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Cortometraje sobre el despecho fue seleccionado para el Festival de cine de Fortaleza «Adiós» es obra del crítico de cine Leopoldo Muñoz

Cortometraje sobre el despecho fue seleccionado para el Festival de cine de Fortaleza

La cinta, protagonizada por Felipe Marambio, Martina Sivori y César Farah, cuenta en blanco y negro la historia de un hombre atormentado por el recuerdo de su mujer, que ahora está con otro. El evento iberoamericano, que realiza su 27ª edición del 5 al 11 de agosto, tiene este año a Chile como país homenajeado.


Con un cortometraje sobre un hombre despechado participa el crítico de cine y realizador Leopoldo Muñoz (Santiago, 1973) en el Festival de Cine Iberoamericano de Fortaleza, que realiza su 27ª edición del 5 al 11 de agosto, y que tiene este año a Chile como país homenajeado.

Muñoz fue seleccionado con su film «Adiós», que relata la historia de un hombre (Felipe Marambio) que aparece en distintos puntos de Santiago mientras recuerda a su mujer (Martina Sivori), que a su vez está con su amante (César Farah).

«Siento que el amor o el romanticismo es un tema que me apasiona, porque al final no vivimos de la épica o de las epopeya memorables, sino de momentos que se convierten en rutina y que el amor o el desamor son quiebres que nos sacan de lo cotidiano y que nos hacen sentir vivos, aunque nuestra existencia sea gris», comenta el director.

Martina Sivori interpreta a la mujer que añora el protagonista.

Film en blanco y negro

Muñoz es un periodista, crítico de cine y realizador audiovisual que desde 1994 ha desarrollado su carrera de periodismo cinematográfico y crítica en diversos medios. En Fortaleza será parte de la Muestra Chilena que se compone además de 19 largometrajes (16 ficciones y tres documentales).

Como realizador audiovisual debutó con el largometraje documental “Diario de vida”, película que contaba la historia de un joven periodista y crítico de cine chileno que desea hacer una película pero como no tiene actores ni guión, usa su cámara minidv y su vida para lograr su proyecto.

Con dicha cinta compitió en la competencia internacional de documentales del Festival de Valdivia en 2007, el Slow Film Festival Eger Hungría en 2008 y participó en Festival Cine B en 2008.

Este nuevo film se caracteriza por una estética en blanco y negro, donde la capital chilena también es protagonista al aparecer puntos claves como el Parque Bustamente, el centro cultural GAM o el Museo de la Memoria, éste último lugar donde el director incluso realiza un breve cameo.

Sobre el tema de su film, el amor, Muñoz dice que «lo curioso es que un tema tan universal, sea tan poco frecuente en el cine chileno. Tal vez por que en el amor o en el sufrimiento por este, provoca que uno baje las defensas y se torne vulnerable, y eso casi nadie le gusta. Nadie quiere ser frágil, en una sociedad que alaba el éxito y la seguridad en si mismo. Y el efecto del amor genera lo contrario, además que no depende de uno. Una fuerza que va más allá de la conciencia».

Agrega que además de esto hay otro amor en la película, que no es romántico, y que tiene que ver con cierta añoranza por un cine que ya no existe, pensando en películas como «Fuego fatuo» o «Ascensor para el cadalso», ambas donde el cine captura a personajes envueltos en una ciudad, ratos cómplice y en otros casi como un enemigo.

«Quise participar por el desafío de la filmación y por el proyecto. Hacer las tomas sin tener un registro inmediato y a una cámara le da un cierto riesgo y frescor al trabajo que me pareció muy interesante», señala Marambio, quien asume el rol protagónico.

«Me parece un film estéticamente muy interesante donde el lenguaje audiovisual se expresa a través del personaje y de la ciudad. El sonido ambiente, la arquitectura y las locaciones, el contrataste del color y contexto en que nos muestra a los protagonistas nos hablan de una forma mucho más compleja y a la vez sutil que lo podrían sus propias palabras», expresa.

Por su parte, a Sivori le «pareció un proyecto súper atractivo en los términos en que Leopoldo lo proponía en términos visuales. No lo cuenta a través de la manera tradicional, sino mucho mediante imágenes».

También le pareció un desafío actuar en un film mayormente sin texto «que no entrar en el cliché de las películas sobre las relaciones de pareja sino también la soledad o también cómo se trata cuando la relación se vence y empieza el tema cotidiano, la costumbre, el desencanto que produce el tiempo».

Farah resalta que el corto se inscribe en esa tradición fílmica que da cuenta de un lenguaje vinculado a las imágenes, «está pensado desde la imagen misma y no sólo se trata de poner textos dichos por actores en pantalla».

«Aunque cuenta una historia, estéticamente está formulada a través de la imagen en movimiento. Además, se rescata, literalmente, el filme, porque hay trozos filmados en Super 8. Del mismo modo, las actuaciones dan cuenta de ello y a momentos se ve un dejo expresionista en la película», remata.

Otro protagonista: la escultura que está en Los Trapenses, Lo Barnechea.

Soledad y nostalgia

Hay varias ideas que Muñoz intenta transmitir en el cortometraje, además del desamor, como la soledad del individuo que se enfrenta una ciudad a ratos monumental y ajena, en especial cuando el protagonista debe asumir el abandono de su mujer.

También está la idea de un pasado nostálgico, como se puede vislumbrar en el uso para el rodaje del super 8mm, un formato de cine casi extinto pero que se rehúsa a su muerte porque hay tribus cinematográficas que creen aún que es un medio de expresivo inigualable, según Muñoz.

«En ese sentido, el blanco y negro y grano del super 8mmm que remite al pasado también tiene sintonía con que el protagonista esté ensimismado con un tornamesa y un vinilo», comenta.

«Ahí hay una batalla entre lo antiguo y lo contemporáneo, y que atraviesa la forma y estilo del corto. Hay un lenguaje que acude al cine del pasado y se resiste a la pulcritud y definición casi absoluta hoy del digital, lo cual también se traduce en la manera de enfrentar a los personajes en conflicto. Y de esa manera, el viaje monocromático por la ciudad del protagonista se enlaza con una vida pasada y que debe asumir que el presente y futuro de su mujer sea en otra tonalidades y HD.

«Y obviamente hay una intención de jugar con el espectador, que se involucre en este viaje y que se sorprenda con que las historias también pueden ser mudas, en formatos en desuso y donde los espacios urbanos, con su estética y sonidos, identifican a los personajes mejor que las palabras».

El film además tiene una estética de cine mudo. «La elección porque el corto fuese sin diálogos y con una estética que podría ser retro por el blanco y negro y super 8mmm, se debió a que esas opciones estéticas potenciaban el drama del protagonista, y a la vez al viaje de él, lo transforma en un tránsito más cercano a lo onírico, pues todo el dilema ocurre en su mente».

La ciudad protagonista

Otro elemento clave del film es la ciudad de Santiago es protagonista.

«Me encanta Santiago, creo que es una ciudad preciosa y que sólo basta levantar la vista, al menos en el centro, para captar su belleza», dice Muñoz. «Me interesa muchísimo como uno puede, gracias al cine, mirar edificios y barrios como si fuese por primera vez, y por eso para las locaciones optamos por escenarios que se podrían denominar retrofuturistas, vale decir edificaciones del siglo pasado pero que se perfilan casi como de ciencia ficción. Y por eso la ciudad impacta tanto en la mente y rutina del protagonista».

«La idea era crear una sensación de alienación, que por un lado es la del individuo frente a la monumentalidad de la sociedad moderna, pero también la del personaje dentro de sí mismo, olvidándose de su vida como una estructura compleja, para obsesionarse con un recuerdo puntual del que no puede salir ni escapar».

La escultura que está en Los Trapenses, Lo Barnechea, por ejemplo, «parecía perfecta para entregar ese ambiente y extrañeza para un personaje que se quiere perder en la ciudad en el intento de olvidar o al menos apaciguar el dolor».

«Él busca muchas imágenes de Santiago y también las transforma. Tú ves el corto y te das cuenta que es Santiago pero piensas que es una película antigua, de expresionismo. Busca lugares súper particulares y eso también te lleva a un romanticismo. (Leopoldo) te genera un viaje por Santiago y transmite su soledad a través de ese viaje. Las imágenes de Santiago empiezan a narrar el interior del personaje», opina Sivori.

«Estoy muy agradecido de la oportunidad de exhibir este trabajo en el marco de un homenaje al cine chileno que hace el Cine Ceará», concluye el director. «En especial, porque en la muestra hay obras cineastas a los que admiro como Ruiz, Jodorowski, Agüero o Lelio, y coloca al corto en una vitrina en la que nunca sospeché y que me da ánimo para seguir aprendiendo y haciendo películas con la gente en la que uno cree y quiere».

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