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Descubren nueve especies de arácnidos en Chile CULTURA Crédito: Cedida

Descubren nueve especies de arácnidos en Chile

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Los hallazgos, frutos de una investigación de quince años, resaltan la importancia de proteger la biodiversidad de los ecosistemas áridos y semiáridos de nuestro país.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
Investigadores chilenos han identificado nueve nuevas especies de arácnidos. Estos descubrimientos subrayan la importancia de conservar los ecosistemas chilenos para proteger su rica biodiversidad.
Desarrollado por El Mostrador

Un grupo de arácnidos con hábitos nocturnos, llamados solífugos, han sido foco de atención para un equipo de investigadores chilenos y argentinos, quienes recientemente publicaron un artículo en la prestigiosa revista científica Plos One, que da cuenta de un importante hallazgo sobre nuestra biodiversidad en zonas áridas y semiáridas.

Se trata del descubrimiento de nueve especies del género Pseudocleobis, trabajo que consideró diversas expediciones desde la Región de Arica y Parinacota hasta el Biobío, y el uso de técnicas de microscopía avanzada e ilustración científica para describir con precisión a estos desconocidos arácnidos.

La investigación estuvo liderada por Jaime Pizarro, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, y del Laboratorio de Entomología Ecológica, de la Universidad de La Serena.

“Este trabajo es el resultado de más de 15 años de expediciones científicas, recorriendo diversas localidades entre los 4.600 metros de altura en la cordillera, hasta islas remotas, lo que nos ha permitido estudiar en profundidad al género Pseudoclobis, que es endémico, o exclusivo, de Chile. El descubrimiento es relevante y representa un aumento del 70% en el número de especies de solífugos conocidos en el país”, señala el autor principal del estudio.

Pseudocleobis elongatus, P. atacamensis, P. puna, P. krausi, P. choros, P. lalackama, P. mumai, P. cekalovici, y P. escuadra, son los nuevos arácnidos descritos en este trabajo que resalta la importancia de Chile como hotspot de biodiversidad, y pone en valor la necesidad de continuar con los esfuerzos de exploración y conservación de nuestra fauna nativa.

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Arácnidos inofensivos

Aunque a simple vista se parecen a las arañas y tienen ocho patas, los solífugos son arácnidos muy distintos. Las arañas tienen dos partes del cuerpo bien diferenciadas y producen seda. Muchas también tienen veneno para cazar o defenderse. Los solífugos, en cambio, no producen seda ni tienen veneno. Son más rápidos, tienen unas grandes mandíbulas (quelíceros) que usan para cazar y comer, y su cuerpo parece más alargado o segmentado.

“Los solífugos son depredadores activos dentro del mundo de los artrópodos. Se alimentan principalmente de larvas, insectos e incluso de otros arácnidos. Los del género Pseudoclobis son cazadores nocturnos. Trepan matorrales, suben por las rocas y no representan un riesgo para los seres humanos. A veces pueden encontrarse dentro de las casas, sobre todo en zonas rurales, pero no hay que temerles”, señala el científico del IEB.

Además de ser depredadores, los solífugos también son presas, formando parte de la dieta de zorros, lagartos y aves. De esta forma, cumplen un importante rol dentro de las interacciones y de la cadena alimenticia en estos ecosistemas áridos y semiáridos.

Las nuevas especies descritas en el estudio fueron halladas en más de 50 localidades, concentrándose principalmente en la cordillera y precordillera de Los Andes. Sin embargo, también se encontraron especies en ecosistemas costeros, como las dunas de Los Choros.

Al respecto, Jaime Pizarro reveló que todas las especies descritas son endémicas y poseen una distribución muy acotada. “Eso las hace particularmente vulnerables a cambios en el uso del suelo. Eso también implica que muchas de ellas están en riesgo, y que probablemente serán incluidas próximamente en alguna categoría de conservación”.

El impacto de la minería o el creciente tráfico de especies, son otras amenazas que advierte el investigador, no sólo para estos solífugos en particular, sino para diferentes arácnidos endémicos de Chile. Por esta razón, enfatiza en la importancia de incrementar el conocimiento sobre nuestra biodiversidad y hacer que la ciencia sea accesible a diferentes públicos.

“Queremos contribuir a formar una ciudadanía informada: legisladores/as, profesoras/es, estudiantes, niñez. Que todos sepan que en Atacama, por ejemplo, no solo hay guanacos, sino también especies endémicas y bichos que no conocían”.

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¿Por qué estudiar a los solífugos?

En el contexto de la actual crisis de biodiversidad, el descubrimiento y descripción de nuevas especies es clave para avanzar en el conocimiento y preservación de los ecosistemas.

“Estamos perdiendo especies, antes de siquiera saber que existen. Calculamos que en Chile falta por describir cerca del 40% de los artrópodos, así que lo que actualmente conocemos es una diversidad subestimada”, señala el científico.

Al respecto, este reciente estudio nació de una línea de investigación que lleva más de 25 años desarrollándose en zonas áridas de Chile, en la que se advirtió que ciertos grupos de artrópodos necesitaban de manera urgente un estudio taxonómico, es decir, de descripción de especies, entre ellos, los solífugos.

Fue así como, durante años de muestreo en terreno, el equipo comenzó a encontrar ejemplares con características distintas.

“Poco a poco fuimos afinando la mirada. Al principio pensábamos que había una sola especie en el género Pseudocloves. Pero con el tiempo, y al comparar ejemplares de distintas zonas, nos dimos cuenta de que estábamos frente a especies completamente nuevas”, menciona Pizarro.

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La “extinción oscura”

La generación de conocimiento sobre nuevas especies y su conservación, también requiere de científicas y científicos comprometidos con este desafío. Al respecto, Jaime Pizarro comenta que hoy no solo nos enfrentamos a la extinción de especies, sino también a la extinción del conocimiento.

“Muchos de las y los taxónomos que trabajaban en Chile ya se han jubilado o han fallecido, y no siempre hay una nueva generación que continúe esa línea. Así es que, cuando se pierde un taxónomo, se pierde una mirada, una escuela, una línea de trabajo. Y eso también es una pérdida para la ciencia y el país. A eso se le llama la ‘extinción oscura’. Hay un paper sobre ello, sobre la extinción local de un taxón, pero también del taxónomo que lo estudiaba. Y acá en Chile tenemos ambas cosas”, enfatiza el investigador del IEB.

Su visión, es que la taxonomía no es vista como una disciplina “moderna” ni rentable académicamente, existiendo pocos incentivos para dedicarse a ella. Además, advierte que en Chile, las universidades han reducido sus esfuerzos para la formación en taxonomía.

Para combatir esta extinción, el científico de la U. de La Serena, hace un llamado a valorar el legado y avances de la taxonomía en Chile. Asimismo, resalta la importancia de esta investigación que amplía el conocimiento sobre la riqueza biológica del país y la fauna que habita nuestros suelos, camino que espera continuar abordando a través de nuevas líneas de investigación.

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