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Mauricio Redolés: “Los grandes problemas están lejos de lo que puedan hacer la Bachelet o la Matthei” No ve grandes diferencias entre ambas candidatas

Mauricio Redolés: “Los grandes problemas están lejos de lo que puedan hacer la Bachelet o la Matthei”

Cultura+Ciudad conversó con el poeta-cantante Mauricio Redolés a propósito de su nuevo disco “One, two, tres, cuatro” que lanzó a mediados de año. Reveló detalles inéditos de algunas de sus canciones, habló de su querido Barrio Yungay e inevitablemente la conversación derivó en las elecciones. Remató con un franco y descarnado análisis de la situación política actual.


Remoto parece ese tiempo cuando, recién vuelta la democracia, un desconocido poeta de apellido Redolés saltó a la palestra sembrando el escándalo en el Chile noventero y concertacionista por aparecer en la TV explicando un poema de Parra (“El poeta y la muerte»). En éste se habla que una calentona muerte llega hasta la casa de un poeta con ganas de metérsele a la cama.

El poema, escrito en décimas y en buen chileno, Redolés lo sintetizó en una línea usando un garabato común en las esferas de confianza y amistad, y extendido en el Cono Sur para designar el acto de “realizar el coito”, como bien define y recoge la santa RAE. Agregó un par de garabatos más y habló de los privilegios de los pitutos, y con eso instaló el horror en la audiencia y un vínculo doble de éxtasis y culpa entre los animadores del programa televisivo.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

Fue en el “El Desjueves” de La Red, que por ese entonces se jactaba de ser el más irreverente de la TV chilena. Reinaba un cartuchismo asfixiante en nuestra sociedad, recién salida de Pinochet y ya entrada en los estrechos callejones democráticos de la Concertación, y los irreverentes conductores del irreverente programa se deshicieron en “ingeniosas” y avergonzadas explicaciones por unos “simples” garabatos. El programa temió por su continuidad. Eran otros tiempos, un momento político y sociocultural que contrasta con el actual. Por ejemplo, un programa como “El sin censura” en el mismo canal, que se exhibe actualmente, habría sido impensable o más bien impracticable en ese entonces.

Ha pasado harta agua debajo del puente, y hoy Redolés es una figura doblemente conocida tanto por su faceta de cantante como por su faceta de poeta. Su actitud irrevente y anticartucha la conserva, a punta de uñetas rockeras rasgando la guitarra en sus varios discos (Bello barrio, ¿Quién mató a Gaete?, Bailables de Cueto Road y 12 Thomas) y a punta de desmadres poéticos en sus varios poemarios (Estar de la poesía o el estilo de mis matemáticas y Los versos del subteniente o teoría de la luz propia, que lo firma con el nombre de Marcelo Reyes Khandia).

Es uno de los pocos artistas chilenos, junto a Patricio Manns, que tiene esta particularidad de músico-poeta o poeta-músico. Aunque él declare con modestia: “Evidentemente yo no soy músico, hago canciones, canto… Creo que ser músico es otra cosa. Mi hijo es músico (Sebastián, toca en Perrowski), Pato Manns es músico. Yo soy poeta, más bien”.

Su nuevo disco

Este año lanzó One, two, tres, cuatro, un guiño de ojo a la música norteña y al Mex-Tex. Así pretendió saldar una deuda contraída con parte de las músicas mexicanas que había escuchado desde chico, que en Chile es tan fuerte y forma parte ya del folclore nacional. Según confiesa esa música le “activa las glándulas salivales”, porque era la que se escuchaba a la hora de almuerzo en su casa en Los Andes.

“Tiene que ver con la música norteña, pero también tiene que ver con la música texana, que también es parte de la música norteña. Por un lado, con la música mexicana misma, que es la que me tocó escuchar desde los 5 hasta los 12 años todos los días. (…) Nanas que venían a trabajar con mi mamá y escuchaban todo el día música mexicana”, recuerda.

Revela además que con este homenaje tiene en mente a muchos jóvenes mexicanos que partieron a Estados Unidos y les tocó, por una especie de afirmación de identidad, hacer rock, y a la vez música mexicana, pero casi con vergüenza. Y nombra el caso de Baldemar Huerta, más conocido como Freddy Fender, ejemplo de la herencia de estas dos culturas en pugna, quien por un momento vio interrumpida su carrera por posesión de marihuana, pero posteriormente se reivindicó, llegando a ser el primer mexicano-estadounidense incluido en el Country Music Hall of Fame de Estados Unidos.

“Yo me identifico con esto de ser un poco una colonia de Estados Unidos, también una colonia cultural de México, y de escuchar rock, escuchar música mexicana, y también escuchar por las noches Bill Halley, por lo que tocaban en las radios o también la Nueva Ola Chilena, Pat Henry, Los Ramblers”. Y menciona a otros dos pilares en Estados Unidos de artistas mexicanos que se formaron allá y fueron metiendo el español en ese país: Little Joe y Ritchie Valens –Ricardo Valenzuela–, que grabó “La bamba”. Éste “es un tema azteca, que existía antes de que llegaran los españoles, como Monteverde, que es anterior a Chile”, comenta.

Según Redolés, los mexicanos se inspiraron mucho en la lucha de antisegregación de los afroamericanos. Menciona a otras figuras célebres de la canción de origen mexicano que hicieron carrera en EE.UU. y comenzaron a reafirmar su identidad mexicana: Linda Rondstadt, Selene y Los Lobos. De estos últimos aclara que son “súmmum de consecuencia cultural, artística identitaria, porque ellos sí eran norteamericanos. Pero ellos redescubren el link con sus raíces gracias a Ritchie Valens. Empiezan a apreciar la música de sus abuelos, de sus padres”. Luego introducirían el bajosexto, una guitarra de doce cuerdas, instrumento fundamental en la música mexicana, junto con el acordeón, y la romperían con “La bamba”, llegando a ser tan famosos como Talking Heads a mitad de los 80, añade.

“Todo eso es lo que quiero reflejar de algún modo en este disco. Es un homenaje a ese movimiento de la música, más que de la política, de la música que viaja del sur de Río Grande al norte, del norte del Río Grande al sur, y que va pasando de generación en generación no solamente a través de los discos, sino a través de la fiesta, del arrullo de la mamá, del canto del papá”.

Destaca la presencia de Carlos Corales en la guitarra en muchos temas. Y de Denisse, su mujer, ambos pioneros del rock chileno con su grupo Aguaturbia. “Aparte de ser buenos músicos y ser parte de la historia de la música de la sicodelia a nivel mundial, editados en Inglaterra y en EE.UU., son personas de una humildad y una ubicación que ojalá tuvieran muchos jóvenes” reflexiona. Y habla del cariño que le tenían a una joven Denisse, Víctor Jara y los Quilapayún.

De paso desmiente aquello de que el PC se oponía al rock: “La historia de la música popular chilena en general, esta especie de agua que va debajo del puente que no se conoce, habla de un país mucho menos dividido de lo que se nos pretende hacer creer. Hay todo un discurso anti PC, como por ejemplo que el PC odiaba el rock and roll, pero eso es falso. En el PC había muchos rockeros. El Gato Alquinta era de la Jota… El rock es música, no es política. Este paso que dan los mexicanos de acercarse al rock también pasó en Latinoamérica, en Perú, en Argentina, en Chile”.

Algunas canciones del disco

Dos canciones del nuevo disco nacieron a partir de su experiencia cuando hacía talleres de poesía en las cárceles: “Arica 1971” y “Ferrocarriles clandestinos”. Cuenta que muchas de las ideas de los presos eran fantásticas. Se le ocurrió entonces hacer corridos con éstas pero nunca resultó. Los presos no querían escribir canciones.

“Arica 1971” es una historia que le escuchó a Rolando Pincheira, un traficante que murió hace poco, a quien todo el mundo respetaba. “Él me adoptó y el taller se hizo gracias a que él estaba ahí. Él me contó esta historia de Arica 1971, y yo le insistí que la hiciera como corrido. Y me quedó y la escribí, prístina, tal como me había quedado en la cabeza”. Narra la anécdota de un narcotraficante detenido por la policía con un cargamento de cocaína, pero con tan buena suerte, que había sido estafado y la droga no era cocaína sino harina.

La otra, “Ferrocarriles clandestinos”, es una adaptación de una canción que empezó en 1985 con otro sentido (Ferrocarriles de los desaparecidos), le dejó el estribillo y derivó en los carritos de los traficantes, en la típica historia del lanza internacional que se va a trabajar afuera.

También se oye un blues dedicado a Recabarren. Confiesa que le gustaría hacer un musical sobre él. “Quisiera escribir sobre ese momento de la historia de Chile, el despertar de la clase obrera, de la figura de Recabarren, de su mujer, un momento muy difícil de la historia de Chile que uno conoce por los libros, que tuvo a estos héroes. Uno no se imagina lo que fue eso”.

Dice que una vez cantó en la casa donde se suicidó, que ahora es un café en Bellavista. No podía sacarse la idea de si estaba cantando en la misma pieza donde se había suicidado. “Es una figura muy inspiradora para el futuro. No es un hombre del pasado, es un hombre del futuro, a quien le toca actuar en una parte de la historia de Chile que no era fácil, aunque nunca es fácil…”

Otra canción que merece mención aparte es “Marcianita”, por la paradoja de su origen. Nació en Chile en los años 50 como un foxtrot o foxcanción (como lo llama el musicólogo Juan Pablo González, quien se dedicó a estudiar la historia de la canción en detalle) que se oponía al naciente rock and roll, pero al pasar a Argentina y Brasil terminó convirtiéndose en la canción fundadora del rock. Acumuló con el tiempo muchas versiones en el Cono Sur y llegó a ser reversionada hasta por Os Mutantes con Caetano Veloso.

Barrio Yungay y la vida de barrio

Si algo ha caracterizado a Redolés es ser un amante y activo vecino de su querido Barrio Yungay. Incluso realizó un proyecto de poner placas recordatorias en lugares del barrio donde vivieron destacados personajes de nuestra historia literaria: Vicente Huidobro, Nicomedes Guzmán, Daniel de la Vega, etc.

De la evolución del barrio dice que éste “subsiste a pesar de los intereses de las inmobiliarias… Para los capitalistas no hay vida de barrio que les interese… Hemos intentado unirnos en distintos movimientos. Mucha gente, muchos grupos de vecinos presentes tratando de hacer vida de barrio y salvaguardarla. A veces no se respetan las líneas de construcción antigua. En Cueto con Compañía hay edificios construidos que no respetaron las líneas de construcción. Cortaron los árboles además. Debe haber formas de evadir y ganarse unos millones más…”

Lo que se viene

¿Qué lectura haces tú de lo que se viene en política?

Fui militante del PC durante 18 años y me salí porque no era una organización democrática internamente y porque pensé que si llegaban al poder tampoco iba a ser una organización democrática. Pero tengo grandes recuerdos y mucho cariño por el PC. Fueron mi familia en la cárcel, en el exilio, cuando llegué a Chile, pero también había mucho olor a caca. Incluso cuando me anduvo siguiendo la CNI, yo tuve que negar que era del PC y me lo enrostraron después algunos pelotudos. Ya con eso es para irse de esa organización altiro.

Pero tuve paciencia, duré unos años más. Porque, claro, había también gente adorable en el partido y uno quería cambiarlo también para la revolución. Pero creo que la gente que está hoy día está lejos de la revolución. No hablo de una caricatura de revolución, hablo de los cambios estructurales de una sociedad, que no necesariamente tienen que pasar por la lucha armada.

La violencia no es útil. Lo que construyes tú con la violencia lo proyectas en la sociedad futura. El gran tema es cómo puedes hacer consenso con los que dominan, con los que están en el poder, con los que están haciendo el saqueo en Chile. Eso es imposible, hay que sacarlos. Y ésa es la política. Y yo creo que Sfeir, Roxana Miranda y Marcel Claude mostraron un camino, con diferentes matices, pero es un camino, que no es el mismo de MEO, ni qué decir de los demás. Y quedó la mano entre las hijas de los generales, pero no hay grandes diferencias entre ellas.

¿No las hay?

La derecha chilena tenía a un gran administrador que era la Concertación, pero como son tan…, se metieron, metieron a Piñera. Si hubieran dejado a la Concertación… Pero la elección de Piñera significó el despertar de mucha gente. Como me dijo un chofer de taxi una vez: ‘Chile es el único país donde elegimos de presidente a un asaltante de caminos’. Porque en el fondo todo el mundo sabía y sabe quién es Piñera.

El engrupimiento y la ignorancia de la gente nos hace decir: es lo mismo… Pero no es lo mismo. Ellos son la derecha. Pero con los gobiernos de la Concertación hay muchas explicaciones, pero no hay diferencias. Con Piñera no hay ni explicaciones. Los grandes problemas están lejos de lo que puedan hacer la Bachelet o la Mathei, por voluntad política y también por realidad política. Si no construimos la fuerza los que no queremos el estado de cosas actual, no va a pasar nada.

 

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