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“Play Again?” de Daniel Hidalgo: revisitar los videojuegos CULTURA|OPINIÓN Crédito: Cedida

“Play Again?” de Daniel Hidalgo: revisitar los videojuegos

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Catalina González Gutiérrez
Por : Catalina González Gutiérrez Profesora e investigadora en Literatura.
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El autor, ya en sus primeras líneas, nos revela que probablemente no encontremos nuestro juego favorito, pues no pretende ser una cartografía histórica de cinco décadas de videojuegos, sino más bien, un compendio de recuerdos y nostalgias, atravesado por análisis teóricos y literarios.


Pasar las tardes eternas de verano insertando pequeñas fichas plateadas en los flippers. Ese sonido único cuando la ficha entraba y la máquina arcade cobraba vida entre luces de colores y melodías chiptune.

Quedarte una noche de viernes solo en la casa, jugando con tu consola favorita, comiendo pan y tomando bebida mientras tus papás estaban en el malón familiar. Sacar el Tetris en la micro para jugar una partida camino al colegio, o la Game Boy si es que podías costear una versión más sofisticada de juego de bolsillo.

Soplar el cartucho del Super Nintendo antes de encenderlo, para sacar el polvo. Mirar hacia otro lado mientras jugabas, a ver si así corría más rápido la consola cuando esta se bugueaba. Ir a desbloquear la PS2 para comprar las promociones de dos juegos por mil pesos.

Distintas evocaciones de un imaginario construido en torno a los videojuegos, que vienen al presente a través de Play Again? Nostalgia y videojuegos, del escritor Daniel Hidalgo.

Un libro que pertenece a la Colección Relámpago de la editorial Santiago-Ander, donde encontramos pasajes informativos y reflexivos en torno a los videojuegos de antaño, junto con ilustraciones a color y un glosario de términos que nos invita a comprender más a fondo lo propuesto.

El autor, ya en sus primeras líneas, nos revela que probablemente no encontremos nuestro juego favorito, pues no pretende ser una cartografía histórica de cinco décadas de videojuegos, sino más bien, un compendio de recuerdos y nostalgias, atravesado por análisis teóricos y literarios sobre las piezas que marcaron su vida.

Por tanto, un relato personal, que convoca a replantearnos aquellas narrativas que para los gamers de siempre fueron mucho más que solo un pasatiempo.

El escritor se enfrenta a su yo del pasado, aquel niño y adolescente, que, desde el mero disfrute por diversión, aporta al libro la fascinación latente que le provocaba cada videojuego, versus su yo adulto, quien provee la cuota perfecta de seriedad y perspectiva para interpretarlo como una historia que necesita ser contada desde otro punto de vista.

Desde aquella distancia, entre el pasado y el presente, nace un contrapunto narratológico que aborda los videojuegos como piezas literarias que se cruzan con fundamentos filosóficos, musicales, artísticos y estéticos, invitándonos a participar de un divertido e interesante ejercicio de análisis.

De esta forma, nos encontramos con Super Mario Bros. adentrándonos en una fantasía de acumulación del capital. A Kirby como la más reciente representación de la figura del sátiro. Pac-Man escenificando una dialéctica y The Secret of Monkey Island siendo el Quijote de los RPG.

Además de interpretaciones, algunos pasajes revelan datos curiosos especiales para el fandom, como Bill Gates intentando superar el récord mundial de Buscaminas, los botones de goma tipo punching de la máquina arcade de Street Fighter I, o que en 1990 hubo una ley que categorizaba a los flippers como salones de entretenimiento, prohibiendo la entrada de estudiantes en horario de clases.

Pero no solo de cruces teóricos se trata. En varios pasajes, Daniel Hidalgo nos comparte anécdotas y experiencias vividas, recordando el momento en que su tía le regaló para su cumpleaños una tarde completa de fichas para jugar en la máquina oficial de Las tortugas ninjas, o la confesión de que el Mario Kart fue el único juego de video donde sus hermanos menores le ganaban por paliza.

Lo interesante de este libro, se concentra justamente en cómo las memorias de aquello que se evoca siguen resonando en la actualidad, pero de forma distinta. El sentimiento frente al videojuego es el mismo, pero la mirada va transmutando, como un ejercicio de mantenerlo vigente en el tiempo. La invitación es esa: traer al presente tu videojuego favorito y perpetuarlo como un pedazo de tu propia historia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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