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Neurocientífico David J. Anderson: «la comprensión científica de las emociones es muy limitada» CULTURA|CIENCIA

Neurocientífico David J. Anderson: «la comprensión científica de las emociones es muy limitada»

En el marco del festival Puerto de Ideas, que se extiende hasta el domingo, el especialista presentó de manera virtual la ponencia “La neurociencia del miedo, del sexo y la violencia”, donde compartió con el público sus hallazgos en torno a la neurobiología de las emociones, abordando cómo es que funcionan en el cerebro y cómo estas investigaciones podrían generar mejores tratamientos para patologías psiquiátricas. «Las hormonas no controlan el comportamiento. El cerebro controla el comportamiento y libera las hormonas, hace ambas cosas», destacó.


Una nueva forma de pensar las emociones propone el neurocientífico estadounidense David J. Anderson, quien expuso este lunes en el festival de la ciencia Puerto de Ideas, que se extenderá hasta el domingo.

El especialista presentó de manera virtual la ponencia “La neurociencia del miedo, del sexo y la violencia”, donde compartió con el público sus hallazgos en torno a la neurobiología de las emociones, abordando cómo es que funcionan en el cerebro y cómo estas investigaciones podrían generar mejores tratamientos para patologías psiquiátricas.

Anderson, entrevistado por la investigadora María Soledad Matus, destacó que la comprensión científica de las emociones es muy limitada, a lo cual se suma que son definidas de manera diferente por distintas disciplinas.

«Es como distintas personas ciegas agarrando diferentes partes de un elefante y tratan de ponerse acuerdo sobre lo que están tocando, pero ni siquiera tienen la misma palabra para ‘elefante'», ejemplificó.

Desde Darwin

El estudio de las emociones se remonta a Charles Darwin (1809-1882) y su obra «La expresión de las emociones en el hombre y en los animales» (1872). El británico sospechaba que todos los animales tenían emociones, y era consciente del vínculo entre estas y las enfermedades mentales.

Anderson recordó que actualmente es común el uso de remedios para tratar problemas como la depresión, pero alertó sobre los efectos secundarios y su poca especificidad, ya que llegan a todo el cerebro, y no sólo a la parte afectada.

«Vemos estos temas como problemas del cableado del cerebro, y no sólo en la química del cerebro», explicó, lo que a su juicio requiere una mejor comprensión de cómo los circuitos cerebrales controlan las emociones.

Actualmente el escaneo cerebral permite registrar la actividad de ciertas partes del cerebro durante determinadas emociones, pero no se sabe si la emoción es causada por el cerebro o por el contrario sólo activa un sector del mismo al ocurrir.

Puente

Asimismo, relató que la ciencia actual permite un estudio de los circuitos cerebrales en ratones o moscas de fruta, en lo que se denomina «neurociencia causal», aunque hay un problema clave: ¿cómo saber si estos seres vivos tienen emociones? Ya que, según dijo, la única forma de expresarlas es mediante el lenguaje.

«La neurociencia se puede utilizar para proporcionar un puente entre la visión sicológica de la emoción (…) y la etología, que es la medición objetiva de las conductas», explicó.

«Las emociones son estados centrales internos del cerebro producidos por varios estímulos a los que el animal está expuesto, y que dan lugar a respuestas mensurables», definió.

Características de emociones

Anderson pasó luego a caracterizar las emociones, por ejemplo, su duración. Por ejemplo, cuando algo nos da miedo, el corazón sigue latiendo un rato aunque el estímulo negativo haya desaparecido. Eso demuestra que la emoción es mucho más que un acto reflejo, y señala una de sus características, la persistencia, que a su juicio incluso va más allá de la secreción de hormonal como el cortisol, en este caso.

«Las hormonas no controlan el comportamiento. El cerebro controla el comportamiento y libera las hormonas, hace ambas cosas», explicó, mientras centró luego su exposición en una parte específica, el hipotálamo.

Allí, distintas zonas controlas emociones como el miedo o la agresividad, algo que Anderson ha probado en experimentos con ratones, modificando genes mediante la «optogenética», para «encender» o «apagar» ciertas neuronas. Así lograron, por ejemplo, que un ratón se alejara de un gato por miedo, mientras otro no lo hacía.

A continuación, el científico reseñó los distintos experimentos que realizar para probar sus teorías. Incluso llegó a mostrar cómo, en medio de una «pelea» entre dos ratones, «apagaba» la neurona de la agresividad y la violencia cesaba.

Otra cosa que comprobó fue cómo, tanto en moscas como ratones, el aislamiento social refuerza la agresividad. Sin embargo, al mismo tiempo, pudo ver que si se bloqueaba el gen que generaba dicha agresividad, ella desaparecía, incluso en animales proveniente del citado  aislamiento social.

«Gracias al Covid ya sabemos que el aislamiento social tiene efectos muy graves en la salud humana», incluso efectos siquiátricos graves en el caso de los presos, concluyó.

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