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Memoria y patrimonio nacional CULTURA|OPINIÓN

Memoria y patrimonio nacional

Sonia Martínez Moreno
Por : Sonia Martínez Moreno Académica Licenciatura en Historia U. Andrés Bello, sede Viña del Mar.
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En la actualidad, simbólicamente el arte se transforma en el mensaje visual más potente porque es en la imagen tapada y rescatada donde se aloja la esperanza y la angustia. El repensar nuestro pasado nos hace entender el sentir actual, la costra colectiva sigue viva, pero con responsabilidad emocional debemos abrirla, mirarla y curarla.


“El artista, ante esta situación crítica, registra con particular sensibilidad una visión angustiada del hombre dada la imposibilidad de participar en su propio destino”.

Gaspar Galaz & Milan Ivelic, 1988.

Al terminar el mes de septiembre, la memoria y el patrimonio se encuentra presente como tema de reflexión viva. A largo de la historia, los artistas no han estado ajenos a las circunstancias y sucesos de sus propios contextos históricos, lo que se ve claramente reflejado en los impactos socioculturales que le permiten tejer las bases de sus ideas.

Hoy me referiré a una obra rememorativa de Roberto Matta, “El primer gol del pueblo chileno”, creado en conjunto con la Brigada Ramona Parra. Este mural fue pintado el año 1971, el cual conmemora el primer año del gobierno popular, pero además los personajes representados aluden a la unión social, la cercanía, la colectividad, etc. En el año 1973, el mural ubicado en la Granja fue tapado a través de 16 capas de pintura y otros materiales. Sin embargo, en el año 2005 comenzó su proceso de restauración para ser nuevamente exhibido en el Centro Cultural Espacio Matta (CCEM) inaugurado el año 2010.

Con ello, tanto Roberto Matta como Brigada Ramona Parra vuelven a entregar esa connotación de importancia e inclusión en los movimientos y cambios sociales bajo la técnica artística del muralismo. De lo anterior podemos preguntarnos: ¿Qué efecto rememorativo-activo tienen las obras de arte en Chile? Al igual que los movimientos del muralismo mexicano en pleno período post revolución, los pintores -Rivera, Orozco y Siqueiros, entre otros-, quisieron reflejar la realidad de la cultura popular mexicana y el acontecer del mundo indígena y la clase trabajadora.

En el caso de Chile, los artistas de la década de los 70’ se toman estos espacios públicos, cercanos y propios de una comunidad, en donde el arte puede ser mostrado a todos los ciudadanos de forma abierta, se busca democratizar la educación visual y el goce y disfrute del arte. El plan del arte mural en espacios abiertos para todo público daría sus frutos a largo plazo.

Si bien hago referencia a una obra de arte puntual de un pintor de conocimiento y valorización internacional como es el caso de Matta, esta vez me centraré en la relevancia de la propuesta en cuanto al acto rememorativo colectivo y las sensibilidades reflejadas en la historia de esta obra. Las capas de pintura arrojadas para tapar la obra son costras de las heridas que deben sanar, y debemos mirar y reflexionar sobre ella variadas veces hasta asumir nuestra realidad y abrazarla.

Al igual que Picasso con el Guernica, el mural de Matta y la Brigada Ramona Parra proyectan la memoria colectiva del sentir de un pueblo. Según el pintor, en una entrevista dada, indica que el artista da la primera chuteada al balón, esto quiere decir que desde una perspectiva psicosocial de la obra el artista se involucra en su discurso social con el escenario político del país, el creador es un ciudadano por excelencia, un comunicador del pueblo que transmite el sentir de la unión social.

Tanto la brigada Ramona como Matta, concordaban que parte del cambio de paradigma en la sociedad era la idea de proponer “Un museo abierto” para todo ciudadano, sin crear diferencias sociales o variaciones en las oportunidades de apreciar el arte. Las figuras antropomorfas, que caracterizan las obras de Matta, representan en el mural al ciudadano libre y expresivo por excelencia. Una de las frases rescatadas que se distingue en la obra, señala la siguiente consigna: “Hay que crear para creer”. En pocas palabras, el artista en organización con las entidades institucionales y políticas deben crear la descentralización del arte, crear para abrir el conocimiento a todos los ciudadanos.

La memoria muchas veces se forja a partir de hechos dolorosos para nuestra historia, el arte es un registro-relato retiniano, pero para el corazón colectivo puede tener espinas o capas de pintura. La creación visual solo puede ser silenciada por un tiempo acotado, esto porque siempre el mensaje sale a flote, la restauración física de la obra nos invita a una restauración social.

“Los murales de las brigadas no son un fenómeno de minorías sino un patrimonio engendrado por las mayorías. La idea del arte para el pueblo proviene del pueblo mismo, de su avanzada en la lucha social…” (Texto de la Brigada Ramona Parra, abril-junio 1971).

En la actualidad, simbólicamente el arte se transforma en el mensaje visual más potente porque es en la imagen tapada y rescatada donde se aloja la esperanza y la angustia. El repensar nuestro pasado nos hace entender el sentir actual, la costra colectiva sigue viva, pero con responsabilidad emocional debemos abrirla, mirarla y curarla.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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