Publicidad
El mundo del libro. En conmemoración del cuarto centenario del fallecimiento de Cervantes Opinión

El mundo del libro. En conmemoración del cuarto centenario del fallecimiento de Cervantes

Hans Frex
Por : Hans Frex Licenciado en Filosofía. Alumno del programa Magíster en Teoría e Historia del Arte de la Universidad de Chile.
Ver Más

El mundo del libro no lo podemos pensar como un reflejo en el espejo de la naturaleza, como una mera imitación del mundo. Antes bien, el libro gesta artificialmente el mundo que crea. Y este mundo del libro incide y modifica el mundo en que vivimos. Esto es lo que se entiende como un acontecimiento.


Este 23 de abril se celebra el Día del Libro, en homenaje al día en que fallecieron Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. La importancia que tiene este día para nosotros radica en que en esta fecha se cumple el cuarto centenario de la muerte de Cervantes.

En un contexto general, cabe señalar que vivimos en una cultura del libro, lo que quiere decir que todo lo que podemos conocer se encuentra en algún libro o, por lo menos, en una revista.

El libro fundamental de nuestra cultura occidental es la Biblia, que Nietzsche denominó “el libro en sí”, esto es, el modelo de todo libro y donde el logos, el conocimiento, está inscrito como ley.

El segundo libro más importante para nuestra cultura es sin duda El Quijote, el libro más glosado, comentado y vendido después de la Biblia.

Pero la importancia de un libro no puede ser determinada por el número de ventas y de ediciones. Harry Potter es más vendido que Altazor, pero Altazor es mejor que Harry Potter.

Varios autores se han detenido extensamente en el problema de los clásicos, qué es lo que hace que un libro sea clásico. No quisiera abordar eso aquí. Quisiera decir algo mucho más sencillo: recordar la vieja definición del libro como un mundo y que refiere al Liber-naturae, al libro abierto de la naturaleza que encierra todos los misterios que revelan los libros de la biblioteca.

El mundo es la totalidad de los entes. A diferencia del animal, que es pobre de mundo, el hombre es configurador de mundo, por lo que sólo él habita en un mundo. El animal, al ser pobre de mundo, vive en un medio.

¿Cuál sería entonces la diferencia de un libro corriente con un clásico si ambos encierran un mundo? La complejidad del mundo que configuran.

Ahora bien, el mundo del libro no lo podemos pensar como un reflejo en el espejo de la naturaleza, como una mera imitación del mundo. Antes bien, el libro gesta artificialmente el mundo que crea. Y este mundo del libro incide y modifica el mundo en que vivimos. Esto es lo que se entiende como un acontecimiento. El acontecimiento, en términos filosóficos, es el agotamiento de un mundo que queda caduco cuando adviene otro mundo nuevo.

Creo que la riqueza del mundo del Quijote depende de la forma en que escenifica la estructura de todo acontecimiento.

Me explico: hay dos mundos que se confrontan en El Quijote. Uno, el del fantástico mundo de caballerías, el de la concepción geocéntrica, donde el hombre tiene un lugar determinado en un mundo, que es el centro de un universo finito, limitado por las esferas celestes, y cuyo fundamento del conocimiento es la similitud. Foucault denominará al Quijote el “héroe de lo Mismo” porque lee el mundo a partir de los libros de caballerías, y reconoce en Dulcinea a una princesa y en un molino de viento a un gigante.

El otro mundo del Quijote es realista, el mundo del sentido común y de la sabiduría popular, donde todos se ríen de don Quijote. Es el mundo desencantado de Copérnico, donde la Tierra ha perdido el privilegio otorgado por Ptolomeo y esta gira alrededor del sol, donde se han roto las esferas celestes y el hombre se encuentra a la deriva de un universo infinito, dueño de su destino y responsable por su libertad.

Son estos dos mundos, uno del poder real y otro de la cultura popular, el mundo de las caballerías y el mundo picaresco, los que colisionan en El Quijote, clausurando el mundo épico de la caballería cuando adviene el mundo de la técnica moderna.

Ahora bien, al poner en escena la estructura del acontecimiento, de este no queda más que su simulacro. Prueba de esto es que son los mismos personajes del Quijote los que leen El Quijote en su Segunda parte, ingresando su publicación al plano ficticio de la obra. Borges se va a preguntar lo siguiente: ¿por qué nos inquieta que los personajes sean lectores del Quijote? Y responde que si los personajes de la novela son lectores de la misma, entonces nosotros podemos ser ficticios.

La compleja configuración del Quijote denota la riqueza del mundo que gesta artificialmente, es decir, de su acontecimiento en nuestra cultura.

Ahora bien, ¿cuál es la pertinencia de este análisis, su función práctica?

El modelo transaccional que ha propuesto el Ministerio de Educación, como marco evaluativo para la medición de la comprensión lectora, dice que la riqueza del análisis de un texto literario depende de la riqueza del mundo del estudiante.

Si el mundo es creado artificialmente por el libro, y la riqueza del libro depende de la complejidad de su configuración, entonces será sólo el contacto con los clásicos aquello que enriquecerá el mundo en que vive el estudiante y le permitirá sortear con éxito los análisis que realice.

Hans Frex. Profesor de Filosofía

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias