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Circo del Mundo celebra 25 años de labor social y profesionalización del arte circense CULTURA

Circo del Mundo celebra 25 años de labor social y profesionalización del arte circense

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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«Para una organización artística y cultural es mucho tiempo, en términos de los desafíos que hemos tenido que enfrentar en este tiempo, pero también ha sido proceso muy bonito por haber realizado muchos sueños», señaló Alejandra Jiménez, la directora de la entidad ubicada en la comuna de Lo Prado, que ha hecho una labor para 25 mil niños y jóvenes desde su creación. A propósito del estallido agregó: «toda la gente reflexionó sobre el lugar en donde estaba cuando esto pasó y qué estaba haciendo con su vida, en un momento en donde se cuestionó todo. Y para nosotros fue súper bonito, después de haber reflexionado, concluir que estábamos en el lugar correcto. Nosotros habíamos hecho todo para que eso no sucediera y queríamos seguir para contener y recomponer a través de nuestro arte una sociedad que está súper dañada. Fue triste, fue melancólico, pero también fue bien bello en ese sentido».


El Circo del Mundo celebró 25 años de existencia, una labor que ha incluido la creación de la única escuela circense profesional en Chile, la organización de eventos internacionales y la formación de miles de jóvenes vulnerables de todo Chile.

«Para una organización artística y cultural es mucho tiempo, en términos de los desafíos que hemos tenido que enfrentar en este tiempo, pero también ha sido proceso muy bonito por haber realizado muchos sueños», señaló Alejandra Jiménez, la directora de la entidad ubicada en la comuna de Lo Prado.

Para este año, el Circo tenía previsto un re estreno de un espectáculo el 30 de abril en el Centro Cultural Matucana 100, «Subcirco – Destino bajo tierra», a partir de un proyecto Fondart de Patrimonio Escénico, la primera de ocho funciones abiertas, pero debió ser cancelado por el coronavirus. Por lo mismo la entidad cerró sus puertas de manera temporal el 14 de marzo, sin fecha concreta de reapertura aún, con lo cual también quedó en el aire un segundo festival internacional en el segundo semestre.

El confinamiento, si bien ha hecho notar que es imposible brindar todas sus actividades de manera remota, no ha impedido que sigan realizando actividades educativas complementarias y de contención. Desde este viernes además comparten, en el contexto de la celebración, varios de sus espectáculos en redes sociales.

Entre los hitos de su existencia, Jiménez  destacó su primera participación en un encuentro internacional de 1998, junto al estreno del primer espectáculo del nuevo circo, «Zikozita, una cita con el nuevo circo»; la inauguración de la primera escuela de arte circense en 2004; el egreso de la primera generación de dicha escuela en 2007; un proyecto del BID con una escuela de Perú y otra de Argentina llamado «Cuerda firme» para insertar el circo en la malla curricular de ocho liceos técnicos de Santiago, que les permitió insertarse en el ámbito educativo; y la organización del primer festival internacional en 2015, con invitados de varios países de Latinoamérica.

El Circo del Mundo se originó a partir de la iniciativa del Cirque du Soleil y Jeunesse du Monde, que en 1995 en un proyecto de Cooperación Internacional con La Corporación el Canelo de Nos realizaron talleres circenses a artistas chilenos, principalmente actores y bailarines, con el objeto de aplicarlo en la ayuda de niños, niñas y jóvenes con problemas sociales.

Arte transformador

Una clave para esto es considerar el arte como un espacio transformador, además de instalar el concepto de «nuevo circo» como un arte escénico.

Hoy la entidad está dividida en tres áreas de acción: un área social, donde el Circo trabaja con niños y jóvenes de diversa vulnerabilidad, para potenciar en ellos habilidades socioemocionales; un área académica, que incluye la Escuela de Artes Circenses, la única profesional en Chile, con ocho generaciones egresadas, cuyos miembros se desarrollan en el país y el extranjero; y un área de producción, cuya misión es el fomento del nuevo circo como un arte escénico a través de diversos espectáculos, con giras por nacionales e internacionales.

«Estamos súper contentos de lo que han sido estos 25 años, de haber ido adelante con los desafíos que teníamos, además de las proyecciones de futuro que tenemos», señaló Jiménez.

Área social

Unos de los grandes beneficiarios directos han sido niñas y niños de toda la Región Metropolitana, de comunas como La Pintana, El Bosque, Puente Alto, Renca, Cerro Navia, Lo Prado, Lo Espejo y Estación Central, pero también Ñuñoa, Las Condes y La Reina, así como algunas ciudades de provincia como Iquique, Lebu y Frutillar.

«Entendemos que el riesgo no sólo está vinculado a la pobreza, sino a un sistema que muchas veces transgrede los derechos de los niños», explica.

Los chicos llegan a través de convenios con municipalidades, escuelas, fundaciones y otras organizaciones.

«La idea es convertirlos en personas integrales, proactivas, de liderazgo, ayudarlos a ser felices, a tener expectativas, esperanzas», dice la directiva, además de ayudarles a encontrar su vocación, encontrar los mejores lugares, acceder a becas, etc.

«Si un niño es capaz de dar un salto mortal, también se atreve a dar la PSU, pasar de curso o entrar a un instituto. El Circo lo hace desafiar la gravedad, su propio cuerpo, sus propias capacidades, a partir de lo cual adquieren mucha confianza en sí mismos», dice.

Muchos de ellos, además de construir sus propias familias, hoy se desempeñan en diversas profesiones, como kinesiólogos, enfermeros, músicos, bailarines, profesores, además de diversas carreras técnicas.

Por año, el Circo trabaja con entre 180 y 250 niños, de 5 a 17 años, con un total de 25 mil desde la existencia de la entidad.

Aunque obviamente no todos ellos desean seguir una carrera circense, los que sí desean hacerlo se integran a lo que se llama la «mini compañía», existente desde 1996, a partir de la cual varios pasaron a la escuela profesional.

«Es muy grato ver cómo muchos de esos niños de los 90 hoy son mis colegas», celebra Jiménez.

Desafíos

Obviamente la principal dificultad ha sido el tema del financiamiento, ya que en la entidad trabajan 30 personas. Hasta 2003, el Circo tuvo apoyo de la cooperación internacional, y luego ha logrado ganarse diversos fondos concursables del Ministerio de las Culturas, el SENAME y el CONACE, entre otros, así como de algunas fundaciones. Los privados, en tanto, han brindado donaciones o comprado algunos servicios puntuales.

«Una organización artística y cultural requeriría de una asignación directa del Estado que apoye las principales áreas con las que estás trabajando», dice Jiménez.

«Estar permanentemente consiguiendo recursos para esta tremenda organización y sus profesionales, para generar proyectos nuevos y mantener la única escuela circense profesional en Chile, ha sido súper difícil», admite.

Desde hace tres años, el Circo es parte del programa Otra Organización Colaboradora (OOC) del Ministerio, un fondo que sin embargo puede acabarse cualquier día. «De hecho, no tenemos seguridad para el 2021», alerta.

«Siempre estamos en la precariedad de si vamos a poder continuar o si vamos a tener que cerrar. Como nosotros, hay muchas otras organizaciones que han demostrado que se pueden mantener, que han fomentado el arte, generado espectáculo y representado a Chile en el extranjero».

«Crónica circense de un estallido»

El estallido

Finalmente, en cuanto al estallido del 18 de octubre, Jiménez recordó que los primeros días fueron difíciles, entre otros por el cierre o cambio de horarios de la estación de Metro más cercana, Pajaritos, lo que dificultó la llegada de los alumnos al lugar.

«En las primeras semanas nos convertimos principalmente en un espacio de reflexión, de contención, donde hablaban los estudiantes, los artistas, los profesores. Fue súper bonito también porque en el estallido toda la gente reflexionó sobre el lugar en donde estaba cuando esto pasó y qué estaba haciendo con su vida, en un momento en donde se cuestionó todo. Y para nosotros fue súper bonito, después de haber reflexionado, concluir que estábamos en el lugar correcto», destacó.

«Nosotros habíamos hecho todo para que eso no sucediera y queríamos seguir para contener y recomponer a través de nuestro arte una sociedad que está súper dañada. Fue triste, fue melancólico, pero también fue bien bello en ese sentido».

En aquel momento los estudiantes de último año estaban haciendo un espectáculo de egreso, que se paró por dos semanas.

«Ellos también se cuestionaron qué rol tenía el arte en ese minuto, si Chile se estaba quemando prácticamente. Pero fíjate que de la mano de la enseñanza que les habíamos dado, al ser alumnos del Circo del Mundo ellos también ven lo que el Circo del Mundo ha hecho en estos veintitantos años. Y se dieron cuenta de que el arte efectivamente era una herramienta, y era vital para el proceso que estábamos viviendo, pero sobre todo para lo que venía después».

Ellos egresaron con un espectáculo llamado «Crónica circense de un estallido», donde pusieron en escena todo lo que había pasado el 18 de octubre en adelante, y que se dio en el Circo del Mundo y varios centros culturales.

«La escuela no sólo enseña a ser artista, sino también les brinda muchas herramientas para poder desarrollarse laboralmente: como artista social, como profesor, como monitor, o para poder desarrollar sus propios espacios artístico-culturales», concluye.

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