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“Zoología amorosa”: de amores humanos y animales, un nuevo libro de la poeta Natasha Valdés CULTURA|OPINIÓN

“Zoología amorosa”: de amores humanos y animales, un nuevo libro de la poeta Natasha Valdés

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José Miguel Ruiz
Por : José Miguel Ruiz Escritor, poeta y profesor de Castellano (UC). Ha publicado, entre otros libros, “El balde en el pozo” (poesía, 1994), “Cuentos de Paula y Carolina” (narrativa, 2011) y “Gramática de nuestra lengua” (2010). Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago, 1975. Primer Premio en el Concurso de Poesía de la P. Universidad Católica de Chile, 1979. Premio Municipal de Arte, Mención Literatura, de la I. Municipalidad de San Antonio (1998).
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Un libro intenso, de amor a la creación animal, con ilustraciones de Pamela Espinoza: Natasha Valdés transforma ese amor en poesía, en relatos que se hunden en la experiencia humana-animal, amorosa, recíproca, con promesas de eternidad.


Un libro que revela el amor a los animales (para algunos, nuestros “hermanos menores”) y un profundo conocimiento de estos, especialmente de aquellos domésticos que nos acompañan en la vida cotidiana: perros, gatos, semejantes y tan distintos a la vez.

Pero no solo eso, la poeta y escritora nos habla de los orígenes de algunos, como el nacimiento del tigre, que nace del amor casi prohibido entre una joven leona y un hermoso pantero; nos describe los bonobos, las ballenas yubartas, los delfines que alguna vez fueron humanos, los cangrejos que caminan de lado, los búhos, los canguros y su maternidad, osos y lobos, estos últimos antepasados de nuestros perros.

Es este, entonces, un libro que se remonta a veces a los principios de la creación, pero que está inserto en nuestro tiempo. Es una mirada mítica, poética, enamorada de la zoología, del mundo de los animales. Sorprende el conocimiento sobre el comportamiento que la autora tiene de estos, y es más que científico: es poético, cordial, desde el corazón.

Se conjugan la prosa y el poema en estas páginas. Los relatos de la creación, y aquellos otros escritos desde el alma misma del animal, transfigurándose la voz de la poeta en la del animal. Hay poemas muy sencillos, coloquiales, como si les hablara a aquellos que los inspiran.

Por ejemplo:

“Eres la devoción hecha ternura/ jamás me juzgas ni criticas/ perdonas mis errores/ te alegras con mis triunfos/ te duelen mis heridas/ que lames con tenacidad de terapeuta/ me curas cuerpo y alma/ sanador guardián amador/ nadie puede superar/ tu fidelidad ni tu nobleza” (Mi perro, p. 109). Aquí la voz lírica es la de la poeta.

En otras ocasiones, la voz pasa a la experiencia del “hermano menor”, fusionándose con la humana: “Este dolor es el odio descargado en mi cuerpo culpable de sentir hambre y frío. Me patean, me hieren, me lanzan piedras. Yo solo me acerco a pedir algo de comer. Me dicen palabras duras y amargas. Yo solo hundo la cola y las orejas, y huyo!” (Perro herido, fragmento, p. 108). Es muy difícil que el lector atento no traspase esa experiencia del animal a una humana. Aquí se unen y hermanan, perro y hombre o mujer.

Otra cita: “Supe que ella tenía comida. La seguí por cuadras llenas de gente y traté de llamar su atención atravesándome en sus piernas, pero ella caminaba de prisa y me evitaba; llevaba un bolso con algo pesado y miraba unos papeles. Su aroma era parecido al de mi madre; aunque apenas la recuerdo. De cuando en cuando un sonido agudo salía de su bolsillo y ella metía la mano, sacaba una caja y hablaba sola. Noté cierta ansiedad en su voz, casi gritaba y pensé, ‘me necesita, no la voy a abandonar’” (Acosador, fragmento, p. 107).

El relato Orión narra la separación de la poeta con su perro, al que llamó así como recuerdo de un can héroe que salvó a mucha gente (¡la importancia de nombrar!), esta vez la poeta-narradora escribe: “Partiste una mañana de Navidad y yo crecí la nieve con mi llanto. Lloré tormentas de invierno, el invierno en que ya no me entibiabas los pies ni el alma, Con la fuerza de una loca rompí la tierra fría hasta hacerte una cama que acunara tus restos y mi dolor. // Escribí una lápida y estas palabras para nunca olvidarte! (Orión, fragmento, p. 113).

Me han emocionado también otros relatos y poemas: La jauría (con el paso del lobo al mismo ya domesticado, transformado, pero con memoria de sus orígenes), Promesa, Dolor de perra, este último: “Dejaré de hablar/ las palabras engañan/ mejor maúllo ladro grazno ululo/ me convierto en perra parida/ con ojos afilados y dientes alertas/ a quien les quitan las crías”.

Y uno de los textos más intensos del volumen: Linaje de perra, en que hallamos el tránsito entre la loba, la perra y la apasionada condición humana de la voz lirico-narrativa: “Éramos jóvenes. Tú, el jefe de la manada, podías elegir cualquier hembra” (p. 121) […] “¡Perros! Así es que soy una perra y parezco loba. Qué ingenioso que me llame así: loba. ¿Cómo dejé de ser loba y pasé a ser perra?” (p. 123) […] “Soy mujer. ¿Qué significa eso? Nazco en un lugar frío, lleno de sonidos y máquinas. Me abraza una humana que me acerca a su pecho y siento el sabor de la leche y el amor. […] Tengo varias camadas de humanos. No conozco a los padres. // Mi linaje sigue siendo de perra” (pp. 126-127).

Y la poeta finaliza con un canto a su gato, otro de sus amados compañeros: “Tus ojos son las monedas/ que entregaré a Caronte/ el profundo oro/ de tus ojos/ vale el viaje” (Monedas, p. 141).

Un libro intenso, de amor a la creación animal, con ilustraciones de Pamela Espinoza: Natasha Valdés transforma ese amor en poesía, en relatos que se hunden en la experiencia humana-animal, amorosa, recíproca, con promesas de eternidad. Quienes aman y amamos a nuestros “hermanos menores” (o “mayores” a veces, “según el cristal con que se mire”), sabemos qué mueve la mano que pulsa la tensa y afinada cuerda interior de la poeta.

Ficha técnica:

Zoología amorosa, Natasha Valdés, Ediciones del Gato, 1ª edición diciembre de 2023, 147 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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