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La influencia “oculta” de John Dos Passos CULTURA|OPINIÓN

La influencia “oculta” de John Dos Passos

Pablo Bravo
Por : Pablo Bravo Periodista y escritor.
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Es difícil imaginar que en el caso de obras gigantes de la literatura latinoamericana como “Conversación en La Catedral” (Mario Vargas Llosa), “Rayuela” (Julio Cortázar) o “Los Detectives Salvajes” (Roberto Bolaño), sus autores no hayan pasado antes por el filtro de haber leído “Manhattan Transfer”.


Ernest Hemingway y William Faulkner son dos escritores norteamericanos que marcaron buena parte de la configuración novelesca del siglo XX. Ambos -gigantes por sí mismos- constituyen, además, dos concepciones del todo diferentes sobre cómo enfrentar la literatura, acaso dos universos que podrían perfectamente considerarse contrapuestos.

El primero es reconocido por su estilo sobrio y realista. Al segundo, con su desarrollo más cercano a la vanguardia (con técnicas como el uso del monólogo interior, multiperpectivismo oral, etc), se le atribuye una gran influencia sobre la literatura latinoamericana en el periodo cercano al llamado boom, por ejemplo, en Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, o Juan Carlos Onetti.

Pero hay un tercer nombre, también contemporáneo de Hemingway y Faulkner, al que no se le ha dado el justo reconocimiento: John Dos Passos.

John Dos Passos fue un periodista y escritor nacido en Chicago, descendiente de portugueses. Fue muy cercano a Hemingway y tuvo hasta cierto punto un paralelismo con su historia, hasta que se distanciaron. Dos Passos participó como voluntario de la Cruz Roja en la Primera Guerra Mundial, siendo destinado a Italia. Luego pasó varias temporadas entre Francia y España. Con ideas cercanas al socialismo, con aguda conciencia social y política, alcanzó a publicar tres libros hasta que en 1925 lanzó su obra más reconocida: “Manhattan Transfer”.

Se trata de un periodo de gran agitación cultural. Solo tres años antes se había publicado “Ulises”, de James Joyce y, mientras tanto, en Europa el surrealismo hacía de las suyas…

Es cierto que no se puede separar a una obra de su autor pero, ¿qué hizo tan especial a “Manhattan Transfer” como para considerarla una de las principales novelas del siglo XX, al punto de lograr “prestigio autónomo” mucho más allá del propio Dos Passos?

En primer lugar, su total ruptura con la novela realista decimonónica, concretado a través de su estructura fragmentaria y descentrada. “Manhattan Transfer” es una novela coral que narra los pasos de personajes que viven en el Nueva York de los años 10 y 20, inmediatamente antes y después de la Primera Guerra Mundial, previo al Crack de 1929.

Se trata de varias historias individuales superpuestas y, para escribirlas, el autor emplea técnicas de escritura experimental y collages narrativos más propios del cine (la obra ha sido comparada con el sistema de montajes de las películas del director soviético Serguéi Eisenstein). Además, John Dos Passos introduce en su novela elementos no mezclados sino yuxtapuestos, por ejemplo, titulares de prensa o entradillas que se presentan como introducción.

El camino elegido por el autor se parece mucho a lo que musicalmente se conoce con el nombre de polifonía. “Manhattan Transfer” es un puzzle de narraciones que, prácticamente, no coinciden entre sí en ningún momento, salvo porque todas se desarrollan en Nueva York. De esta forma, el protagonista no es un personaje de carne y hueso al estilo tradicional, sino la propia ciudad.

El hecho de que los personajes representen muy amplias capas sociales (trabajadores portuarios, camareros de grandes hoteles, prostitutas, traficantes de alcohol, abogados, sindicalistas…), así como la diversidad de orígenes (franceses, irlandeses, caribeños, etc.) confieren a esta novela el carácter del monumental retrato de una ciudad.

En definitiva, se trata de una arriesgada construcción que combina modernidad y narrativa social, lo que constituyó una bocanada de aire fresco y un germen de nuevas ideas para los escritores y lectores del momento.

Es difícil imaginar que en el caso de obras gigantes de la literatura latinoamericana como “Conversación en La Catedral” (Mario Vargas Llosa), “Rayuela” (Julio Cortázar) o “Los Detectives Salvajes” (Roberto Bolaño), sus autores no hayan pasado antes por el filtro de haber leído Manhattan Transfer.

Y aquí viene la pregunta central de esta columna: si esta novela ha sido tan trascendente, ¿por qué a John Dos Passos no se le ha dado todo el crédito que merece?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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