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El fracaso de la estética política II CULTURA|OPINIÓN

El fracaso de la estética política II

Samuel Toro
Por : Samuel Toro Licenciado en Arte. Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV.
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En la columna anterior que escribí, publicada el 26 de diciembre en este mismo medio, titulada “El fracaso de la estética política hoy”,  hago ciertas menciones y ejemplos de la relación arte/política en base a una hipótesis de tres instancias políticas en las artes.

Quisiera continuar un poco en esta línea refiriéndome a otros ejemplos que no puse en la columna pasada. Pero antes de esto mencionaré que el título de la anterior columna como un fracaso hoy de la estética política, es basado, de cierta forma, en lo que Boris Groys refiere a la estética en las artes. El autor nos menciona que la estética es una tradición filosófica y una disciplina académica que, necesariamente está vinculada al arte, pero desde la perspectiva del espectador, y es este espectador el que “exigiría” al arte la llamada “experiencia estética”. A pesar de que mencioné ejemplos de arte/política, el título hace referencia a la estética, pues es la supeditación del arte a la estética lo que lo hace político para quienes deseen o necesiten una integración o juntura entre ambos campos. En este sentido hay quienes postulan que el arte mantiene su propia política en sí mismo, pero esto sería una extraña incisión entre arte y estética, y por lo tanto entre el arte y los Otros (espectadores, público, consumidores, etc.).

[cita tipo=»destaque»]Muchas autoras y autores, feministas, queer han incorporado la relación de la política en sus propios cuerpos performativos, pero fue Lemebel un importante punto de inflexión en Chile en su consecuencia entre arte, cuerpo, estética y política como un principio de “resignificación de la injuria” como acción política.[/cita]

Escrita la breve aclaración, quisiera hacer mención a cuatro ejemplos chilenos que, en el diálogo estético desde las artes, mantuvieron o han mantenido una especie de “resistencia” política: Escena de Avanzada, Galería Metropolitana, Proyecto Mutua, y la performance literaria de Pedro Lemebel.

Los aspectos más conceptuales de la Escena de Avanzada, desde fines de los 70 y parte importante de los 80, marcó una complejidad cuasi de encriptación en casi todas las generaciones posteriores a la dictadura. Lo interesante es que las complejas tramas de desarrollo de esta escena demandaban en su propio quehacer la marca política no literal. Esto, tanto por el miedo a al represión, como, también, por una nueva manera de reacción y relación de un arte que aprovechaba una modernidad tardía para hacer de su accionar un tipo de estética política que pudo leerse y estudiarse con mayor claridad pocos años antes del término de la dictadura y reforzada, años después, a través de los múltiples relatos de sus autores, pero sobre todo de los textos de Nelly Richard. A pesar de haber detractores de la utilización histórica y política para la elaboración de esta escena, lo cierto es que, de una forma u otra, inauguró crítica y políticamente, en el arte, los conceptos de cuerpo (Leppe, Zurita, Eltit), ciudad (CADA, Castillo, Rosenfeld) y fotografía (Dittborn, Kay, Parra, etc.).

Los ejemplos posteriores ya no pertenecen a escenas (pues en Chile no existe tal cosa después de la Avanzada), sin embargo son buenos ejemplos de “sublimación” del arte hacia lo político en lo estético. Galería Metropolitana, con 20 años de existencia a mantenido, hasta cierto punto, la recepción de modos heredados de las vanguardias, con Escena de Avanzada incluida, y todos y todas las hijas y nietos de esta tradición. Pero más que las exposiciones particulares, lo interesante es el proyecto mismo: la comuna donde se inserta vinculado a la relación vecinal, la habitabilidad de sus gestores (Luis Alarcón y Ana María Saavedra) y el conjunto histórico de su proceder como arte de izquierda la hacen un “cuerpo” de insistencia política específica periférica dentro de la misma capital.

Mutua (proyecto que tiene abierta, actualmente, su convocatoria de residencias) es una experiencia joven (gestado por Jocelyn Muñoz) que desplaza la noción de arte hacia emergencias políticas coyunturales en base al des-aprendizaje de distintos modos de hacer en torno a lo aprendido en los cursos o academias de arte. En la actual convocatoria que mantienen abierta es el cuerpo de las y los participantes quienes tendrían que desarrollar intentos de nuevos perfiles de conductas subjetivas en base a urgencias medioambientales de la región de Valparaíso. Es un proyecto interesante en el precario individualismo del arte porteño.

Dejé para el final a Lemebel, pues considero que aúna un conjunto de características que se encuentran en los tres proyectos anteriores. Su accionar siempre fue desde el cuerpo, uno gay, pero muy particular en su principio, pues resignifica a través de su propio cuerpo, físico y escritural, la “figura” de La Loca como imaginario, pues la posición homosexual en sí nunca ha sido un quiebre normativo en lo político, pues la homo-normatividad es una búsqueda de estabilidad lo más normada posible en sus intentos sobre posibles alcances de convencionalidad. Muchas autoras y autores, feministas, queer han incorporado la relación de la política en sus propios cuerpos performativos, pero fue Lemebel un importante punto de inflexión en Chile en su consecuencia entre arte, cuerpo, estética y política como un principio de “resignificación de la injuria” como acción política (concepto mencionado por Juan Pablo Sutherland en la entrevista realizada en vídeo por este medio el 19 de julio).

Existen más ejemplos en donde lo “político es estético”. Me interesó mencionar estos cuatro ejemplos momentáneos para no desconocer importantes esfuerzos de este tema en las artes. Sin embargo, y lamentablemente, son casos individualizados, no una escena nacional. La posible excepción es la Escena de Avanzada (a pesar de la sobre institucionalización y capitalización con la que se le ha machacado), la cual no ha sido superada en los términos que trato esta columna, tanto en la gran mayoría de lxs artistas, como en la nula escena de estética política nacional.

Samuel Toro. Licenciado en Arte. Candidato a Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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