CULTURA
El trabajo es parte de una serie de ilustraciones en torno al tema del proceso constituyente chileno iniciado en el 2020, para la redacción de una nueva Constitución, que fue iniciada por el dibujante, ilustrador y humorista gráfico Alen Lauzan, y continuado por Raquel Echenique, Marcelo Escobar, Sol Díaz, Francisco Olea, Francisca Yáñez y Javiera Ortega.
La ilustradora Marcela «Maliki» Trujillo presentó un retrato de Elisa Loncon en una serie sobre la Convención Constituyente.
El trabajo es parte de una serie de ilustraciones en torno al tema del proceso constituyente chileno iniciado en el 2020, para la redacción de una nueva Constitución, que fue iniciada por el dibujante, ilustrador y humorista gráfico Alen Lauzan, y continuado por Raquel Echenique, Marcelo Escobar, Sol Díaz, Francisco Olea, Francisca Yáñez y Javiera Ortega.
Trujillo es pintora, ilustradora y dibujante de cómics autobiográficos. Ha expuesto sus pinturas en Chile y en el extranjero. Ha participado en destacadas ferias nacionales e internacionales: Angoulême, Stanford, Bogotá, Caracas, Ciudad de México, Lima, Buenos Aires entre otras. Se ha desempeñado como docente en dibujo y narración gráfica en la U. Diego Portales, U. de Chile y Arcos.
Sus cómics han sido publicados en varios medios como la Revista Trauko, Big magazine, The Clinic, El Desconcierto, Revista HUV, Carboncito y El Volcán. Es autora de varios cómics como Las crónicas de Maliki 4 ojos (Feroces editores), El diario íntimo de Maliki 4 ojos (Ril editores), El diario iluminado de Maliki (Ocho Libros) entre otros.
Su primera novela gráfica Ídolo, una historia casi real (Penguin Random House) obtuvo el Premio Municipal de Literatura (2018) y el Premio Literario mención Novela Gráfica (2019). Junto a la ilustradora Sol Díaz, produce y conduce el podcast de cómic femenino La Polola (disponible en Soundcloud y iTunes). Es coeditora de la Revista Brígida, cómics hechos por mujeres.
Trujillo comenta que una de las características que más le emocionan de este proceso constituyente es que incluye a los pueblos originarios «de una manera digna».
«Crecí en un país en dictadura, machista, clasista, racista y discriminador que no propiciaba el respeto por la cultura indígena, en especial por nuestro pueblo mapuche, que incluso durante los gobiernos democráticos ha sufrido extrema violencia y el despojo de sus tierras, derechos y dignidad», cuenta.
Los escaños reservados consideraron a 10 pueblos indígenas: Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Quechua, Atacameño, Diaguita, Colla, Kawashkar, Yagán y Chango.
«Me pareció un hecho sanador. Siempre sentí que a Chile le faltaba amor propio, queríamos parecernos a Estados Unidos y Europa porque en el fondo carecíamos de un sentido identitario. Creo que valorar lo que somos parte por reconocer y respetar nuestros orígenes y desde ahí podremos comprender gran parte de nuestra cultura, quererla y cuidarla, por eso las dibujé y pinté de frente, para verme en ellas, con sus trajes ceremoniales y la naturaleza de fondo, porque quiero aprender la conexión con los ritos ancestrales y la cosmogonía mapuche, la preservación del bosque, los ríos y las plantas medicinales», dice.
Sobre la elección de Elisa Loncon, la artista cuenta que se debió a que «representa la unión de dos culturas a través del lenguaje. La tradición oral de la mayoría de los pueblos originarios es rica en metáforas arquetípicas y ella como lingüista y académica, especialista en Mapuzungun, acerca ese universo a las nuevas generaciones universitarias que repiensan la historia y transforman la cultura. Fue elegida por sus pares como la presidenta de la Convención constituyente, lo que simboliza una nueva era».
En relación a los temas principales de la Convención, Trujillo realizó un cómic para la Revista Brígida donde dibujó un tablero de juego de mesa y aparece como un personaje hablando con la Constitución escrita en dictadura y le pregunta por nueve temas, que han transformado a Chile en un país neoliberal «y con grandes injusticias sociales».
«Mi país ideal es uno donde la Constitución garantice educación y salud pública gratuita y de calidad, pensiones dignas, aborto universal libre y gratuito, derechos para las mujeres, niños, ancianos, disidencias sexuales y pueblos originarios, Constitución laica, protección de los recursos naturales y el medio ambiente y por supuesto, desarrollo y protección a la cultura».
Durante el estallido, Trujillo admiró la valentía y el coraje de las estudiantes «y de toda la juventud que protestaba y revivir miedos que tenía dormidos desde la dictadura».
«Fue una mezcla entre gratitud por quienes se atrevían y salían a exigir justicia y derechos básicos y un terror parido por la violencia que ejercían Carabineros y el Estado en contra de miles de chilenos», recuerda.
«En dictadura me enteraba de las violaciones a los derechos humanos por un boca a boca, por reportajes fotográficos en revistas de izquierda, documentales clandestinos y por lo que salía en la tele, que siempre estaba manipulado, estaba acostumbrada a juntar piezas para comprender las atrocidades que estaban ocurriendo, pero durante el estallido todo fue inmediato, las redes sociales me mostraron la violencia de las policías armadas hasta los dientes hacia las personas que protestaban con cascos de bicicleta y lentes para no perder sus ojos casi en vivo y en directo. Eso me generó mucha angustia, era una sensación de retroceso, de volver al inicio, de impotencia que me paralizó», explica.
«Yo no me atrevía a salir a marchar porque cuando era adolescente en una protesta me tomaron presa porque corro lento, entonces estaba pegada al celular y a la tele, lloraba, estaba aterrada, hasta que las personas comenzaron a entender que el origen de todas las injusticias sociales que estábamos viviendo estaba en la Constitución escrita en dictadura, y los vecinos comenzaron a organizarse en las casas y en los barrios, para conversar sobre la necesidad de escribir una nueva constitución, se autoconvocaron asambleas constituyentes en plazas y parques, con música, sin violencia, sin Carabineros. Recién ahí pude salir y ese miedo se convirtió en esperanza. Fui con mis hijas y nos encontramos con amigas y de la pesadilla pasé al sueño y ahora ese sueño se hizo realidad», celebra.
«El estallido me hizo reconocer la necesidad de exigir justicia social, la importancia de la rabia como emoción cuando la ley no nos protege y más bien nos miente y nos roba legalmente acostumbrándonos a aceptar seguir siendo abusadas, también me hizo ver lo importante que es coexistir en comunidad, aprender a escuchar y a ponerse de acuerdo por un bien común».
Cada mes, entre mayo y noviembre de 2021, siete ilustradoras e ilustradores dibujaron este evento histórico a través de tres dibujos que se difundieron en forma virtual en las redes sociales del Instituto Francés de Chile y el diario El Mostrador.
Este proyecto, impulsado y organizado por el Instituto Francés de Chile, ofrece la oportunidad a artistas, testigos de su historia, de entrar en un proceso creativo que valora la diversidad de puntos de vista.
Al término de este proyecto, el conjunto de las ilustraciones será publicado en un libro y presentado en una exposición en la Cité de la BD d’ Angoulême (Francia).
Los organizadores de la muestra puntualizan que «las opiniones expresadas en los dibujos no necesariamente representan las del Instituto Francés de Chile y de la Embajada de Francia en Chile».
