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El imaginario creativo de Fernanda Frick, la creadora de la primera serie feminista de animación de Netflix CULTURA

El imaginario creativo de Fernanda Frick, la creadora de la primera serie feminista de animación de Netflix

La autora de la primera serie chilena feminista de Netflix no solo está haciendo historia como mujer en el mundo de la animación y el cine, sino que también está combatiendo la supremacía masculina de una industria audiovisual que, en su mayoría, solo produce contenidos desde una perspectiva masculina.


Fernanda Frick es una joven artista multifacética que además de ser directora de animación, ilustradora y artista de cómics, también utiliza el dibujo para transmitir discursos que apelan a erradicar el sexismo, estereotipos y constructos sociales que obstaculizan la equidad de género.

La creadora de Raise the Bar, la primera serie chilena de Netflix que aborda «la lucha latinoamericana por intentar hacer grandes cosas», siempre supo que la animación era lo suyo, y atesora recuerdos de infancia en que la pasión por el dibujo ya estaba saliendo a la luz. «Nunca me he imaginado haciendo otra cosa. Cuando chica decía que quería ser dibujante de Disney y supongo que eso se traducía a animadora», comenta entre risas a El Mostrador.

Esta pasión que Frick atribuye a su «personalidad introvertida», no solo le permitió plasmar su imaginario creativo, sino que también le sirvió como herramienta para comunicar lo que sentía y así poder conectar con la gente.

Luchar por lo que quieres contar

La joven directora afirma que su fuente de inspiración la encuentra en metas que quiere enfrentar y también en reflexiones sobre temas que la estén afectando. Este es el caso de Trazos, la primera novela gráfica de la autora.

«¿Qué pasaría si algún día me pasa algo, me rindo y no quiero crear nunca más?», se cuestionaba la ilustradora en un proceso de introspección que encarnó el personaje de Simona, una gata artista y exitosa conocida como «la promesa de la escena del arte local».

Sin embargo, en un día decisivo, Simona enfrentó un fracaso de tal nivel que derrumbó su vocación como artista y dejó en el olvido su pasión por crear.  A través de este viaje de existencialismo y autodescubrimiento, Fernanda Frick refleja fielmente la batalla humana de la racionalidad que interpela constantemente a la emocionalidad.

«Si bien no es autobiográfica, tiene harto de mí y de la inseguridad que tenía en esa época cuando la escribí», recuerda la ilustradora, quien en ese entonces consideraba que su trabajo no valía, porque lo que a ella le gustaba hacer – crear historias introspectivas y de bajo perfil-, no era generalmente apreciado por sus pares o por las audiencias en general.

A pesar de sus cuestionamientos, Fernanda Frick considera que «lo personal también es político y vale la pena ser contado», por lo que esta expectativa de crear siempre «cosas profundas e importantes es una ‘trampa del sexismo'», ya que en general, «esas palabras se atribuyen a obras masculinas, mientras que a las creaciones tradicionalmente femeninas no se les da ese valor».

Ser mujer en «una industria dominada por hombres»

Fernanda Frick recuerda una anécdota del año 2011, relacionada con la guionista Brenda Chapman, quien sería la creadora y directora de la película de animación de Disney Pixar, Valiente (Brave). Sin embargo, esto no alcanzó a concretarse, luego de que fuera sustituida sin justificación por el director Mark Andrews.

«Recuerdo haber pensado, ¿cómo puede ser que estando en el 2011, todos los directores de animación sean hombres?», relata Frick. Este hecho despertó la visión crítica de la dibujante, quien comenzó a preocuparse por la notoria ausencia femenina en la industria audiovisual.

«No había mujeres en los equipos de trabajo, solo la productora o la secretaria en roles considerados tradicionalmente femeninos», comenta la ilustradora, y añade que las empresas audiovisuales cuentan con el «sesgo inconsciente», que asume que «las mujeres no vamos a hacer un buen trabajo, o peor aún, que al momento de contratarlas van a quedar embarazadas».

Paralelamente, Frick describe otras problemáticas de inequidad de género en la formación educativa: «Los cursos de animación tenían muchas alumnas que casi siempre eran las mas talentosas, pero después eso no se veía reflejado en la fuerza laboral», lamenta.

Además, la ilustradora también realza la problemática de acoso sexual, ya que «han salido muchas denuncias de alumnas acosadas por profesores de la carrera de animación en distintas universidades». Bajo este paradigma sexista, Fernanda Frick concluye que ser mujer «definitivamente es un riesgo que se corre en una industria dominada por hombres».

Ampliando un horizonte diverso 

Para la artista audiovisual, la industria debe «diversificar el contenido que produce», ya que está sumergida en una producción cinematográfica en que «la mayoría de las películas de Hollywood son dirigidas por hombres blancos heterosexuales».

En este sentido, para ella la supremacía masculina «es un problema, porque si las películas son máquinas de empatía, eso hace que solo empaticemos con un punto de vista. Por lo tanto, lo que nosotras podemos aportar es otra visión de mundo que usualmente no se refleja en pantalla», concluye la ilustradora.

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