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Ciencia y tecnología para iluminar una noche oscura Opinión

Ciencia y tecnología para iluminar una noche oscura

Carlos Saavedra Rubilar
Por : Carlos Saavedra Rubilar Rector de la Universidad de Concepción
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Hace solo un par de décadas, no podríamos haber progresado con la rapidez que lo hemos hecho en estos meses. Efectivamente, el acelerado avance de las capacidades científicas y tecnológicas nos han ido permitiendo iluminar una oscura noche para la humanidad.


Durante meses muy difíciles para nuestro país y el mundo, hemos sido testigos y, en algunos casos, partícipes de los esfuerzos por alcanzar una comprensión exhaustiva de un nuevo virus, el Sars-CoV-2. Dichos esfuerzos han buscado establecer cómo se propaga, cuánto permanece en los diferentes medios, cuál es la tasa de contagio efectiva y cuáles son los mecanismos de interacción con nuestro organismo, entre muchos otros aspectos. Son decenas de preguntas que la ciencia ha respondido en un tiempo extremadamente breve. Una tarea de proporciones épicas, cuyo propósito ha sido garantizar el cuidado de las personas y la continuidad de nuestras actividades diarias a través de la búsqueda de mecanismos que controlen o limiten la expansión de esta nueva amenaza. Es así que, en pocos meses, se conoció completamente el genoma de este nuevo virus, mientras que hoy, más de una decena de vacunas y de medicamentos se encuentran en un estado muy avanzado de investigación clínica.

Al mismo tiempo, diversas iniciativas para garantizar el cuidado de las personas han marcado la pauta del quehacer científico-tecnológico en nuestro país. Una de ellas fue el desafío “Un Respiro Para Chile”, iniciativa destinada al desarrollo y construcción de ventiladores mecánicos para garantizar que, en caso de requerirlos, estuvieran disponibles para nuestra población. Un desafío que buscaba resolver la realidad de una precaria industria de base tecnológica existente en Chile, en una economía que continúa basando sus indicadores de crecimiento en la explotación de materias primas. Se presentaron cerca de 45 iniciativas y dos de ellas lograron aprobar todas las etapas de validación que incluían más de 400 pruebas de funcionamiento. El dispositivo de ventilación mecánica construido por Asmar y la Universidad de Concepción, en solo tres meses, transitó desde un prototipo conceptual a un producto final con el más alto nivel de madurez tecnológico (TRL) y, por estos días, se encuentra en escalamiento productivo. Un tremendo desafío, que grafica cómo la comunidad científico-tecnológica estuvo nuevamente presente, demostrando con ello sus capacidades y el potencial de desarrollo.

Por otra parte, la necesidad de contar con herramientas que permitan facilitar la trazabilidad ha estimulado la búsqueda de exámenes rápidos y efectivos para la detección de contagio. Esta exploración ha llevado al estudio de nuevas tecnologías de detección, cambiando las técnicas bioquímicas por técnicas físicas. Estas últimas no requieren el uso de reactivos químicos, disminuyendo así significativamente el tiempo de análisis y procesamiento, junto con reducir al mínimo el manejo de residuos peligrosos. Hoy, sabemos que al menos dos de estas nuevas técnicas se encuentran disponibles: una de ellas se basa en la espectrometría de masas, cuyo uso permite su detección mediante la caracterización de la estructura molecular del virus; la otra corresponde a espectroscopia Terahertz, que permite la detección de virus mediante detección y caracterización espectral de compuestos orgánicos volátiles presentes en el aire espirado. Esta tecnología, disponible solo en años recientes, gracias al acelerado avance en la generación y detección de radiación electromagnética de estas características, ha posibilitado una amplia gama de aplicaciones en biología y medioambiente.

Justamente esta última será analizada por la Universidad de Concepción durante la primera quincena de agosto. Con el apoyo de la empresa chilena International Clinics, la Seremi de Salud Biobío y los Servicios de Salud de Concepción y Talcahuano, la Dra. Carolina Delgado dirigirá un estudio de validación clínica de la tecnología basada en espectroscopia Terahertz, desarrollada en Israel, y que permite la detección de Covid-19. Esta técnica no solo detecta la presencia del virus Sars-CoV-2, sino que también entrega información de la interacción con nuestro organismo en tres bandas espectrales: (i) la primera zona entrega información de marcadores proteicos; (ii) la segunda zona identifica la envoltura celular; y (iii) la tercera zona muestra la interacción entre el virus y células epiteliales. Es un examen de aire espirado similar a un alcotest, muy simple y rápido de verificar, que involucra apenas 10 segundos para el análisis de una muestra y solo 20 más para el procesamiento de la señal. Considerando dichos tiempos, un instrumento de estas características podrá procesar diariamente entre mil y dos mil muestras con facilidad.

Estas técnicas físicas son totalmente disruptivas con respecto al uso de PCR real time, debido a la rapidez con que se obtiene el resultado. Además, la espectroscopia Terahertz está diseñada para que el paciente reciba el resultado a través de una aplicación en el teléfono celular y, al mismo tiempo, dicha información se entregue a las autoridades sanitarias con trazabilidad inmediata. Tales características proyectan aplicaciones muy prácticas y útiles, que facilitarán la apertura de la economía y mejorarán la movilidad de las personas al permitir, por ejemplo, determinar quiénes pueden tomar un vuelo en un aeropuerto o un bus en un terminal, cuando resulte negativo el test de aliento para coronavirus. También será vital para verificar el estado de contagio entre los funcionarios de la salud y pacientes hospitalizados, así como en empresas con un gran número de trabajadores y muchas otras instituciones.

Hace solo un par de décadas, no podríamos haber progresado con la rapidez que lo hemos hecho en estos meses. Efectivamente, el acelerado avance de las capacidades científicas y tecnológicas nos han ido permitiendo iluminar una oscura noche para la humanidad. Aquí hemos mostrado solo algunos de los cientos de áreas temáticas en que el conocimiento científico tecnológico ha contribuido en este período. Una perspectiva histórica nos permitirá observar las profundas diferencias entre este episodio y, por ejemplo, el ocurrido con la fiebre española en 1918.

No debemos y no podemos confundir el desconocimiento transitorio de un nuevo fenómeno con la incapacidad de abordar su comprensión en forma sistemática. Las herramientas que nos entregan hoy la ciencia y la tecnología nos permiten trabajar para que las noches nunca vuelvan a ser sombrías. Como país, debemos apostar por la ciencia y la tecnología para promover no solo nuestro crecimiento económico, sino fundamentalmente para garantizar el cuidado y bienestar de las personas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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