Publicidad
Día de los Patrimonios: una fiesta ciudadana para reconectar con nuestra memoria y diversidad CULTURA|OPINIÓN Crédito: Cedida

Día de los Patrimonios: una fiesta ciudadana para reconectar con nuestra memoria y diversidad

Publicidad
Nélida Pozo Kudo
Por : Nélida Pozo Kudo Directora Servicio Nacional del Patrimonio
Ver Más

En cada encuentro, en cada conversación y en cada descubrimiento, estamos no solo celebrando lo que fuimos, sino también proyectando lo que podemos ser como país.


El próximo 24 y 25 de mayo, Chile volverá a encontrarse con su historia, sus territorios y su gente en la gran fiesta cultural que cada año nos convoca: el Día de los Patrimonios. Un encuentro que, más allá de ser una invitación a recorrer museos, visitar monumentos o abrir las puertas de edificios históricos, se ha transformado en un verdadero ejercicio de ciudadanía. Es la oportunidad de reconocernos en lo que hemos sido, valorar lo que somos y proyectar, desde la diversidad y la memoria, el país que queremos construir.

Durante más de dos décadas, esta celebración se ha consolidado como uno de los hitos culturales más importantes de nuestro país, no solo por su amplia participación, sino porque ha logrado instalar en la conciencia colectiva que el patrimonio no es algo lejano ni ajeno. Al contrario, es parte de nuestra vida cotidiana: está en los relatos que compartimos en familia, en los oficios que resisten el paso del tiempo, en las cocinas donde se preservan sabores ancestrales, en los cantos, en las lenguas originarias y en la diversidad de expresiones culturales que conviven a lo largo y ancho de nuestro territorio.

El Día de los Patrimonios es también un acto profundamente democrático. Nos recuerda que la cultura es un derecho, y que su acceso debe ser garantizado para todas las personas, sin importar su origen, condición social o lugar de residencia. Cada año, son miles las actividades que se desarrollan en distintos puntos del país, gracias al compromiso de organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil, que impulsan esta gran fiesta ciudadana y la mantienen viva en cada rincón de Chile.

Este año, la invitación no es solo a recorrer lugares, sino a vivir experiencias. A emocionarse con los sonidos de los payadores y freestylers que dialogarán en la Plaza de la Cultura; a vibrar con los conciertos y espectáculos preparados para estas jornadas; a descubrir el trabajo silencioso y valioso de quienes preservan saberes y oficios que forman parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de Chile. Será una fiesta viva, diversa y vibrante, donde los patrimonios no solo se observan, sino que se sienten, se habitan y se celebran.

Pero también es un momento para la reflexión. En tiempos de polarización, de discursos que promueven la exclusión y el olvido, los patrimonios nos recuerdan que la diversidad no es una amenaza, sino una riqueza. Que en la pluralidad de nuestras memorias está la clave para construir un país más justo, inclusivo y dialogante. Cada comunidad, cada territorio, cada persona tiene algo que aportar a esta historia común que seguimos escribiendo día a día.

En este sentido, el Día de los Patrimonios también nos interpela a pensar en los desafíos pendientes. ¿Estamos haciendo lo suficiente para proteger y transmitir nuestros patrimonios a las nuevas generaciones? ¿Estamos reconociendo y visibilizando con la misma fuerza tanto el patrimonio material como el inmaterial, aquel que vive en la memoria de las personas y en las prácticas cotidianas de nuestras comunidades? ¿Estamos garantizando la accecibilidad de personas en situación de discapacidad, de los pueblos originarios, de las diversidades sexuales y de género en estas celebraciones?

Como Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, asumimos estos desafíos con responsabilidad y con la convicción de que el patrimonio debe ser una herramienta transformadora. No basta con conservar objetos y edificios; es necesario abrir espacios de diálogo, propiciar encuentros intergeneracionales, recuperar las memorias locales, fortalecer las identidades territoriales y, sobre todo, garantizar que todas las voces sean escuchadas y reconocidas.

Este 24 y 25 de mayo, las puertas del patrimonio se abrirán de par en par. Será un fin de semana para caminar por nuestras ciudades y pueblos con nuevos ojos, para emocionarse con las historias de quienes guardan las claves de oficios y saberes que aún laten en nuestra vida cotidiana, para volver a asombrarnos con los paisajes que muchas veces miramos sin ver.

Les invito a ser parte activa de esta gran fiesta cultural, a participar con sus familias, a sumergirse en la amplia y diversa cartelera de actividades que se desplegarán de norte a sur, a conectarse con sus propias raíces y a compartir esa experiencia con otros. Porque en cada encuentro, en cada conversación y en cada descubrimiento, estamos no solo celebrando lo que fuimos, sino también proyectando lo que podemos ser como país.

¡Nos vemos en la fiesta cultural de Chile!

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad