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Libro «Terriers», de Constanza Gutiérrez Reseña de libros

Libro «Terriers», de Constanza Gutiérrez

Pablo Torche
Por : Pablo Torche Escritor y consultor en políticas educacionales.
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En los últimos años se ha puesto de moda en la literatura nacional una disección casi sociológica de la clase media, en general desde los ojos de un niño (o quizás, más precisamente, de un adulto que recuerda su infancia), y que la observa como algo ajeno, distante, algo a lo que él ya no pertenece y que de alguna forma lo avergüenza, o entristece. Más que la fidelidad o lucidez del retrato, lo que resulta significativo aquí es la relación que establece el narrador con lo narrado.


Hay algo que me perturba respecto de los títulos de este libro de cuentos. El título del volumen no corresponde a ninguno de los cuentos, y los títulos de los cuentos no son alusivos a un aspecto central de la historia, menos aún entregan la clave que permita descifrar el universo deliberadamente ambiguo e irresuelto en que quedan suspendidos los finales. El caso más paradigmático de esto último puede ser ‘No te vayas dentro’, sugestiva frase que en realidad no aparece en el relato y, más allá de este detalle formal, tampoco parece jugar ningún rol, (como concepto digamos), en el desarrollo de la historia, que versa sobre un joven homosexual, herido por el desprecio de otro, que prefiere seguir “en el clóset”.

Más que claves revelatorias de un mundo que carece de ellas, los títulos parecen carteles olvidados como por azar en un sitio o predio que ya no existe, y no hacen más que reforzar la opacidad de un mundo que prefiere los claroscuros, donde los hechos y las intenciones permanecen como sumergidas, a veces simplemente invisibles a los ojos, a veces deliberadamente encubiertos, reprimidos, amordazados.

En ‘Chiquita linda’ una niña de 12 años viaja con su madre a la Fiesta de La Tirana, en el norte. En un restorán al paso un dúo improvisado canta de manera más bien triste una cumbia que repite sólo dos líneas, “Chiquita linda”. La relación de la hija con la madre es distante, se intuye como trasfondo una relación fracturada con el padre, una itinerancia. El cuento adquiere una atmósfera vagamente amenazante, cuando la madre conoce a un par de hombres (que también viajan con una niñita) y termina uniéndose a ellos en un camping. El mundo que observa la niñita, con mirada incisiva, pero más bien desapegada, está hecho de retazos, hundido frecuentemente en la oscuridad (del bus, del camping), donde las intenciones no llegan a configurarse del todo

En ‘Descubre tus poderes’ una chica un poco desadaptada (“en el colegio las niñas eran muy pesadas, muy lindas y muy calladas”) establece una relación con la nana de su casa para ayudarla en una especie de romance que sostiene con el hijo de sus antiguos patrones. Como en todos los relatos del libro, el universo que se fragua en ellos se prolonga sin resolverse, como si el narrar una cosa de manera fidedigna exigiera de algún modo dejar abierta todas las posibilidades.

En los últimos años se ha puesto de moda en la literatura nacional una disección casi sociológica de la clase media, en general desde los ojos de un niño (o quizás, más precisamente, de un adulto que recuerda su infancia), y que la observa como algo ajeno, distante, algo a lo que él ya no pertenece y que de alguna forma lo avergüenza, o entristece. Más que la fidelidad o lucidez del retrato, lo que resulta significativo aquí es la relación que establece el narrador con lo narrado. Son vidas miradas siempre “desde fuera”, una mirada cargada de resentimientos, rabia, juicios y prejuicios que ya no son los que alientan a los que personajes que pueblan el libro, sino más bien a quien los narra, que ya se ha convertido en alguien distinto. Más que el mundo retratado, entonces, es el narrador que se pone en juego el que revela más sobre la forma en que los movimientos y tensiones de clase fracturan la mirada de los sujetos y sus biografías.

‘Terriers’ se inscribe firmemente en esta tendencia. Para abordar el desafío Constanza Gutiérrez opta por un lenguaje directo y claro, sin esquivar los chilenismos y sin impostaciones de ningún tipo, jugando de manera convincente con la fantasía eterna de la literatura de “capturar la realidad tal cual es”. Lo que emerge son mundos emotivos y muy verosímiles, configurados sobre una aguda habilidad para capturar momentos en que los discursos y convenciones sociales chocan con mundos íntimos, tenuemente el maltratados: El saludo frío de un chico gay “en el clóset” al encontrarse a otro más asumido en una disco:   “Buena, hueón”; o una mujer que divaga livianamente sobre la ex pareja de su marido. “Es morena, tan morena como yo, y aunque a simple vista no se nota, creo que nos parecemos. Debe ser por nuestras narices diminutas, o porque ninguna de las dos, mujeres delgadas, tiene poto o pechugas. Creo que somos algo así como ‘un tipo de mujer’”.

El entorno minucioso y semi-costumbrista de los relatos sirve así más como una utilería de fondo para poner en escena identidades en crisis, un poco en la línea de Donoso. Los narradores de ‘Terriers’ nunca están contentos donde están, donde han sido puestos. Su incomodidad nace sobre todo de la conciencia vaga, pero lacerante, de que han sido definidos y ubicados por otros, seres siempre a la deriva, en tránsito –como en los cuadros de Edward Hopper- pero que no se sabe ni de dónde vienen ni a donde van, sin historia.

Intuyo, sin calma, que el título del libro tiene algo que ver con todo esto, pero desde luego no sé cómo, ni por qué.

Libro «Terriers»

Autor: Constanza Gutierrez

Editorial: Hueders + Montacerdos

Páginas: 104

Año de publicación: 2017

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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