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La sentida carta en memoria de Arturo Aguilera, ícono de los ciclistas urbanos muertos en Santiago La bici-animita que lo recuerda está en Bustamante con Santa Isabel

La sentida carta en memoria de Arturo Aguilera, ícono de los ciclistas urbanos muertos en Santiago

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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El joven diseñador y artista visual fue atropellado exactamente hace cinco años por un conductor que conducía bajo los efectos del alcohol que huyó del lugar. Al cumplirse un nuevo aniversario de este hecho, sus padres lo destacan como parte del registro de héroes anónimos caídos «en el esfuerzo colectivo de mejorar la vida de cada chileno con luz, arte, música, vida y alegría».


Fue una noticia policial ocurrida hace cinco años. Un conductor ebrio que pasó con luz roja a exceso de velocidad atropelló a un ciclista en la esquina de Santa Isabel con Bustamante, en la comuna de Providencia. Y en vez de prestarle ayuda, optó por huir del lugar. A pocas cuadras fue detenido por Carabineros, después de colisionar con otros vehículos. Nunca estuvo preso, ya que desde un principio quedó sólo con firma mensual.

La víctima resultó ser el artista visual y gestor cultural Arturo Aguilera, de 28 años, quien falleció horas más tarde enla urgencia del Hospital Salvador. Su caso causó impacto en el mundo de los ciclistas. Y de hecho la bicicleta blanca que permanece en esa esquina, frente a una de las salidas del Metro Santa Isabel, se transformó en un ícono de las «bici-animitas» que recuerdan a los pedaleros urbanos que han perdido la vida en accidentes de tránsito.

Al conmemorarse cinco años de su muerte, los padres de Arturo, Bernardo Aguilera y Mercedes Maureira, escribieron una sentida carta en su memoria. Dicen que para no olvidarlo, pero también para que su partida no sea en vano.

Este es el texto:

«El 10 de agosto de 2012 empezó a morir Arturo Aguilera, quien había empezado a nacer el 3 de enero de 1984.

Amigo y hermano de muchos, pero hijo de dos, vivió una vida plena, hizo suyo el color, las imágenes de dibujo y de página de revistas antiguas, la superficie de algunas paredes para decir y hacer arte, política y poesía.

Quiso un país mejor, una vida mejor no sólo para sí, también para otros, que todavía no nacen o duermen en la ignorancia.

Uno de esos que ignoran y viven vanas existencias engordando en lo material y adelgazando en lo espiritual, lo empujó fuera de la vida con un golpe de auto. Arturo y su bicicleta pasaron de largo a la eternidad.

Su leyenda y significado es más alta que esta columna de palabras insuficientes.

Por ahora, sepa quien lee que Arturo Aguilera Maureira, fue bien amado, hijo, hermano, amigo, una bendición que cruzó la noche de Chile por 28 años y seguirá fulgurando en las páginas de una versión particular de la historia, en el registro de héroes anónimos caídos en el esfuerzo colectivo de mejorar la vida de cada chileno con luz, arte, música, vida y alegría.

Bernardo Aguilera García y Mercedes Maureira».

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