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Informe IPCC: descarbonización ahora Opinión

Informe IPCC: descarbonización ahora

Fernanda Miranda y Gary González
Por : Fernanda Miranda y Gary González Investigadores de Fundación Terram
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Actualmente, la matriz eléctrica chilena es altamente dependiente de combustibles fósiles, sustentando cerca de un 60% de la capacidad instalada nacional sobre la base de energías térmicas (gas, carbón y petróleo), mientras que alrededor de un 43% de la generación bruta de electricidad proviene de las 27 unidades termoeléctricas a carbón que funcionan en el país, con un consumo cercano a los 12 millones de toneladas de carbón anuales. En este punto es importante mencionar que, según la Tercera Comunicación Nacional de Chile ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), la producción de electricidad es el sector que más contribuye a las emisiones de GEI, con más de un 30% del total –seguida del transporte con un 22%–, en donde el carbón posee una significativa participación, con alrededor de un 90% de las emisiones del parque eléctrico nacional.


Ad portas de la realización de la Conferencia de las Partes (COP24) en Katolwice, Polonia, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó un informe que mostró que estamos más cerca de lo que pensábamos de los puntos críticos de inflexión. Nuestro planeta ya es un grado más caliente en comparación con el periodo preindustrial, fijado entre los años 1850 y 1900. Sin embargo, si se continúa con el actual ritmo de emisión de gases de efecto invernadero (GEI), el mundo estaría alcanzando el umbral de 1,5°C de calentamiento al 2030, es decir, dentro de 12 años, generando un aumento considerable de eventos meteorológicos extremos, pérdida de especies, escasez de agua y alimentos, muertes por olas de calor, entre otros.

La evidencia nos muestra que los cambios en el clima se han dado más rápido de lo esperado y, para frenar esta tendencia de calentamiento, según el IPCC es imprescindible reducir las emisiones globales a la mitad al 2030, para lo cual el consumo mundial de carbón tendría que reducirse al menos en dos tercios en un plazo de 12 años y llegar a cero en 2050.

Actualmente, para el cumplimiento de tales metas nos encontramos frente a un gran problema, pues de cumplirse los objetivos climáticos de los países –en el marco del Acuerdo de París–, el planeta tendría un aumento de 3°C al 2100. Recordemos que la comunidad científica ha señalado que, con 2°C de incremento en la temperatura global, se producirían cambios drásticos en los ciclos que regulan el clima, por lo que, si los países mantienen sus compromisos actuales, al 2100 el mundo tal y como lo conocemos habrá dejado de existir.

Nuestro país, en materia de mitigación, se comprometió a reducir en un 30% la intensidad de sus emisiones al 2030. A pesar de que Chile aporta aproximadamente el 0,26% de las emisiones de CO2 eq. (dióxido de carbono equivalente) a nivel mundial, no podemos sentirnos orgullosos, pues hemos experimentado un sostenido incremento de emisiones, aumentándolas en más de un 100% desde 1990, lo que ha generado que seamos el segundo país de Latinoamérica –después de Argentina–, con las mayores emisiones de CO2 per cápita, casi duplicando a Brasil y superando a México, naciones con un mayor nivel de industrialización. En general, la principal causa es el aumento del consumo energético del país, en especial, el uso de carbón para la generación eléctrica.

[cita tipo=»destaque»]Nuestro país, en materia de mitigación, se comprometió a reducir en un 30% la intensidad de sus emisiones al 2030. A pesar de que Chile aporta aproximadamente el 0,26% de las emisiones de CO2 eq. (dióxido de carbono equivalente) a nivel mundial, no podemos sentirnos orgullosos, pues hemos experimentado un sostenido incremento de emisiones, aumentándolas en más de un 100% desde 1990, lo que ha generado que seamos el segundo país de Latinoamérica –después de Argentina–, con las mayores emisiones de CO2 per cápita, casi duplicando a Brasil y superando a México, naciones con un mayor nivel de industrialización. En general, la principal causa es el aumento del consumo energético del país, en especial, el uso de carbón para la generación eléctrica.[/cita]

En la actualidad, la matriz eléctrica chilena es altamente dependiente de combustibles fósiles, sustentando cerca de un 60% de la capacidad instalada nacional sobre la base de energías térmicas (gas, carbón y petróleo), mientras que alrededor de un 43% de la generación bruta de electricidad proviene de las 27 unidades termoeléctricas a carbón que funcionan en el país, con un consumo cercano a los 12 millones de toneladas de carbón anuales. En este punto es importante mencionar que, según la Tercera Comunicación Nacional de Chile ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), la producción de electricidad es el sector que más contribuye a las emisiones de GEI, con más de un 30% del total –seguida del transporte con un 22%–, en donde el carbón posee una significativa participación, con alrededor de un 90% de las emisiones del parque eléctrico nacional.

Cabe señalar que la matriz eléctrica tiene una capacidad instalada de 23 mil megawatts (MW), mientras que la demanda no supera la mitad de esa oferta. Esto nos sitúa ante un escenario de sobreoferta que, sumado a la entrada de las energías renovables, nos permite comenzar a eliminar las energías más sucias como el carbón y disminuir de forma contundente nuestra participación en las emisiones de GEI. No olvidemos que, a pesar de que la participación de Chile es mínima comparada con otros países, el territorio nacional es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, al presentar siete de las nueve características de vulnerabilidad según lo dispuesto por la CMNUCC, lo que nos posiciona dentro de los 10 países que serán más afectados por los efectos del calentamiento global.

Según el informe del IPCC, los próximos años son cruciales; necesitamos llevar a cabo transiciones rápidas y de gran alcance en materia de energía y electricidad. Si bien, en junio de este año, el Gobierno y las empresas de generación eléctrica que operan con carbón dieron inicio a la Mesa de Descarbonización, nos parece que el trabajo que está realizando dicha instancia está un tanto desfasado con las urgencias que impone el último informe del IPCC y, por ello, es urgente que se incorpore en el análisis este nuevo escenario, en especial, en los plazos que se estarían considerando.

Desde Fundación Terram, observamos con preocupación que el resultado de la Mesa, que hoy discute un proceso gradual de cierre de las termoeléctricas a carbón, no vaya a la velocidad que el planeta requiere y no sea concordante con la situación actual, al igual que la lamentable aprobación por parte del SEA de Magallanes para realizar tronaduras para extraer carbón en Isla Riesco, o la pronta entrada en operación de la primera de dos unidades termoeléctricas a carbón del proyecto I.E. Mejillones, de la empresa Engie.

Con estas acciones, lejos de contribuir a la disminución de emisiones a nivel mundial, las estamos incrementando y, al mismo tiempo, nuestro país está perdiendo la oportunidad de liderar la transición hacia energías limpias y bajas en emisiones de CO2 eq. a nivel regional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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