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La historia del arquitecto que vendió dibujos para construir casas tras el terremoto El libro de ilustración que da cuenta del proceso se presentó ayer en la galería Porte d’Italie, en Providencia

La historia del arquitecto que vendió dibujos para construir casas tras el terremoto

Tras el proceso de construcción en la zona devastada, entró en un proceso reflexivo y escribió «Dibujos por madera», un libro ilustrado que además de ser una crónica del terremoto es un relato crítico y un diario personal, y «La casa de la oveja María», una versión infantil del primero. El arquitecto Edmundo Browne tardó dos años en escribir el guión –a ratos divertido, a ratos dramático– y en hacer los 417 dibujos de esta narración que no es ficcionada. Al contrario, es una historia real.


Edmundo Browne (arquitecto e ilustrador, 35 años) había vuelto a Chile de vacaciones, interrumpiendo sus estudios de posgrado en la Universidad Politécnica de Cataluña. Para el día del terremoto, el 27 de febrero de 2010, se encontraba en la playa con su familia. Lo que debió ser un período de relajo, se transformó en un remezón que cambió un poco su vida. Compadecido por las víctimas del cataclismo, se quedó más tiempo en Chile para diseñar y construir, con ayuda de amigos y familiares, dos casas a familias que habían perdido las suyas en Cauquenes y Quirihue, zonas profundamente afectadas por el terremoto. Esta es la historia de ese proceso y de dos libros que nacieron a partir de la reflexión de ese proceso (una crónica ilustrada y un libro infantil).

Foto: Edmundo  Browne

Foto: Edmundo Browne

Las casas

Browne cuenta que estaba haciendo un proyecto en Cauquenes que no tenía relación con el terremoto. Fue entonces que se enteró de que un vecino de su mamá, que vivía en el campo en Cauquenes, se había quedado sin casa y la mamá de este estaba durmiendo debajo de un espino. Además, la mamá de la señora que trabajaba en la casa de sus padres en Quirihue también había perdido la casa. Al enterarse de esto y ver la devastación de la zona, le produjo un impacto tal que la única cosa que se le ocurrió fue hacer algo por sus propios medios.

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En su faceta de ilustrador recurrió a 25 dibujos que tenía y comenzó a rematarlos. Otros amigos suyos en Barcelona hicieron un asado y juntaron plata. Una profesora suya de arquitectura en España organizó una subasta de dibujos. Su idea era hacer dos mediaguas, pero como juntaron más dinero, finalmente diseñó un modelo de casa que pudo prefabricar y construir con ayuda de amigos y familiares tanto en Cauquenes como en Quirihue.

Estando en la devastada zona le pidieron colaborar en otras cosas, pero él pensó que era más útil ayudar en un proyecto específico de escala chica y poder solucionarlo por completo. El arquitecto relata que fue un trabajo pesado y difícil porque no había materiales. Para solucionar este problema consiguió colaboradores en Holanda, Estados Unidos, Brasil y Barcelona, a quienes les mostraba los avances del trabajo mediante un blog que subió a internet. Su modalidad fue que en lugar de pedir plata para la construcción de las casas, pidió tablas (de ahí el nombre del proyecto y del libro, “Dibujo por madera”). Entonces cada persona donaba una cantidad de tablas (cada una costaba dos euros o $ 1.500 pesos) y luego les enviaba una foto de las personas en Chile con agradecimientos antes de clavar la tabla que algún foráneo había donado, lo que según Browne le dio “una cosa simbólica de hacer parte a los que ayudaban en el proceso de construcción”.

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Hasta aquí la historia es muy “bonita y generosa”, y nos habla de una persona caritativa que se motivó a ayudar de manera desinteresada y solo por convicción y estremecimiento a personas que se habían quedado sin nada después del terremoto. Pero “la realidad es la realidad”, cuenta el arquitecto, y en algún minuto se enteró de que una de las señoras a quien le habían construido una casa no quería vivir ahí y había vuelto a vivir debajo del espino. Después también supo que la otra señora tampoco quería vivir en la casa.

Arquitecto Edmundo Browne

Arquitecto Edmundo Browne

“Nos dimos cuenta de que las cosas son muy diferentes a como las imaginamos, que los factores que influyen en estas cosas son variados y que los problemas son más profundos. Las personas para las que fueron construidas estas casas no estaban acostumbradas a este tipo de construcciones, además de que estaban en shock, que es un proceso muy difícil y que no se soluciona solo con una casa”, relata Browne.

Todo eso le sirvió para darse cuenta de que en las familias y en el sector había muchos conflictos. Llegaban las mediaguas y la gente las vendía. Hechos esperables para una situación como esa, justifica Browne. “Ellos vivían en sus casas de adobe de toda la vida, las perdieron y llegaron unas personas que no conocían a construir una casa y después se van, entonces pasó un periodo bastante largo en que nos cuestionamos mucho lo que habíamos hecho. Sentíamos que nos habíamos equivocado y que no deberíamos haber hecho nada, pero finalmente todo esto son etapas de un trauma que se vive en una comunidad, porque con el tiempo las señoras se acostumbraron a las casas y volvieron a vivir en ellas”, narra el arquitecto.

Foto: Andrés Daly

Foto: Andrés Daly

El ejercicio de construir una casa con los medios mínimos fue más que un problema de arquitectura. Si bien le implicó tomar dos o tres decisiones muy sencillas de diseño y estructura, lo que rescata Browne es “el hecho de haber tenido la suerte de haber conocido a las familias”. Agrega que el que esas familias no hayan querido vivir en un principio ahí “es un tema que rebasa la arquitectura, hace cuestionarse la arquitectura. Porque quienes habitan las cosas son otras personas  y eso puede funcionar muy bien o muy mal”.

De paso este complejo proceso sirvió para reafirmarle una serie de sospechas que él tenía. “En las escuelas, los arquitectos tienden a tener discursos muy académicos, y con teorías, de verdad no se ayuda a mucha gente. Las ciudades están construidas en un 99% por inmobiliarias y eso es de un discurso muy lejano a la gente”, reflexiona.

Otra arista importante que dice relación con las políticas públicas y con el estado de la arquitectura nacional fue el constatar que “en Cauquenes la gente había postulado a un subsidio y a través del Estado podía elegir entre 64 modelos de casas que estaban en el Minvu. Casas de 50 m2 que tenían baño, pero ni una de esas casas habían sido diseñadas por un arquitecto, alguien que haya pensado el espacio”, advierte.

terre6Junto con lo anterior, otra cosa que le sorprendió fue que Chile, “siendo un país sísmico, con tanto arquitecto, no existiera una solución de diseño para casa más definitivas”, comenta. La casa diseñada por Browne cuenta con un estar, dos habitaciones y una terraza cubierta. Los planos se incluyen en el libro y están en el blog (http://2casasparaelmaule.blogspot.com), desde donde cualquier persona puede verlos y construir una casa. “La idea era dejarlos a disposición de quien quiera ocuparlos. Están disponibles también toda la información y las especificaciones técnicas; listo para construir. Es una casa pensada para que una persona con un serrucho y tablas pueda construir algo razonable sin tener que recurrir a mano de obra especializada”.

Un libro que terminó en dos

terre5Finalmente hicieron una especie de ceremonia, una entrega formal de las propiedades, junto a algunos de los colaboradores del proyecto, entre ellos algunos de los hijos de las señoras afectadas, quienes estaban muy orgullosos  con el resultado final. Tras esto, a modo de reflexión de todo el difícil proceso que significó la construcción, Browne se sintió motivado a escribir un libro, cuyo fin, él lo explica: “No era mostrar que nosotros somos buena onda y que construimos casas para personas afectadas por el terremoto, sino que precisamente esto no se trata simplemente de eso: que con una casa no se soluciona todo, sino que son procesos más complejos que tienen que ver con la comunidad, de estar con las personas. Eso es lo que viví y saqué como conclusión”.

El libro se le ocurrió un día que iba manejando muy frustrado de vuelta a Santiago. “Me dije cómo puedo escribir algo que alguien lo lea y que esta experiencia pueda servir a otros o inspirar”, cuenta sobre el origen del libro.

Y así fue como nació Dibujos por madera, un libro ilustrado, y también una crónica del terremoto, un relato crítico y un diario personal. Browne tardó dos años en escribir este guión –a ratos divertido, a ratos dramático– y en hacer los 417 dibujos de esta narración que no es ficcionada, sino una historia, como bien sabemos, real.

Lo que pudo ser una tragedia se narra con humor en el libro. Sintetizarlo nos podría llevar a hablar de solidaridad y compromiso –palabras que no aparecen en el libro– o a criticar mucho de lo que sucedió en el país en las semanas posteriores al terremoto –lo que sí aparece en el libro.

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Pero del primer libro nació un segundo, una versión infantil, síntesis del relato del primero, ilustrado con acuarela, tinta y lápiz, que lleva por título La casa de la oveja María. Como todas las historias para niños y niñas, aquí Browne nos regala una moraleja.

El libro para adultos es una especie de novela gráfica o cómic  y cuenta la historia real de la reconstrucción de las dos casas, desde el terremoto, cómo se obtuvieron los fondos, el remate de ilustraciones, la ayuda prestada por  amigos. “La obra tiene fotos y dibujos y es una historia real, es una crónica ilustrada”, explica.

“Y el cuento infantil es como la síntesis y lo que aprendimos de esa experiencia que fue lo que motivó el libro. Sería como la moraleja de esta historia que es real. Es una especie de fábula. Los personajes son animales del campo chileno: una oveja, un perro, un chancho y un conejo,  el contexto es Cauquenes, y a los personajes les pasa lo mismo que en el otro libro” concluye Browne.

 

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