Se trata de una dramaturgia irónica y brutal, al mismo tiempo que profundamente sensitiva y humana. Una reflexión que, aunque muy inglesa –en el sentido de un participar de un proyecto de autobservación cruda de la sociedad que hace años se viene dando en esa isla (por cierto, no solo el título de la obra rememora el nombre de la canción de Blur, sino que el personaje menciona un acontecimiento que sucede a las 4:48, que para mí no puede sino ser una referencia a Sarah Kane)–, pero que se universaliza radicalmente a través de la traducción y porque, sobre todo, el tema resulta horizontal para toda la cultura de Occidente.
En su libro Teatro político, Erwin Piscator declara que la paz que dominaba en Alemania durante 1927 era solo aparente y que el triunfo sobre la burguesía, también lo era. La historia posterior demostraría que tenía -lastimosamente- la razón. En cierto sentido, su aseveración -al ser puesta en contexto- es, por cierto, una queja contra cierta ingenuidad del arte y también de los movimientos sociales, en consecuencia, pensaba él, es necesario mantener la lucha por la consciencia política, de forma permanente.
De alguna manera, «Girls & Boys», montaje dirigido por Alfredo Castro y cuya interpretación recae en Antonia Zegers, con temporada en el Teatro UC, puede leerse en esa clave, pues, si bien una nueva consciencia del lugar de la mujer en la sociedad se ha ido asentando en los últimos años en Chile, no significa en absoluto que no estemos frente a un avance todavía discutible, en proceso, con algo ganado, pero con necesidad de retomar la discusión, incluyendo nuevas perspectivas.
La obra, aparentemente, representa la historia individual y dramática de una mujer que nos ofrece un monólogo, pero, en realidad, surge como un teatro político, pues lleva a la arena de las relaciones sociales, una discusión que todavía no ha terminado, precisamente, aquel del lugar de la violencia masculina general y, en particular, de aquella que se centra en la familia.
La dramaturgia de Dennis Kelly se organiza como un monólogo que abre como si de un stand up comedy se tratara, pero que, progresivamente, va abriendo otras puertas, otros ámbitos discursivos que modulan la historia. Cada momento del texto funciona prolijamente, el stand up, efectivamente hace reír, las reflexiones quedan reverberando en nuestras mentes y emociones, así como la totalidad del texto, retuerce y arde cuando salimos del teatro.
Se trata de una dramaturgia irónica y brutal, al mismo tiempo que profundamente sensitiva y humana. Una reflexión que, aunque muy inglesa -en el sentido de un participar de un proyecto de autobservación cruda de la sociedad que hace años se viene dando en esa isla (por cierto, no solo el título de la obra rememora el nombre de la canción de Blur, sino que el personaje menciona un acontecimiento que sucede a las 4:48, que para mí no puede sino ser una referencia a Sarah Kane)-, pero que se universaliza radicalmente a través de la traducción y porque, sobre todo, el tema resulta horizontal para toda la cultura de Occidente.
La dirección de Alfredo Castro (con la asistencia de Víctor Valenzuela), da cuenta de esa misma visión. Con la precisión y sensibilidad que lo caracteriza, Castro organiza la puesta en escena dando espacio al texto y la actuación, prescindiendo de sobrecargas innecesarias, la forma que adopta es la de dejar que el personaje y su proceso se abran camino. Si bien utiliza recursos escénicos, estos carecen de parafernalia, por el contrario, son acotados, precisos y sobriamente articulados.
En el fondo, Alfredo Castro es un artista a quien uno ha tenido la suerte de ver evolucionar (y uno crecer con él), de esta manera, es posible decir que las puestas en escena que dirige son una manera de proferir el teatro, de producirlo con autoría y sentido de comunidad, toda vez que sus obras siempre están, de un modo u otro, vibrando con alguna dimensión de la sociedad.
Antonia Zegers tenía una tarea difícil y la lleva a cabo con absoluto éxito. Su voz y cinética, los procesos por los que conduce a su personaje, su atletismo emocional (que va desde la risa y simpatía desbordante, hasta el dolor quebrantado) dan cuenta de una actriz con peso y potencia, de un trabajo actoral sólido por todos sus costados.
El diseño de Rodrigo Ruiz conecta perfectamente con la puesta en escena, es preciso, sin excesos, dialogando sutilmente con el texto y la actuación, mismo fenómeno que acontece con la música, en tanto Miguel Miranda -encargado de esta- establece el espacio del sonido en una relación sintética con los diversos momentos del montaje, utilizando los sonidos como otra voz del mismo.
«Girls & Boys» es una obra que sostiene cuestionamientos contingentes, de forma creativa; va desde el humor a la tragedia, nunca cae en lugares comunes y, sobre todo, levanta preguntas y requerimientos a nuestra sociedad, algo bastante sano si pensamos que, últimamente, el olvido y la falta de audacia a la hora de pensarnos ha sido la tónica en nuestro país.
Temporada
10 de noviembre al 3 de diciembre, miércoles a sábado, a las 20.30 horas
Sala Ana González / 1er piso: cuenta con acceso para personas con movilidad reducida y silla de ruedas
** Encuentro con el público postfunción viernes 2 de diciembre **
Ficha artística
De Dennis Kelly | Dirección: Alfredo Castro| Traducción: Andrés Kalawski y Milena Grass | Asistente de dirección: Víctor Valenzuela | Elenco: Antonia Zegers | Producción ejecutiva: Marcos Alvo Kalderon | Diseño: Rodrigo Ruiz| Música: Miguel Miranda| Coproducción Teatro UC y The Cow Company