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Fallece Mario Luxoro, biofísco, transgresor, anarquista y el primer científico doctorado en Chile

A través de un comunicado público, la Universidad de Chile comunicó el fallecimiento del doctor Mario Luxoro Mariani, destacado científico nacional, Premio Nacional de Ciencias del año 2000. En este artículo reproducimos el perfil publicado en septiembre por El Mostrador que acompaña el capítulo de Mentes Brillantes, dedicado al biofísico.


Con la exhibición del documental de televisión sobre la vida de Mario Luxoro, Premio Nacional de Ciencias, termina el Primer Ciclo de Mentes Brillantes, la serie de divulgación científica a cargo de la productora Imago, y cuya primera temporada fue transmitida de manera íntegra por El Mostrador Cultura+Ciudad.

Cada capítulo de esta exitosa temporada fue acompañado de un reportaje de investigación sobre las principales problemas que enfrenta actualmente la ciencia en Chile, y cuya crisis llegó a ser portada de prestigiosas revistas científicas como Nature y Science.

En este último capítulo, se transcribe el perfil que le hizo la revista Nature al biofísico chileno.

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El Dr. Luxoro ingresó a estudiar Medicina en la Universidad de Chile luego de haber obtenido su título de Ingeniero Químico en la Universidad Federico Santa María. Reconoció en una entrevista que al estudiar Ingeniería Química se había dado cuenta que la química orgánica lo apasionaba y que quería estudiar bioquímica. A comienzos de la década del 50 no existían en Chile las carreras de bioquímica que tenemos hoy, y la carrera de Medicina en la Universidad de Chile parecía ser el único camino posible para aproximarse a esta disciplina.

En el segundo año de sus estudios de Medicina, el Dr. Mario Luxoro se destacó especialmente en la disciplina de Fisiología, y con gran visión el profesor Bjorn Holmgrem convenció a los profesores Hoffmann y Middleton que era el candidato ideal para entrenarse en el estudio de los procesos fisiológicos utilizando conocimientos de física, química y matemática. En otras palabras Mario Luxoro, con sus estudios previos en estas disciplinas, era la persona indicada para iniciar el estudio de la biofísica en Chile. Según relata el propio Dr. Luxoro, sus maestros chilenos se dieron cuenta que la investigación en fisiología requería de un enfoque más cuantitativo. Ello, al leer la Revista Journal of Clinical Investigation que publicaba gran cantidad de trabajos en los cuales se utilizaban principios físicos, termodinámicos y físicoquímicos para investigar problemas de fisiología celular.

Como consecuencia de esto, interrumpió sus estudios de Medicina y partió en enero de 1953 a Estados Unidos con una beca Rockefeller, como alumno del Programa de Doctorado del MIT (Massachussetts Institute of Technology). En el MIT, utilizando técnicas electrofisiológicas y de microscopía electrónica, se abocó al estudio de propiedades funcionales de axones gigantes de calamar y al estudio de la estructura de fibras nerviosas recubiertas con mielina. Su trabajo de tesis, realizado en forma completamente independiente, fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences en el año 1958.

Al volver a Chile, el Dr. Luxoro se incorporó como académico a la Cátedra de Física Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, desde donde siguió estrechos contactos con los académicos del Departamento de Fisiología. Muy poco tiempo después de su regreso recibió en su laboratorio a otro brillante estudiante de Medicina, Eduardo Rojas, quién se convierte en el primer discípulo de la larga lista de biofísicos chilenos formados al alero del Dr. Mario Luxoro. Con Eduardo Rojas hacen un importante descubrimiento para la biofísica mundial. Descubren que al inyectar una enzima proteolítica (tripsina) en el interior del axón gigante de calamar se pierde en forma casi instantánea la excitabilidad del axón. Este importante descubrimiento, que fue publicado en la Revista Nature en el año 1963, demostró en forma concluyente que las entidades moleculares responsables del potencial de acción eran proteínas y no otro tipo de moléculas, como se especulaba en ese tiempo.

En estos primeros años tras su vuelta a Chile, el Profesor Luxoro aglutina a su alrededor, primero en su laboratorio en Santiago y luego en el laboratorio de Fisiología Celular de Montemar, a tres chilenos quienes habiendo obtenido una formación profesional habían decidido dedicarse a la investigación básica. Es así como llegan a su laboratorio, a mediados de los 60, Mitzy Canessa (Químico Farmacéutico), Siegmund Fischer (Médico Cirujano) y Fernando Vargas (Cirujano Dentista).

Los primeros años de Montemar en la década de los sesenta, cuando había abundantes jibias, en torno a Mario Luxoro y a Eduardo Rojas, quien venía a Chile desde Chicago en los veranos, y a los tres investigadores ya mencionados, se reunió un grupo de estudiantes que compartían la pasión por la investigación con sus maestros. De esta interacción surgieron las tesis de doctorado de Francisco Bezanilla, Ramón Latorre y Cecilia Hidalgo, todas ellas publicadas después en revistas de alto impacto internacional. Pero en Montemar no sólo había estudiantes, ya que para investigar las propiedades eléctricas de los axones gigantes llegaron al laboratorio de distintos países del mundo una serie de fisiólogos celulares y de biofísicos. Entre ellos, por nombrar sólo a algunos, estuvieron Clay Armstrong, Richard Keynes, Ichigi Tasaki y Robert E. Taylor. Esta conjunción de investigadores de primera línea con los estudiantes llenos de entusiasmo le dio en esos años una atmósfera única al laboratorio de Montemar. Se trabajaban largas horas sin respetar muchas veces ni sábados ni domingos.

Cecilia Hidalgo reconoce que en Montemar aprendieron a hacer investigación con gran rigurosidad, a ser tremendamente críticos con los datos obtenidos, pero al mismo tiempo, plantear preguntas esenciales sin el complejo de pensar que por estar lejos de los centros de excelencia había que limitarse a preguntas modestas.

La importancia de la figura del Dr. Mario Luxoro en el desarrollo de la biofísica y la fisiología en Chile no puede ser desconocida. Siempre fue y sigue siendo un científico de una lógica implacable. No acepta tonterías y es vehemente en su denuncia de la arbitrariedad, pero al mismo tiempo se apasiona con las ideas creativas y no vacila en apoyar sin condiciones a quienes tienen pasión por la ciencia. Se debe destacar su labor como fundador y luego como Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, sus trabajos más recientes en investigación y su participación en la formación de otros fisiólogos celulares chilenos

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