
“La enemiga” de Irène Némirovsky: las complejas relaciones entre madres e hijas
Así, una vez más, asistimos al entrelazamiento del amor y la muerte, siempre abordado por la prosa y la poesía, permanente acompañante de la vida humana y que marca las relaciones humanas, por disímiles que sean, en las rutas que deban recorrer, con mayor o menor fortuna.
Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903 y murió en Auschwitz en 1942, al igual que su marido, ambos judíos. Gracias a sus hijas, que vivieron escondidas durante la guerra, se conservaron los manuscritos de sus obras, que serían publicados muchos años después de su muerte.
El epígrafe de esta novela es una condensación de lo que significan los recuerdos familiares, con sucesos maravillosos y también terribles e irreparables; lo firman los nietos, hijos de sus dos hijas y uno de los nietos, hijo de Denise, la hija mayor, lo cierra así: “Pensando en mamá, naturalmente”.
En 1928, la revista literaria Les Oeuvres Libres, publicó esta novela, algo relativamente habitual en esos años, ya que las revistas acogían obras de escritores/as que iniciaban sus carreras; su autora tenía 25 años. El ámbito en que se desarrolla es la ciudad de Paris en 1919; Gabri tiene once años, y su hermanita Michette, seis.

Pasan la mayor parte del tiempo solas en el apartamento familiar años veinte y la enemiga es la madre, Francine, a la que su hija mayor considera indiferente, despreocupada de su rol, egocéntrica. La Guerra Mundial hace que el padre vaya al frente y la madre se vea obligada a trabajar; en 1917, el padre es herido y regresa, para pronto regresar a Polonia, con un buen empleo. Su mujer continúa una vida de bailes y conquistas, cambiando seguido de pareja, “Así que Gabri y Michette crecieron como hasta entonces, a la buena de Dios”.
Gabri quiere y protege a su hermana menor, pero no sabe cómo demostrárselo, no ha aprendido cómo; sin embargo, luego de una pelea en la que se prueban ropas de la madre, Gabri la consuela, arrepentida de maltratarla: “Yo te quiero, ¿sabes, Miche?, te quiero como si fuésemos huérfanas”. Es una declaración que expresa una realidad terrible, de conciencia profunda de la soledad y el abandono a una edad en la que no se está preparado para enfrentarlo. Pero decirle a su hermana que la quiere con esa expresión de huerfanía, es un sello que marca todos los acontecimientos de esta novela.
Ese es el ambiente en que se desarrolla esta novela de juventud, -que ya tiene casi 100 años- que “obliga” a una hermana aún niña, a hacerse cargo -como puede- de su hermana pequeña, incluso agobiada ella misma por el abandono y la soledad. En ese ambiente Gabri continúa el aprendizaje de crecer, de dejar de ser niña y donde cada día la ausencia de la madre es más evidente. Y en este contexto, Michette muere por un accidente doméstico irreparable, cuya principal causa es el abandono materno.
Llega el aviso del regreso de la guerra del padre, León Bragance, acompañado de un sobrino, primo de Gabri. Vuelve enriquecido, algo nuevo para sus vidas, gracias a la compra a bajo precio de fábricas confiscadas a los alemanes, y que pudo rearmar y poner en funcionamiento. Así, ahora la educación de Gabri incluye lecciones de piano y profesores particulares que le enseñan idiomas.
La necesidad de cariño de la protagonista se traslada a su padre, que tampoco puede darle lo que ella quiere, porque no sabe cómo hacerlo y no ha experimentado sentirse querido por otra persona. En este momento los libros surgen como el espacio para alcanzar la vida que Gabri quisiera tener; las palabras construyen otra vida y le abren momentos y sensaciones de felicidad.
En este contexto desprovisto de cariño, va descubriendo su propio camino al amor; inicia una relación con un joven ruso, pero acaba de manera violenta. Adquiere un rol importante el sobrino de su padre, Charles, del que sabe que es amante de su madre, por lo que lo ve como un instrumento de venganza; este es uno de los personajes más interesantes, que va evolucionado de manera sorprendente, incluso para él.
El ruso, despechado, se venga enviando a Francine, la madre, las cartas que le escribía Gabri; el posterior enfrentamiento entre ambas mujeres es de gran intensidad, una especie de juicio, con arrepentimientos y condenas, con razones y sinrazones, pero, y de manera central, lleva a ambas a un descubrimiento de fulgurante claridad de lo que significa la relación madre – hija, en donde las hijas, frecuentemente, descubren que se parecen mucho a sus odiadas madres.
En muchos sentidos, es una novela de iniciación, de (re)conocimiento de quiénes somos, y también de la vida adulta con las dificultades y dolores que la amenazan. Es un lenguaje que transmite dolores intensos y aunque se lee rápido, tiene una profundidad escasa en novelas de juventud. Sin duda, el peso de la primera guerra mundial -la más destructiva vivida hasta ese momento- juega también un rol en sus personajes, incapaces de vislumbrar un futuro medianamente normal.
Así, una vez más, asistimos al entrelazamiento del amor y la muerte, siempre abordado por la prosa y la poesía, permanente acompañante de la vida humana y que marca las relaciones humanas, por disímiles que sean, en las rutas que deban recorrer, con mayor o menor fortuna.
Ficha técnica:
Irène Némirovsky: La enemiga
Ed. Salamandra, 2025, 157 pág.
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