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Adelanto de Cuentos para Grandes de Japi Jane

Mañana miércoles 9 de noviembre a las 19:00 hrs en la Feria Internacional del Libro de Santiago, se lanza un compilado de 25 textos entre los que figura las pluma de Alberto Fuguet, Alejandra Costamagna y Andrea Lagos. «Barbie Porno», es el trabajo de esta última periodista; uno de los cuentos que les adelanta El Mostrador. Pase y lea.


Barbie Porno (Accesorios se venden por separado)

Barbie Pérez y Ken González van de pic nic al bosque. Ella armó una cesta con choripán light y él carga bajo el brazo una botella de Gato Negro Gran Varietal y un chal de lana. Barbie se depiló con láser y Ken se compró un IPhone G4 en 18 cuotas. Mientras caminan, escuchan Loba de Shakira y mascan chicle de sandía, sin azúcar.

– ¿Me amas, Ken?

Con locura, Barbie.

Se abrazan y caen en un beso de película, sobre la frazada extendida entre hojas secas. Barbie se desabotona el short de jeans deshilachado que lleva puesto. Ken no pierde tiempo y twitea que le duele la guata y que los pajaritos cantan. Hasta que de tanto opinar se le descarga el IPhone. El río del deshielo corre cerro abajo. Barbie se muerde el labio inferior, come un pedazo de salchichón y mira para el lado. Ken saca marihuana fresca de una cajita de anilinas Montblanc. Encienden sendos cigarrillos y de espaldas, exhalan al cielo juntos. Barbie, en colaless de cadena, toca a Ken entre sus piernas. Pero su hombre está lacio-lacio. Barbie no se rinde. Para endurecer el cuchuflí de Ken, juega a ser Cheetara, la gatúbela de los Thundercats.

– Pantro, óyeme ¿estás ahí?- le susurra al oído.

Y Ken no responde: está lona, o se hace el dormido.
(Cantan los grillos).

Barbie escupe hacia el lado y aplica plan B. Con el cierre aún abierto y los ojos cerrados, imagina que la secuestra Ken convertido en Túpac Amaru Shakur, un inca montado en un corcel salvaje que rapea en lengua quechua.

Túpac Amaru la agarra en pleno galope y se la lleva lejos, a la cima de una montaña sagrada, agarrada de sus pechos de 91 centímetros. Ahora Barbie es Simi Supa Coya, india de una tribu enemiga, morena y suculenta. Túpac Amaru la desea aunque su estirpe se lo tiene prohibido bajo pena de muerte. Ambos son herederos de pueblos enemigos, pero se aman. Mientras galopan, Barbie siente el olor a sauco de Túpac Amaru que le mete los dedos entre las ropas impregnadas de humo de
ruca. En pocos segundos, le hace ver la Chakana, constelación guía de Wiracocha. Esto es sólo el comienzo, el horizonte arde. Queda poco para llegar a territorio seguro y arrear bandera.

Túpac Amaru Shakur baja a Simi Supa del caballo y la tiende como una novia bajo un manzano de frutas rojas. Levanta su vestido y enaguas y, entre joyas de plata que tintinean, encuentra las aguas vírgenes de Simi Supa Coya. Borbotean como un géiser. Túpac Amaru quiere preñarla, multiplicar su sangre en la de ella, mancillar con amor su linaje, prosperar. Entonces, como serpiente de oro entra certero en su Mama Coya. (La había visto hoy en la tarde sacar mazorcas del cultivo de terrazas, sudorosa, arremangándose la falda). Tras penetrar su cuerpo, entra al Hanán Pacha o mundo de arriba. Juntos cruzan un puente hecho de pelo que no se corta. Suben y suben hasta que caen y caen. Varios Intis iluminan sus cabezas de gozo. Y se quedan titilando como luciérnagas post-coitum.

La Barbie Inca yace desnuda. Un cóndor la sobrevuela desde las alturas.

(Túpac Amaru Shakur, prende fuego y rapea Alturas de Machu Pichu mientras busca ramitas para avivar la llama.)

Mientras tanto, en el bosque, Ken sueña con que al fin se convierte en Pantro, el felino de los Thundercats que le había propuesto Barbie. Espía detrás de un helecho a su chita ardiente de cola larga. Ella, despreocupada, se baña en una cascada y luego toma sol para secarse las pecas sobre la roca. Es de una belleza extrema, mezcla de leona y gata en celo. Pantro, con la confianza de un felino alfa, se le acerca sigilosamente. Chetara aún húmeda, mueve el rabo. El macho, con el avenimiento de la hembra, lame una a una las gotitas de agua que aún le quedan en el cuerpo. Y cuando termina de secarla, desliza sus garras por la espalda de la fiera, marcándola finamente. Al oido, le susurra que tiene sed y que en el Tercer Planeta nada le sacia tanto como sus aguas. (Se ve que su espada del augurio es mejor que la de Leon O). Cheetara sonríe y gime al mismo tiempo. Se para y le muerde el cuello con gracia. Ahí, a la orilla del río, ambos explotan en varios miles de polvos de estrellas. Unos minutos más tarde, se duermen con las colas entrelazadas, ronronenando sobre la arena.

Cae el sol. Barbie Pérez y Ken González despiertan abrazados alrededor de una fogata, sin ropa. Barbie tiene arañada la espalda y Ken, sangre en sus uñas. Juntos, sacuden la manta, guardan los restos del pic nic y se devuelven a casa, tomados de la mano. Ken tararea el tema de apertura de los Thundercats y Barbie rapea en quechua, “dame la mano desde la profunda zona”. Se aman. Se ve que se aman. “Barbie Pérez y Ken González, juntos hasta que la muerte los separe”, escriben en un árbol con la cuchilla que siempre llevan cuando van al bosque.

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