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El primer aliento CULTURA|OPINIÓN

El primer aliento

Humor, tristeza, escepticismo frente a los lugares comunes de la vejez y la existencia adulta, hacen al espectador empatizar no sólo con la tercera-cuarta edad, además permite pensar sobre todas las jaulas asumidas por una persona, en los escalafones predeterminados de una sociedad aún conservadora.


Lupe es una mujer de 92 años, de situación acomodada escribiendo una carta muy sarcástica a su hija durante este confinamiento, en ella le comparte sus emociones y pareceres respecto a la autonomía que cada uno debería tener sobre la vida y la duración de ésta.

Estamos adentrándonos en la obra Aliento, dirigida por Álvaro Viguera, consolidada en la interpretación de Delfina Guzmán, una obra irónica y lúcida. Parida entre la dramaturga Elisa Zulueta y la misma personalidad de la consagrada actriz. La puesta nos instala en una versión audiovisual de este monólogo ágil y profundo, estrenado el 17 de octubre de 2019 en el Centro GAM, pero sin segunda función debido a la rebelión social-generacional. 

[cita tipo=»destaque»]No es una obra sobre la eutanasia, es un ensayo sobre qué autonomía poseemos de verdad sobre nuestros ciclos vitales. “¿De quién es mi vida?, ¿Del Estado, de Dios, de la naturaleza, de la moral, de la ciencia?”, insiste Lupe pataleando, nunca conforme con los roles de su era, donde las mujeres debían servir a los hombres y suprimir sus anhelos.[/cita]

Humor, tristeza, escepticismo frente a los lugares comunes de la vejez y la existencia adulta, hacen al espectador empatizar no sólo con la tercera-cuarta edad, además permite pensar sobre todas las jaulas asumidas por una persona, en los escalafones predeterminados de una sociedad aún conservadora.

Las estrafalarias y carismáticas líneas escritas por Lupe a una hija, con la cual no tuvo una maternidad ideal, son un texto sobre la autodeterminación ante la propia peregrinación. La madre le pide a esta hija distante, asistencia para dar por finalizada la cumplida y monótona epopeya existencial. 

No es una obra sobre la eutanasia, es un ensayo sobre qué autonomía poseemos de verdad sobre nuestros ciclos vitales. “¿De quién es mi vida?, ¿Del Estado, de Dios, de la naturaleza, de la moral, de la ciencia?”, insiste Lupe pataleando, nunca conforme con los roles de su era, donde las mujeres debían servir a los hombres y suprimir sus anhelos.

El personaje de Delfina vivió la sumisión de la mujer, se fue convirtiendo como la estatua de sal de Lot y por primera vez a los 92 años, se siente dueña de su destino. 

En la propuesta de teatro audiovisual, la protagonista deambula por las habitaciones de su departamento, pontificando desde sillones y sofás, remarcando a lápiz y papel cada idea subversiva, culminando siempre con sus miradas de horizonte en ese balcón de estrellas artificiales, de la ciudad antropófaga.

La dupla Vigueres – Zulueta obtiene una Lupe, en Aliento, una anhelante de cerrar el boliche antes que las llamas se lleven los recuerdos, afanes y logros. No deja sabor a muerte y vejez, sugiere una etapa donde deberíamos vivir los preparativos de cada noche para irnos a la cama a reposar. Ella vive la edad de la lentitud plena, en medio de una rebelión popular liderada sólo por ágiles escolares, pues los universitarios ya son adultos mayores endeudados al 6% a los 18 años. El poder y las deudas envejecen.

Nuestra especie está destinada a extender la existencia física. Hace cien años la expectativa bordeaba los 50 años, estamos hoy en el umbral de duplicar esa situación. En un siglo más, morir será una opción y no una condena. 

Si bien la ciencia avanzó, nuestro sistema emocional no evolucionó a la par de las posibilidades. Así como nuestro sistema de valores no está preparado para lo que se viene, los sentimientos no siguen el ritmo que lleva hoy a la cuarta edad. 

Se confunde ganas de morir con un fenómeno más simple, el cuerpo envejecido se cansa y ello afecta el ánimo, pues el alma, la mente, el sexo quieren seguir viviendo. Si a los 90 años tuviéramos salud de una persona de 40, el sistema emocional no estaría pensando en eutanasias o cerrar capítulos. Cada noche cerramos los ojos por cansancio físico, más que por renuncia o sinsentidos. 

A pesar de mil vidorrias habidas en 90 años, pero con un cuerpo en plenitud, cualquiera desearía seguir y seguir porque vivir es adictivo. El Barón Munchausen rejuvenece cuando hay una nueva aventura.   

“¡Quiero más, padre!” le dice el Nexus 6 Roy Batty a Tyrell, su creador, en Blade Runner. Roy ha vivido mil mundos en las colonias espaciales y visto cosas que un ser humano jamás habría imaginado en sólo 4 años de odisea operativa, sin embargo, mientras conoce su ocaso, desea y exige con ira más tiempo. 

En otra esquina, los financistas están muy interesados en investigar la longevidad.  La inversión en envejecimiento será mayor a los $271.000 millones de dólares para 2024. La premisa es comprender la biología de la vejez para conseguir «estar en los 30 años hasta los 80, y luego el declive sea más rápido», según Marc Ramis, líder de la biotecnológica actual. 

Como esos avances no serán para todos en el corto y mediano plazo, hoy urge un jardín de rocas japonés. Aceptar el declive en el Tao, pues ya somos una especie que promedia unos no frugales 90 años. 

Por otro lado, La pandemia de hoy es moral, las nuevas generaciones, calculadora en mano, desean volver a producir, pues los fallecidos serán sólo abuelos. En el botellón de España, o las concentraciones políticas innecesarias, los jóvenes demuestran su desprecio por los mayores. 

El Chile modelo Colina 1, donde todo vale, tiene al centro de la injusticia a la 3ª y 4ª edad, con pensiones miserables, planificadas por jóvenes de hace cuarenta años atrás, hoy lugartenientes senescentes, al servicio aún de grupos económicos insaciables. 

En Aliento, de Elisa Zulueta, está la mesa servida para escribir una buena carta de respuesta a Lupe a cargo de los jóvenes. 

ALIENTO Centro GAM. Hasta el 8 de noviembre | Viernes y sábado, 21:30 h. | Domingo 20:30 h. Vía Online.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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