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La gastronomía de Peyo: señor ajiaco y mucho más Crítica gastronómica

La gastronomía de Peyo: señor ajiaco y mucho más

Si uno quiere, el paso por las mesas de esta picada ñuñoína puede ser de lo más enjundioso, o de lo más reponedor, siempre con la chilenidad por delante.


Hay una buena y, digamos, ancestral alternativa si se quiere aprovechar todo lo que puede quedar después de un asado. No es mala idea pensando en que este sábado el Mundial de Fútbol puede dejar un reguero de carnes sobre las parrillas, y más de alguno prefiera comerse las uñas a probar lo el fuego le entregue. La lógica del Ajiaco chileno (no el colombiano que es otra cosa) es el paradigma de la economía doméstica. La carne se cocina hasta convertirla en caldo, con papitas cortadas a lo largo, cebolla, algo de cilantro y un huevo crudo que navega en una sopita ligera y reponedora. El brunch de nuestros abuelos, sobre todo cuando la resaca era el premio de (des) consuelo de una noche larga. Ese plato tan entrañable y de sobrevivientes, también figura en restaurantes de raigambre criolla como el ya clásico Peyo.

guatitas

Guatitas a la jardinera con arroz

Erizos

Erizos al matico

EMPANADAS

Empanadas de pino hecho con plateada

Allá si que hay carne para reacondicionar, sobre todo su plateada que es una de las más reconocidas de la capital. Es grande el plato, casi una palangana de greda con todos los ingredientes antes nombrados y por su precio ($ 3.890) se convierte en una alternativa de peso para el frío y el presupuesto. Hay más buenos precios y platos con historia casera en este local. La nunca bien ponderada porción de Guatitas a la jardinera con arroz ($ 3.990), enjundiosa y de gusto intenso y controversial para algunos. Las pequeñas pero efectivas Empanadas de pino hecho con plateada ($ 3.990) de buena fritura y corazón con gusto a la especialidad de la casa. O bien una pequeña joya de frescura, como es la porción de Erizos al matico ($ 4.190). Por estos días vienen del norte y por eso lucen sus lenguas cremosas, consistentes, de naranjo intenso y que merecen pleitesía culinaria así, casi al natural, con algo de cebolla morada picada y cilantro. Una selección parte de una carta probada durante más de tres décadas, en un espacio generoso en mesas, con harto vino clásico para compartir y con una impronta que aún recuerda al viejo y residencial Ñuñoa, ese de grandes comedores.

Lo Encalada 465, Ñuñoa.

Tel. 2274 0764.

Nota: a este restaurante se asistió invitado.

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