La sobrecarga de trabajo y las dobles o triples jornadas limitan la participación femenina en el mercado laboral y amplían las brechas salariales. Muchas mujeres con responsabilidades familiares terminan en empleos de tiempo parcial o informales, lo que reduce su autonomía económica y perpetúa la desigualdad. En promedio, en la RM ellas dedican el doble de horas semanales al trabajo no remunerado que los hombres, una carga invisible que restringe su movilidad laboral y profesional, mientras permite que la vida metropolitana siga su ritmo.

Para reducir estas desigualdades se requieren políticas públicas concretas que redistribuyan los cuidados y favorezcan la inserción laboral femenina. Entre ellas, es necesario ampliar la infraestructura de cuidado en comunas donde la oferta es insuficiente, especialmente en las periféricas de la Región Metropolitana; profesionalizar y formalizar a quienes trabajan en este ámbito, garantizando contratos, seguridad social y capacitación; y entender la corresponsabilidad del cuidado como una tarea compartida entre el Estado, el sector privado y los hogares. También es importante fomentar la participación de los hombres en las tareas domésticas, garantizar derechos laborales a quienes se desempeñan en empleos de cuidado y fortalecer programas de conciliación laboral y familiar como Chile Cuida y la Política Nacional de Apoyos y Cuidados 2025–2030 que avanzan en esa dirección.

Reconocer el trabajo de cuidados como parte de la economía es fundamental para cerrar brechas de empleo, formalidad y salario. Si queremos una Región Metropolitana más justa, necesitamos que el cuidado deje de ser invisible y se transforme en un derecho compartido. Sólo así podremos abrir paso a oportunidades laborales más dignas y equitativas para todas las mujeres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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