«He sabido profitar del pulso que tiene la música»
Pedro Villagra ha hecho de la fusión y la experimentación con sonoridades de raíz folclórica una constante a lo largo de su extensa carrera musical que comienza a finales de los 70 junto a Santiago del Nuevo Extremo. Hoy, cosecha éxito y buenas críticas con "Quiebracanto", su último trabajo junto a Pedroband.
"Los sonidos que muchas veces resultan más tradicionales al oído son a veces los que tienen un mayor potencial de ser ‘maleables’", reflexiona Pedro Villagra a propósito de las opciones que ha encontrado en el diverso y enriquecedor camino de la fusión musical.
El multiinstrumentista viene llegando de un pequeña gira por Estados Unidos donde recorrió un circuito universitario -que incluyó Tampa, Filadelfia e Illinois- promocionando Quiebracanto, un trabajo que tiene a Villagra más que satisfecho: "Creo que lo que resalta de Quiebracanto es haberse atrevido a involucrar en el jazz fusión o jazz latino, los sonidos más tradicionales chilenos como la cueca. Abordamos ritmos latinoamericanos en general tratando de abarcar la máxima cantidad posible. Está la salsa, el merengue, el candombé, la samba", cuenta el también ex integrante de Inti Illimani.
El disco fue elegido por la edición argentina de la revista Rolling Stone como uno de los mejores del año pasado. Distinción que sorprendió a este intérprete de la flauta traversa y el saxo: "Muchas veces uno ve que el mercado está mucho más sesgado de lo que uno quisiera respecto a las diversas tendencias de la música, por eso me sorprendió gratamente que ellos tengan en consideración a todas las propuestas musicales. Creo que esto tiene que ver con la marca de los tiempos: a partir de Buena Vista Social Club se produce una apertura hacia el mundo que antes se llamaba world music, que son las manifestaciones regionales de la música que se da en todo el mundo.
-¿No te parece lamentable que la apertura a estos sonidos se haya gatillado por un fenómeno desatado en el hemisferio norte, en vez de producirse desde su propio lugar de origen?
-Sí, eso es cierto y tiene que ver en cómo nos planteamos hoy como cultura. Pero, mirando hacia atrás nosotros hemos contribuido como cultura a enriquecer las manifestaciones musicales del norte desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, el jazz de las décadas del 40 y 50 se contaminó con la música latina. Creo que siempre hay devoluciones de mano.
Tras el retorno de Estados Unidos, Villagra se ha centrado en continuar la difusión de Quiebracanto, producción independiente editada en diciembre del año pasado y grabada en la Escuela Moderna de Música; el jueves pasado se presentó junto a Pedroband en La Batuta y para los próximos meses tiene programadas varias fechas, entre ellas una presentación el 22 de mayo en el Teatro Oriente realizada especialmente para estudiantes.
Autor de todos los temas que componen el disco, como sucedía en Pagano (1998), el álbum anterior y el primero con Pedroband, Villagra reconoce, eso sí, estar siempre pendiente de las opiniones de sus músicos. Pedroband está compuesto además por Cristián Gálvez en el bajo, Ariel Pino en el piano, Claudio Ortúzar en la percusión, Laura Fuentes en voz, Elisa Morris en guitarra acústica y Villagra en vientos, guitarra y voces. También ha participado en algunas presentaciones su hija Mariel Villagra.
Uno de los elementos más llamativos de este disco ha sido el trabajo realizado con la cueca, a la que ha agregado elementos jazzísticos y rebautizado como cuecléctica: "Nosotros hemos tenido a la cueca muy replegada y creo que eso es producto de una equivocación que está bueno terminar de seguir cometiéndola. Hay que poner las cosas en su lugar. La riqueza que tiene la cueca, fundamentalmente desde el punto de vista rítmico, es de una intensidad muy grande, que para los experimentos de la música en la que uno anda curioseando es un gran aporte".
-Todo tu trabajo musical ha estado marcado por el cruce, la fusión entre los sonidos latinoamericanos y los de vanguardia, por llamarlos de alguna manera, ¿de dónde nace este interés?
-Creo que es una cosa natural. Creo que tiene que ver con que nací y fui criado en el sur. Eso deja una marca, una huella que con el tiempo tú empiezas a notar que es muy importante. Es una forma de recibir y es una actitud. A pesar de haber vivido siempre en la ciudad, pesa más lo otro. Mis estudios de antropología también tienen que ver en esto.
De recuerdos y raíces
Fue en aquella época universitaria cuando Villagra formó junto a un grupo de amigos la banda más emblemática del Canto Nuevo, Santiago del Nuevo Extremo. Ya en esos años, cuando cursaba paralelamente estudios de teoría de la música en el Conservatorio de la Chile, comenzó a mostrarse profundamente interesado por la música de raíz folclórica: "Me acuerdo muy bien de cuando estaba con los Santiago y conocí al grupo Huara. Ellos me llamaron profundamente la atención por la forma que tenían para abordar la música. Una forma muy libre, muy espontánea y muy profunda a la vez. Me hice amigo de ellos y finalmente llegué a integrar la banda", recuerda.
-En cambio en tu primer grupo, Santiago de Nuevo Extremo, nunca estuvo tan presente lo folclórico. Pese a la corriente a la que adscribían, tenían aires más cosmopolitas.
-Sí, es cierto, era otra la información que daba vuelta. Éramos muy urbanos, por eso nos llamábamos Santiago del Nuevo Extremo. Me gustaba mucho lo que nosotros estábamos haciendo. Santiago fue un punto de encuentro para mucha gente. Es un recuerdo muy bello porque en realidad, ¡qué bueno tener recuerdos buenos de esa época! Lo primero que rescato de esa época es el grupo porque en general la cosa estaba muy mal.
-¿Y cómo fue el reencuentro materializado el año pasado?
-Recuerdo el concierto en el estadio Víctor Jara con los Schewnke & Nilo. No estaba lleno, pero la gente fue increíble. Hubo una ceremonia, una magia en eso que hace mucho tiempo no me pasaba. Conversando con Nelson Schewnke una semana después, él me contaba que le pasó lo mismo. Ese ha sido el mejor concierto de mi vida. A pesar de que no había tanta gente, el sentimiento fue muy poderoso.
"El reencuentro ha sido muy grato -continúa Villagra-, nos hemos reconciliado en muchas cosas. Cuando Santiago se acabó fue un poco brusco y quedaron cosas pendientes, y nosotros somos como hermanos. Nos tocó vivir muchas cosas juntas, compartimos juntos una etapa crucial. El hecho de establecer vínculos con la gente en una época tan terrible como la dictadura fue un salvavidas. Me salvé porque la música me permitió que yo flotara y nadara, de alguna forma permitió trascender las barreras que el medio establecía. Ahora hemos retomado ese trabajo, pero con menos cargas. Creo que ahora fue mucho más laissez faire y fueron saliendo las cosas fluidamente".
Villagra adelanta que Santiago del Nuevo Extremo tiene programado grabar este año un disco en vivo y realizar un extenso circuito de presentaciones que incluirá tocatas en poblaciones y en provincia.
-Saltando algunos años, ¿cómo evalúas tu paso por Inti Illimani entre 1995 y 1999?
-Creo que me gradué con ellos. Inti Illimani es una figura gigante de la música chilena. Donde tú vayas en el mundo ellos son reconocidos. El fenómeno Inti Illimani no tiene parangón. Hay una referencia histórica con ellos, son el símbolo de una época.
El futuro de Chile
El músico se muestra muy optimista de la evolución de la música chilena, poniendo un ejemplo bastante concreto: "Yo salgo a caminar por aquí por Ñuñoa y es notable. De los jóvenes que van caminando por la calle, grupo por medio van hablando de música y eso me parece increíble".
Dentro de esta escena en constante crecimiento y evolución, sitúa el aporte de su actual proyecto: "Creo que Pedroband es un camino que está todavía en la mitad, esto tiene para largo porque se está produciendo un cambio de mentalidad. Hay más apertura y menos prejuicios en esta cosa de la música. Estamos recién comenzando a allanar un camino que tiende a abrir el oído, que permite no encerrarse tanto en sonoridades que ya están muy probadas y que comercialmente han sido agotadas".
Bajo esos preceptos, Villagra rescata y valora la figura de Joe Vasconcellos: "Él ha sido una persona que comenzó a abrir este camino, y lo ha hecho muy bien. He seguido lo que ha hecho y siento que estoy un poco en esa línea".
Constante colaborador de otras producciones (grabó los vientos en Delicadeza, el último disco de Laura Fuentes, quien además es su pareja) y viajero constante -vivió varios años en Europa-, Villagra pone estos dos elementos como gravitantes a la hora de crecer humana y musicalmente: "Yo creo que he sabido profitar del pulso que tiene la música. Porque la música es un arte que está hecho para compartir. Además, el hecho de haberme sentido en un mundo tan vasto como es Europa te hace darte cuenta que uno vive como apretado aquí en Chile. Pese a que tenemos ciertas ventajas, algunas finalmente te desfavorecen, el medio te moldea y te hace muchas veces un poco torpe. Estar en una cultura tan antigua y participar en diferentes proyectos te exige el cambio, lo que finalmente te hace crecer".