Publicidad
Monalisa, el escritor chileno transgénero que tiene revolucionado a NY con sus relatos marginales CULTURA

Monalisa, el escritor chileno transgénero que tiene revolucionado a NY con sus relatos marginales

Iván Monalisa Ojeda acaba de publicar «Las biuty queens», un conjunto de 13 cuentos donde hace un vivo retrato de la escena trans y el comercio sexual en la Gran Manzana de Nueva York. «Overdosis», «Lorena, la chilena» y «Emergency room» hablan de latinoamericanos ilegales, policías y funerales, en un estilo ágil a lo Carver o Bukowski.


Es 1996. Iván Ojeda, chileno, ex estudiante de Derecho y licenciado de Teatro de la Universidad de Chile, llega por un mes a Nueva York para una beca literaria. Fascinado por una ciudad sexualmente libre y artísticamente abierta, decide quedarse. Y se transforma en Monalisa, un transgénero, artista y escritor.

Ojeda acaba de publicar en Chile su libro Las biuty queens (Alfaguara), un conjunto donde a punta de 13 relatos hace un vivo retrato de la escena trans y el comercio sexual en la Gran Manzana. «Overdosis», «Lorena, la chilena» y «Emergency room» hablan de latinoamericanos ilegales, policías y funerales, en un estilo ágil a lo Carver o Bukowski.

«Creo que uno tiene que contar lo que ve», explica el autor. «Lo que está alrededor de uno, lo que a uno lo circunda. Y estos personajes y sus vivencias, que en su mayoría también fueron mías, es lo que por un tiempo me rodeó y, más o menos, me sigue circundando y, de seguro, lo hará por siempre», agrega.

Amigas que ya no están

Este chileno que se crió a orillas del Lago Llanquihue es todo un personaje en la ciudad. De hecho, la cineasta chilena Nicole Costa actualmente está preparando un documental sobre él, The Journey of Monalisa, que se estrenará en 2019.

Este es su segundo libro tras La misma nota, forever (Sangría Editora, 2014) y ambas obras «obviamente están emparentadas», comenta. «De hecho, muchos personajes se repiten o, mejor sea dicho, se pasean» de un libro a otro, comenta.

«También escribí estos cuentos como una forma de revivir momentos con entrañables amigas que ya no están», añade.

«Cada vez que vuelvo a leer La misma nota o El funeral de Amalia, vuelvo a recrear nuestras caminatas con Silvia fumando yerba y conversando de todo y de nada», dice. «Cada vez que leo Adriana la Chimba vuelvo a estar con Melanie y volvemos a echarnos unos pases y ella a contarme historias de su nativa Pereira en Colombia, donde ahora debe estar descansando en paz», cuenta.

«Cuando estás lejos de tu tierra, los amigos son la familia que escoges. No es la familia que te toca, y estos cuentos es una manera de rendirles homenaje y de decirles cuánto las extraño», confiesa.

«Cada vez me convenzo más de que existen realidades paralelas y, quizás, el oficio de la escritura es formar parte de esas realidades paralelas. Es tal vez un canal. Las historias ya estaban contadas. El oficio artesanal del escritor es solo ponerlo en algo material», expresa.

Ojeda posee una larga trayectoria como performista. Crédito: Nicole Costa.

Humor y comunidad

Para Ojeda, a pesar de las duras realidades que narra, o tal vez justamente debido a su crudeza, el humor es clave en su literatura y también en su vida. «El reírnos hasta en los momentos más difíciles. El humor, la risa, son los bálsamos de la vida», afirma.

«También creo que es importante el que se muestra a una comunidad transgénero latina e inmigrante. Y lo bello, para mí, es que al venir de diferentes países, nos une algo maravilloso, que es el hablar el mismo idioma. Lo único valioso que nos dejaron los fucking españoles», recalca.

Para sus personajes hay show, brillo y pasarela, «pero también es buscárselas como sea para pagar billes (cuentas), para enviar dinero a sus familias a sus países de origen. También muestra el gran sentido de solidaridad entre las unas y las otras».

Pedro Lemebel

La vitalidad de su literatura, unida a sus temáticas de las minorías sexuales y la doble militancia como escritor y performista, ya han causado que a Ojeda lo comparen con Pedro Lemebel, a quien de hecho conoció a finales de la dictadura.

«Al principio me molestaba que me compararan con él, pero, bueno, nos conocíamos y es un verdadero honor ser comparada con él», señala hoy. «Aunque somos diferentes, pero, bueno, locas literarias al fin», puntualiza.

«A Pedro lo conocí a fines de 1988, periodo del No», recuerda. «Nos presentó Pancho Casas, en ese tiempo aún no eran Las yeguas del Apocalipsis. El Pedro vendía cosas que estaban sobre una tela, afuera, en la vereda de una tienda de libros usados que estaba a cargo de Sergio Parra. Recuerdo que vendía, en un papel sepia tamaño oficio doblado en tres partes, un cuento suyo que se titulaba ‘Bésame otra vez forastero'».

«Él siempre fue igual. Consecuente. Nunca dio el brazo a torcer, honesto, y eso la gente lo agradece. Solo hay que ver cuando murió. Fue enterrado como un faraón. Además nos unía una amistad en común, la poeta Carmen Berenguer, de la cual tanto él como yo hemos sido influenciados, no quizás en nuestras temáticas, sino en la importancia de lo que se cuenta y cómo se cuenta».

Añade que cuando Lemebel viajaba a Nueva York, se juntaban.

«Recuerdo haberle leído, caminando por Central Park, algunas páginas de lo que años después sería parte de La misma nota. Recuerdo que él me dijo que tenía que hacer que los personajes fueran queribles. Afortunadamente alcanzó a leer mi primer libro», recuerda.

En cuanto a sus diferencias, una es «que no le pongo color político partidista a los hechos. Solo cuento las cosas como están sin hacer un juicio, a menos que sean cosas que ya llegan al espanto, como cuando nombro lo asqueroso que es Trump y que hace que me acuerde de Pinochet».

Para el escritor Diego Zúñiga, nadie en Chile escribe como Iván Monalisa Ojeda.

«Nadie tiene su desparpajo, su insolencia, su ternura. Las historias que encontramos en Las biuty queens retratan de manera feroz la vida de un inmigrante ilegal en Nueva York. Aquí el glamour y las luces conviven con la miseria y la soledad. El sueño americano no existe. Solo quedan las voces frágiles de este libro que, en un spanglish rabioso, narran una pesadilla tan hermosa como infinita», señala.

Publicidad

Tendencias