El artista, precursor a mediados de los 80 del uso extendido de la técnica del esténcil, y de este modo también inspirador de Bansky -el artista callejero más importante del momento-, opina que el humor es uno de los mecanismos por el cual se pude transmitir con mayor claridad un mensaje, muchas veces político, ya que además de quedar impreso en el muro, queda impregnado «en el recuerdo de la gente».
Blek Le Rat, llamado también el «padre del esténcil» y por extensión precursor de Bansky, es uno de los artistas callejeros más importantes del mundo.
Una de sus primeras imágenes fue una rata que empuñaba con una de sus patas un rodillo de pintura.
A mediados de los 80, esa imagen que Le Rat grabó en las ciudades más importantes de Francia fue calificada como un acto subversivo y se le persiguió como a otros tantos grafiteros o representantes del incipiente movimiento del street art.
A la rata, que luego se transformó en su marca, le siguieron tanques de guerra y figuras humanas de tamaño real que imprimió en los muros de París. Su trabajo se convirtió en ícono en el mundo entero y su técnica del pochoir (plantilla), en canal de expresión política, una forma de despertar los ánimos cansados de rutina con un poco de humor y desconcierto.
Ahora, mientras realiza uno de sus grabados en el Gam, invitado por Puma a las Urban Art Sessions, Le Rat reconoce que aunque después sus motivos pictóricos fueron variados, en sus comienzos su obra puso el acento en la política y en los conflictos sociales. Y es que no podía ser de otra manera, ya que sus inspiraciones o el acto de lucidez que lo llevó a masificar su técnica nació de dos experiencias: los graffitis que vio en Nueva York y la propaganda fascista italiana que observó en la calles cuando niño.
«Comencé en 1981 como estudiante en una escuela de Bellas Artes de París (Ecole des Beaux Arts). La primera vez que vi graffitis fue en un viaje que hice a New York en 1981, en el metro, en tag (nombres o firmas). En ese tiempo no existía el arte callejero en Europa. En diez minutos pude procesar este arte en mi mente y diez años después comencé a trabajar, tomando esta influencia», explica.
Y añade: «Intenté hacer graffitis a mano libre, pero no me gustó el resultado, lo encontré horrible y recordé un viaje que hice a Italia con mis padres, en el que vi símbolos en los muros. Había una imagen de Mussolini con casco y le pregunté a mi padre cómo se hacía eso y mi padre me explicó que los fascistas, admiradores de Mussolini, utilizaban la técnica del esténcil. Le pregunté por qué hacían esto y me explicó que era una forma de propaganda, una forma de difundir una idea», cuenta Le Rat a poco tiempo de comenzar a grabar la figura de un violinista en uno de los muros del Gam.
Bleck Le Rat, de nombre verdadero Xavier Prou, llegó hace unos días a nuestro país para pintar un mural en Valparaíso junto al destacado artista del street art nacional BascoVazko, y una de las reflexiones que le provocó su visita -aparte de una grata sorpresa por el delirio de color que inundan los muros del puerto- fue confirmar que acá, como en cualquier otro lugar del mundo, el graffiti es un mecanismo de expresión democrática y, por lo tanto, un peligro para los gobiernos que prefieren que el pensamiento popular no se exponga libremente.
«Fui a Valparaíso y lo encontré totalmente increíble, la cantidad de arte callejero que existe es de una excelente calidad. En todas partes hay muchas obras de artistas muy talentosos, es un ejemplo, porque creo que el grafitti es la forma de arte más importante en el mundo, porque es simple y lo encuentras en cada ciudad del mundo, incluso se puede hacer en países represivos como China y es más peligroso que vender drogas. Por ejemplo en Francia si vendes drogas no vas a la cárcel, pero si haces graffiti te pueden meter preso o multar hasta en cien mil euros», cuenta Le Rat, al tiempo que se interroga asimismo. «Hay que preguntarse por qué las autoridades tienen más miedo a un graffiti que a la droga. Yo creo que esto sucede porque es peligroso para los gobiernos y las autoridades que la gente exprese en la calle lo que piensa de ellos», afirma.
Una de las emociones que provoca Le Rat con sus trabajos es el desconcierto y lo hace a través de la ironía como mecanismo para estimular el humor.
«Creo que el humor es importante porque impacta en la gente, es algo que recuerdan. En este sentido comparto la opinión de Banksy, quien dice que hoy mucha gente que vive en las ciudades tiene acceso a cámaras con las que registran lo que les llama la atención o les gusta y lo comparten o suben a internet y con ellos hay muchísimo más difusión; y el humor es una buena forma para tocar a la gente, para impactarla. Una imagen sin agresión y con humor tiene un alcance más profundo», cuenta el ícono del street art francés.
Aunque el graffiti y su diversas técnicas, desde el aerosol a mano alzada hasta el uso de plantillas nacieron como una expresión en la calle, Le Rat recomienda al público que aprecie este trabajo «como un regalo para ellos, porque no está encerrad0 en un museo y que siempre está en un lugar público donde todos tienen acceso a él». A su vez, el pintor reconoce que desde un tiempo a esta parte, el street art sí está llegando a los museos, lo que ha significado una revalorización del trabajo tanto desde su perspectiva artística como económica.
«El graffiti empezó hace más de 50 años en Nueva York en los años 60. Esos primeros trabajos desaparecieron; siempre ha sido un arte efímero. Es una lástima que de esos primeros trabajos no quede nada. Creo que es importante mantener estas manifestaciones, el que este arte entre en los museos ha significado que se le entregó valor estético y también económico. Se vende en grandes sumas en subastas, mucha gente está interesada en lo que está produciendo este movimiento y eso es importante, porque permite que la obra se mantenga en el tiempo,» sostiene el artista.
Para Prou, quien precisamente logró catapultar su carrera cuando expuso en el conocido museo francés Pompidou, y luego de que saliera una publicación sobre él en el diario Le Monde en 1986, titulada, “L´ecole de Blek Le Rat”, con el graffiti piensa que «ha sucedido un fenómeno parecido a lo que pasó con el pop art. Esto de ponerle valor y que se compren obras, es una experiencia nueva».
«La presencia del street art en los museos es una transgresión del mensaje original de la academia. Por ahora no puedo decir si eso es bueno o malo, ya que al entrar cambia su idea original de que el arte puede ser entendido y adquirido sólo por una elite. El street art incorpora la idea de que el arte puede ser gratis y para todos», remata el artista.