CULTURA
Al ritmo de la música varios artistas se descolgaron por la fachada del Museo Nacional de Bellas Artes, en el centro de Santiago, mientras un juego de luces, fuego y proyecciones se representaba sobre los tabiques del edificio construido a finales del siglo XIX.
La llegada de la oscuridad de la noche de Santiago trajo consigo hoy la aparición de un espectáculo de luces sobre las fachadas de los edificios capitalinos más emblemáticos de la ciudad, acompañadas de música y danza vertical en la primera edición de la Fiesta de la Luz (Filusa).
Al ritmo de la música varios artistas se descolgaron por la fachada del Museo Nacional de Bellas Artes, en el centro de Santiago, mientras un juego de luces, fuego y proyecciones se representaba sobre los tabiques del edificio construido a finales del siglo XIX.
Esta fantasía de música y color, de nombre «Metamorfosis: el baile de la luz», reunió frente al museo a decenas de personas atónitas ante los movimientos de los bailarines colgados desde el tejado del lugar.
El creador de esta obra de arte urbana, el coreógrafo catalán Hansel Cereza, explicó a Efe que su intención con esta puesta en escena era «resaltar la arquitectura.
«Ahí es donde yo he querido profundizar muchos más. El hecho de que tenemos un monumento, una arquitectura y un significado que tiene toda una historia, poder resaltarlo y poder hacer algo especial y único para este momento», indicó el coreógrafo.
Cereza, quien participó en el pasado como director de la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 o del espectáculo del Cirque du Soleil «Love, The Beatles», recreó en Chile un espectáculo inédito en el país austral.
«Es una diseño especial para el festival y para lo que es el museo, la arquitectura, la fisonomía, trabajando la luz, la intervención de acróbatas», dijo Cereza.
La combinación rítmica y visual entre los movimiento de los acróbatas que colgaban frente a la fachada junto con el espectáculo de los cañones de luces y las notas musicales que guiaron la coreografía dejaron a los presentes con la boca abierta.
Pero Filusa, que comenzó tras el atardecer del jueves y culminará cuando casi a la medianoche del sábado, es un evento global que abarca 10 espectáculos simultáneos que por unas 3 horas se realizan por diferentes puntos de la capital chilena, repitiéndose cada 10 minutos, aproximadamente.
La zona centro de Santiago se cortó al tráfico y centenares de personas caminaban de uno a otro lugar para atender las diferentes intervenciones lumínicas que se proyectaron.
Unos pasos más allá del Museo Nacional de Bellas Artes, en los muros que limitan el cauce del río Mapocho a su paso por Santiago, otra fantasía de luces, esta ya conocida por el público chileno iluminó los murales de pinturas y grafiti que decoran ambos márgenes del caudal.
«Muralismo de luz», como se llama esta obra urbana de la chilena Catalina Rojas, volvió ser proyectado como sucedió en 2010 con motivo de la celebración del Bicentenario de Chile, y 18 cañones de luz pusieron una alegría extra a las ya coloridas riberas del Mapocho.
En una de ellas, en el Parque Forestal, el espectáculo «Círculo de luz» llenó de vivos colores la fachada del Museo de Arte Contemporáneo.
Además de los espectáculos de esa zona, en el centro histórico de Santiago, concretamente sobre la fachada de la sede de Banco de Chile, las notas que el chileno Roberto Bravo interpretaba en directo en su piano marcaban el ritmo de la proyecciones que cuentan los 125 años de historia de la entidad.
Dos cuadras más allá, en la emblemática Plaza de Armas capitalina, el mapping (técnica de iluminación) «Chile Onírico» mostró a los presentes imágenes animadas sobre la fachada del edificio de Correos de Chile, el Museo Histórico Nacional y el Palacio Consistorial de la Municipalidad de Santiago.
Todo pensado para que los curiosos que quisieran disfrutar de este festival pudieran recorrer el centro histórico de la urbe chilena de una a o otra obra de arte.
Además de Santiago, el Festival de la Luz también se realizó en Iquique, y Concepción y Punta Arenas.
