Publicidad
“Sanhattan”, la novela visionaria que describe «el triunfo del capital sin culpas» del Grupo Penta El libro del escritor Ricardo Wurgaft fue publicado en 2012

“Sanhattan”, la novela visionaria que describe «el triunfo del capital sin culpas» del Grupo Penta

La novela es una mezcla de realidad y ficción, en la que el escritor recoge sus experiencias al mando de la gerencia comercial del Banco Penta, tras haber sido, con apenas 24 años, gerente de marketing y planificación de Banchile Inversiones. “Parecía imposible que la justicia alcanzara a grupos tan poderosos, salvo que, como ocurrió aquí, uno que formó parte de ese grupo y gozó de sus privilegios se atreviese a desconocerlos», dice el autor en relación a Hugo Bravo, de quien –sostiene– incluso daría material para una nueva novela, la «de un oscuro capataz que defiende a los jefes hasta que los desafía y van a un duelo”, comenta.


La novela sobre la vida de un corredor de la bolsa de Santiago fue publicada en 2012. Sanhattan – Confidencias de un lagarto en los 90 (Editorial Catalonia), de Ricardo Wurgaft (1972), recibió excelentes críticas en su momento por su duro retrato de cómo, en la primera década de la transición, el viejo sector financiero dio paso a un nuevo modelo de derroche y riesgo. Ahora, tres años después, cobra una vitalidad insospechada, toda vez que la novela –en una mezcla de realidad y ficción– recoge las experiencias personales del autor como un joven ejecutivo al mando de la gerencia comercial del Banco Penta.

En este trabajo, Wurgaft observa cómo el país «se preparaba para el desenfreno, para el desparpajo de sus clases dominantes, para el triunfo del capital sin culpas, del dinero, del arribismo, de una ostentación nunca antes vista, de los nuevos ricos riquísimos, de las élites y sus guetos en suburbios, colegios y universidades precordilleranas».

snahattanEl libro cuenta las aventuras de Esteban –un ingeniero comercial de la Universidad Católica y con domicilio en Vitacura– en el mundo de las finanzas de Chile. Lo interesante en los días que corren ocurre en la mitad del libro, cuando el protagonista –ejecutivo del Banco de Chile– es invitado por un familiar a crear el “banco de inversiones del Grupo Hexa”.

“Con la diligencia del que no tiene nada que perder, anoté en una hojita las siguientes condiciones: sueldo líquido mensual de seis millones de pesos; bono anual mínimo garantizado de seis sueldos; un dos por ciento de la propiedad del banco; un bono inicial de veinte millones de pesos; veinte días de vacaciones al año”, escribe el personaje, condiciones nada extemporáneas en un sector como la banca chilena, que en 2014 ganó más de 3.800 millones de dólares.

Será sólo el comienzo.

También los políticos

El paso al Grupo Hexa le significa a Esteban el paso de Santiago Centro a Las Condes, pero no únicamente eso. Como gerente no sólo debe ayudar en temas de plata, sino también políticos, como pronto verá, por ejemplo, cuando es citado en su oficina por “Manuel Antonio Solano”, el presidente del Grupo para que –en plena campaña presidencial– le junte “frases útiles” sobre el “emprendimiento” para “Joaquín”. Sí, el mismísimo Joaquín Lavín.

“La izquierda anda hueveando con el lado femenino, con lo sensible y maternal. Por eso nosotros tenemos que demostrar fuerza, energía, acción”, le dice Solano, un hombre de familia numerosa y oficina llena de crucifijos.

Ricardo

Ricardo Wurgaft

Comienza entonces un entretenido diálogo entre lo que parece un viejo jefe mafioso y un audaz sicario en alza, que pronto conocerá sus límites. Porque cuando luego Esteban se atreve a lanzar un sarcasmo a su jefe por decir éste que “Maquiavelo” era “maquiavélico”, Solano se transforma.

“Se irguió por completo y sus ojos se tornaron fríos, crueles, implacables. Pareció aumentar de tamaño, rejuvenecer y volverse agudo como una fiera, como un depredador. (…) Tenía ante mí a una clase de persona que nunca había visto, a una bestia que no figuraba en el catálogo de tipologías que yo había coleccionado. (…) Su mirada me produjo un temblor reverente, irracional, la clase de terror que no provoca el inminente peligro físico”.

Duro trabajo… y fiesta

Esteban trabajará en la creación del Banco Hexa “como nunca lo había hecho en el pasado y como espero no tener que hacerlo nunca en el futuro”, “durante jornadas que se prolongaban hasta altas horas de la noche y que se extendían a los fines de semana”, según la novela.

Un trabajo que rendirá frutos, porque los clientes pronto empezarán a llegar… y con ellos “la fiesta”. Después, de todo, “¿qué hace un hombre de treinta años, soltero, solitario y copado de trabajo, con seis millones de pesos al mes?”.

Comprará un Audi 4. “Libros, música, masajes: todo ellos contribuía a hacer mi vida más llevadera, más grata, más amable. Pero de todas las formas de esparcimiento, de todas las distracciones, aquella que sin duda concentró en mayor medida mi interés y mis recursos financieros fue la prostitución”, cuenta Esteban.

“Lo máximo que llegué a pagar por mi paso por los elegantes salones y sórdidos burdeles fueron tres mil dólares por poner mis manos sobre una checa en Nueva York. Lo mínimo, seis mil pesos por hacer subir a mi auto a una muchacha de Angol, Novena Región”, cuenta.

El cansancio

Las mujeres atractivas también hacen su trabajo en otra forma, como cuando Esteban visita, con fines de vender sus productos financieros, a “Don Arturo”, el “mandamás de una de las empresas más grandes de Chile”, dedicado entre otras cosas a la celulosa. Lo hace junto a un colega y una ejecutiva de «Hexa», una “preciosa, rubia y de ojos verdes, quien consiguió esta reunión”.

Tras realizar su oferta, es ella quien le tiende los contratos a “Don Arturo”, “y le entrega esos papeles con el mismo gesto con que una striptisera se quita la última prenda del show”, mientras el cliente la mira con lujuria.

No importa que luego “Don Arturo” diga que su hijo, “Fernandito”, es quien le lleva las platas, porque ahí saltará Esteban para decir que fueron compañeros de universidad y que era “un alumno brillante”. “Es tan grande la mentira, tan atroz y descarada la hipocresía, que hasta don Arturo me mira con incredulidad”, reflexiona Esteban. Aunque finalmente lograrán su objetivo.

Ese mismo día, ya de regreso, Esteban piensa: “Ese día se cumplían cuatro años desde que llegué a trabajar a Hexa. Cuatro años sin un solo día de vacaciones, cuatro años sin un solo instante en que mi cabeza no estuviera pensando en productos, clientes y estrategias comerciales. Cuatro años de soledad, en que mi alma se había ido secando, resquebrajando”.

No sólo Esteban está agotado. “El banco estaba en problemas. Los éxitos iniciales se habían quedado atrás y las metas de ventas de los periodos recientes no se habían cumplido. Para agravar las cosas, buscando resultados rápidos habíamos contratado personal y levantado proyectos paralelos, lo que había disparado los costos. Enrique comenzaba a tener divergencias cada vez mayores con los dueños, quienes proponían, contra nuestra opinión, que el Banco se abriera a las áreas de financiación empresarial y fusiones y adquisiciones”.

“En lo personal, yo era una sombra de mi antigua energía, de mi vehemencia y mi capacidad de estar en todo momento en todas partes. Cada vez me convencía más de que cuanto me rodeaba era absurdo. Peor aún, me parecía que ese absurdo exterior no era sino el reflejo del absurdo interior. ¿Qué hacía yo sumido en ese baile pomposo y ridículo? ¿Entre estos brutos ignorantes, patanes con las narices pegadas al suelo a la siga del dinero, como cerdos tras trufas?”, se cuestiona el protagonista.

Terminaría despedido.

El uso frío del poder

Por todas estas cosas, está de más decir que Wurgaft tiene méritos de sobra para opinar del caso Penta, a partir de Sanhattan, un libro que aunque “es sobre un personaje que trabaja en ‘Hexa’, no intenta ser sobre ‘Hexa’ y podría ser otro lugar con características similares”, aclara de entrada.

Wurgaft sí admite que en la obra “aparecen indicaciones, gérmenes que han brotado con el escándalo, cuando el personaje observa el uso premeditado, frío y deliberado del poder. Ahora vemos que existía la pretensión de controlar un partido político y desde ahí los destinos del país”.

¿Podría decirse que su novela ayuda a entender mejor el caso Penta? “El caso es muy amplio y cuesta entenderlo sólo desde una novela”, responde. “Revisar la historia de Chile ayuda a entenderlo. Ha habido importantes reportajes periodísticos y novelas del campo chileno y de la relación entre patrón y empleados que dan luces. La novela es descriptiva y no busca hacer un juicio público, cada cual podrá hacer el suyo con los antecedentes que van apareciendo. La novela intentaba describir el mundo interno del personaje en los escenarios en que vivía. Uno de ellos era ‘Hexa’”, señala.

“Lo que sí podría constatar es que el exceso de dinero relativiza el valor de las personas, que los que sueñan con ser gerentes o grandes ejecutivos también tienen una miseria que vivir, que deben convivir con la decadencia moral y el doble discurso”, reflexiona.

Wurgaft insiste en que su idea “era hablar de un personaje que está en busca de sí mismo y que trabaja en ese banco”.

“Quiso ser una escritura desde ese lugar, terminó siendo una denuncia de la frivolidad y de la ambición del personaje”, señala. “‘Hexa’ era el telón de fondo, que enfrenta al protagonista con el origen del poder, con la pregunta de qué hace a estas personas poderosas. Con la violencia que involucra ese poder. Nunca pretendió el libro ser una denuncia de otra cosa que no fuese el ego del personaje”.

¿Le parece a Wurgaft que el banco Penta sea un ejemplo paradigmático de ese nuevo modelo financiero, especulativo y derrochador, del que habla el libro? “Sin duda. A partir de los 90, el milagro económico, el dinero a raudales, la propiedad de las empresas públicas en manos de privados, la escasa cultura cívica, los partidos políticos debilitados y en busca de financiamiento, todo ello construyó un modelo único, que nadie sabía hasta cuándo podía crecer sin que fuese profundamente cuestionado”, dice.

Aun así, nunca imaginó que el Grupo Penta pudiera estar contra las cuerdas, como ocurre hoy. “Parecía imposible que la justicia alcanzara a grupos tan poderosos, salvo que, como ocurrió aquí, uno que formó parte de ese grupo y gozó de sus privilegios se atreviese a desconocerlos…”. Al autor le parece interesante la figura de Hugo Bravo, ex director del Grupo. “Daría para una novela… el personaje de un oscuro capataz que defiende a los jefes hasta que los desafía y van a un duelo”, comenta.

– Cuando publicaste tu libro, ¿recibiste algún comentario de tus ex colegas del Grupo Penta?
– Sí. Como la gente lee poco, creían que era el anuario de colegio privado. En general no hicieron más que buscar la persona tras cada personaje, dejando de ver que muchos de ellos se habían transformado en personajes, en versiones ficticias de ellos mismos.

Publicidad

Tendencias