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Lou Reed, la voz de la miseria El cantante newyorkino falleció el domingo por complicaciones hepáticas

Lou Reed, la voz de la miseria

Desde «The Velvet Underground & Nico» (1967), álbum de debut junto a la emblemática banda que asentó las bases del rock independiente, Reed prestó la gravedad de su voz a temas marginales como la prostitución y las drogas, creando imágenes de extrema crudeza para la época.


lou reed«Ojalá hubiese nacido lejos de la gran ciudad, donde un hombre no puede ser libre de los demonios del lugar, ni de sí mismo y ni de los que le rodean», cantaba Lou Reed en «Heroin», tema de su mejor época creativa y la más atormentada, cuando convirtió en música las miserias de Nueva York.

La ciudad de los rascacielos, en la que nació en 1942, fue siempre una de sus grandes obsesiones, pero nunca la miró desde las alturas ni bajo las marquesinas de neón de Broadway, sino desde las sombras, poniendo el acento en aquello de lo que nadie hablaba entonces.

Desde «The Velvet Underground & Nico» (1967), álbum de debut junto a la emblemática banda que asentó las bases del rock independiente, Reed prestó la gravedad de su voz a temas marginales como la prostitución y las drogas, creando imágenes de extrema crudeza para la época.

«Cuando la sangre empieza a brotar, cuando se chuta la jeringa, cuando me acerco a la muerte (…), entonces no podéis ayudarme», cuenta en otra parte de la mencionada «Heroin», un alegato a favor del consumo de estupefacientes, postura de la que se arrepentiría posteriormente, ya rehabilitado de su adicción.

«Sweet Jane», la enérgica «Rock and roll», «Pale blue eyes»… son muchas las posibilidades para construirse una lista con los títulos favoritos de su repertorio.

«Walk on the wild side», probablemente el más famoso de sus temas en solitario, narraba en primera persona y de forma irónica diversos encuentros sexuales con prostitutas, chaperos y transexuales («se afeitó las piernas y entonces él se convirtió en ella»), construyendo a la vez un recorrido por el Nueva York de la época, con visitas al teatro Apollo.

En «Berlin», le fue infiel a su ciudad natal para situar en la Alemania de los años setenta la historia de una relación sentimental tóxica. Depresión, adicción y suicidio se concitan en este opresivo álbum conceptual, en el que destacaba el áspero tema «The kids», que repetía una y otra vez cómo los servicios sociales retiraban a la protagonista la custodia de sus hijos.

«Se están llevando a sus niños por las cosas que hizo en las calles, en los callejones y en los bares (…) Esa despreciable zorra no podía rechazar a nadie», contaba.

El amor ocupó también un lugar importante en su repertorio, como contraposición y reducto de felicidad frente a un fondo oscuro. En la mente de muchos, quedará «Perfect day» como su declaración de amor favorita: «You just keep me hanging on», es decir, «es por ti que aguanto».

Cuando en los años ochenta dejó de pasear por el lado salvaje, comenzó a cultivar una vertiente musical basada más en las letras, en el concepto de poesía-canción, y produjo discos más irregulares como «Legendary hearts», «Mistrial» y «New sensations».

De finales de los años 80 cabe destacar «Dirty Blvd», una contraposición entre los ricos y los pobres de Nueva York, entre las avenidas costrosas pobladas de traficantes y hambrientos y la estrella de cine que llega en limusina a un estreno operístico en el Lincoln Center.

Philip Marlowe, Delmore Schawrtz, Raymond Chandler, William Burroughs y Hubert Selby fueron sus escritores de cabecera, los que configuraron su universo literario, pero, por encima de todos, estaba Edgar Allan Poe, «el mejor poeta de todos los tiempos» y «un genio de la exploración de la mente», solía decir.

De España, país que visitó con frecuencia, se quedaba con Miguel de Cervantes y, sobre todo, con «Lorca, Lorca, Lorca», que cuando tocaba la guitarra, «la colocaba muy cerca del corazón».

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