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Noviembre: Mes de libros y elecciones Opinión

Noviembre: Mes de libros y elecciones

León de Montecristo es autor de «El último rey» (Minotauro, 2012): http://leon-de-montecristo.blogspot.com/


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El ejercicio democrático en la Antigua Grecia contemplaba un doble sistema, según lo que se eligiera: podía ser por sorteo o por votación, y en este último caso el conteo de votos era bastante simple: se realizaba con piedras. Sin duda algo más práctico que las balotas (numerosas y llenas de nombres) de que dispondremos nosotros dentro de poco; en último término, imagino que si no quedabas conforme con el resultado siempre estaba la opción de tomar las piedras y arrojárselas a tu oponente.

En la actualidad, de cara a las reñidas elecciones que tendremos este mes, las cosas han cambiado. El Estado invierte, cada cierto tiempo, millones de pesos en papel para que la gente pueda emitir su preferencia electoral. Mucho papel perdido, sobre todo en una época en que perfectamente puede optarse por un sistema electrónico de votación. Y los candidatos gastan, por su parte, varios otros millones en los afiches, pancartas o panfletos de sus campañas publicitarias. Más papel desperdiciado, y mucha basura pre y poselectoral. ¿Gana el ciudadano común? No me queda tan claro. Los ecologistas, de muerte por la tala de árboles. Los municipios deben gastar más en aseo (porque, naturalmente, el candidato promedio no contempla invertir dinero en limpiar las calles una vez que ha ganado, y mucho menos si ha perdido). Al menos las imprentas salen favorecidas, pues tienen encargos de sobra.

[Cita] Desde luego, existe un mejor uso para el papel impreso: el libro. Y por estos días se desarrolla un evento que, mejor o peor cada año, espero siempre con alegría: la Feria Internacional del Libro de Santiago, que en su versión 2013 ha presentado importantes novedades en su infraestructura. La idea es que el espacio esté mejor aprovechado y que sea una instancia atrayente para el público familiar. Es temprano para hacer balances, aunque se agradece el interés de los organizadores por el lector común, un público cada vez más escaso, pero siempre leal[/cita]

Pero, desde luego, existe un mejor uso para el papel impreso: el libro. Y por estos días se desarrolla un evento que, mejor o peor cada año, espero siempre con alegría: la Feria Internacional del Libro de Santiago, que en su versión 2013 ha presentado importantes novedades en su infraestructura. La idea es que el espacio esté mejor aprovechado y que sea una instancia atrayente para el público familiar. Es temprano para hacer balances, aunque se agradece el interés de los organizadores por el lector común, un público cada vez más escaso, pero siempre leal.

El libro, sin embargo, no se ha cerrado a la opción digital. Con cautela, es cierto, pero cada vez las editoriales del mundo se abren más a la idea de publicar en ese formato. Sigo pensando que nada reemplaza el placer de tener un libro en las manos, de ver su portada, hojearlo, olerlo ya sea nuevo o usado. Pero es un hecho que el formato digital llegó para quedarse y en aras de los beneficios que trae es bueno que así sea. Cabe preguntarse por qué, si el libro puede y se ha adaptado a esta nueva forma, no ocurre lo mismo con el voto del elector.

Esa experiencia es una realidad en varios países del mundo. En Chile, en cambio, el Sistema ha invertido millones de pesos para que usted pueda comprar, vender y realizar —en forma más o menos segura— toda suerte de transacciones mercantiles por Internet, pero no es capaz de hacer lo mismo para que emita su voto. La conclusión obvia es que en este país invertir recursos en comercio tiene más valor que hacerlo para ejercer los derechos cívicos de manera limpia y amigable con el medio ambiente.

¿Quiere darle un buen uso al papel? Lea. Vaya a la FILSA este año. Los candidatos de todos los sectores, en vez de obsequiarnos sus afiches, si van a usar papel impreso podrían regalarnos libros. Por un momento, una imagen feliz pasó por mi mente: la de los candidatos en carros de colores, anunciando por altoparlante, con música de fondo, que regalan novelas ilustradas y libros de poesía. Pero me conformo con que, al menos, voten en el Congreso por una definitiva derogación del IVA al libro impreso. Eso no alentará a nuevos lectores a comprar uno, pero al menos no desincentivará a aquellos que ya lo hacen, y con bastante esfuerzo debo añadir. El libro está cada vez más caro.

Y en lo que respecta a las elecciones, todos elegiremos algo. Desde mi perspectiva, es una costumbre sana ir a votar. Lo hago porque, en el fondo, ir a las urnas significa hacerse responsable de una opción, comprometerse con un ideal. Si usted elige dejar el voto en blanco, rayarlo, mandar un recado o sencillamente no ir ya que este año no le multarán por ello, de todos modos hace una elección. Y de paso manda un mensaje potente con ello.

Sin embargo, todavía pienso a veces que deberíamos volver al viejo sistema de conteo con piedras. Dejaría más papel para los libros y sin duda tendría varios otros usos. Buenos usos. Como dicen por ahí: quien esté libre de pecados, que se anime y arroje la primera. Pero si lo hace, tírela en un lado donde realmente vaya a golpear algo. Su voto, al fin y al cabo, es como una piedra. Pero si la tira, hágase responsable de la elección que ha hecho.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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