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Un marzo con el Asia e Indo-Pacífico a la vista Opinión

Un marzo con el Asia e Indo-Pacífico a la vista

Mario Ignacio Artaza
Por : Mario Ignacio Artaza Cónsul General de Chile en Nueva York
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Tratándose de China, con las arduas y en ocasiones ásperas negociaciones en plena marcha para superar sus notorias diferencias y tensión con Estados Unidos sobre asuntos comerciales, propiedad intelectual, robo cibernético, inversión (screening) y tecnología crítica (5G, desarrollo y empleo de inteligencia artificial, entre otros temas), estamos a días para que entre en vigor un actualizado Tratado de Libre Comercio suscrito con Chile y que incluirá nuevas áreas, entre las que se pueden contar comercio electrónico, políticas de competencia y políticas medioambientales, entre otras.


Siguiendo con la tónica de lo que fue el 2018, durante estas primeras semanas del presente año hemos podido observar hechos que nos permiten anticipar un 2019 en el que lo político, unido a lo tecnológico, lo militar y estratégico y, por cierto no menos gravitante, lo económico y comercial, seguirán marcando la pauta en una región cuyo término para identificarla ha ido gradualmente evolucionado en los últimos años, dejando de ser “Asia Pacífico” para evolucionar y llegar a denominarse “Indo-Pacífico”.

Ello, ya que en opinión de analistas principalmente en Canberra, Tokio y Washington, se debe tomar debida nota del creciente rol que le cabe a India en la ecuación de desarrollo sostenible, seguridad y crecimiento económico en dicha zona geográfica.

Una región en donde Chile, por su condición de país tricontinental (antártico, americano y oceánico), se proyecta por medio de una presencia comprensiva, sustentada en hechos y acciones concretas. No en vano, por ejemplo, el buque escuela de la Armada de Chile, B.E. Esmeralda, realizará este año su 64º crucero de instrucción, recalando en puertos ribereños del Pacífico; o bien por estos días, equipos ultiman los preparativos para la realización en Santiago de la Primera Reunión de Altos Representantes del principal foro de convergencia económica del Asia Pacífico, bajo el lema del año APEC Chile 2019, “Conectando Personas, Construyendo el Futuro”.  

Así, a una altamente anticipada segunda cumbre que sostendrán en Hanói, capital de la hoy República Socialista de Vietnam, el presidente Donald Trump y el líder de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-un, en las primeras semanas del mes de marzo visualizaremos la discusión por parte de la Asamblea Popular Nacional de la República Popular China, cuyos tres mil miembros se reunirán en Beijing para abordar los avances alcanzados a la fecha en la concreción de la hoja de ruta económica y social definida en el  XIIIº Plan Quinquenal, el primero bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping y que – según el Partido Comunista Chino (PCCh) – ha sido identificado como “estratégico”, dado que el 2020 -año en que Chile y la República Popular China conmemorarán 50 años del establecimiento de relaciones diplomáticas- constituye el momento para concretar la meta de una “sociedad modestamente acomodada”, en línea con el centésimo aniversario del PCCh.

Cabe destacar que el número de habitantes que hoy se pueden considerar que forman parte de la clase media china, está bien encaminado a duplicarse de unos 300 millones a más de 600 millones en los próximos cinco años, un hito inédito en la historia de la humanidad. Esto se traducirá en que, por ejemplo, se proyecta que más de 220 millones de chinos realizarán viajes de turismo y de negocios al 2020, con la consiguiente demanda en cuanto a infraestructura y material de vuelo. Para responder a tal incremento en la demanda de transporte de turistas chinos, este 2019 veremos en vuelos de prueba al primer avión a reacción chino de pasajeros, el Comac C-919. Para 2021, este avión comenzará a formar parte de la flota de China Eastern Airlines, compañía que ya opera vuelos de carga, principalmente fruta, desde nuestro país hacia Shanghái.

La Organización Mundial del Turismo (OMT) ha señalado que un 21% de todo lo que hoy se destina a turismo a nivel global, es producto de lo que invierten los chinos para realizar viajes a destinos que ellos consideran “exóticos”, tales como el desierto de Atacama, Rapa Nui y la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena. Convenios suscritos a fines del año pasado por Chile con firmas tales como Ctrip, deberían dar resultados positivos para la industria durante el presente año.

En la Antártica, la base “Presidente Eduardo Frei Montalva” está situada a corta distancia de la base “Gran Muralla” de la República Popular China. Chile ha estado interactuando con China en orden a concretar su apoyo, en el marco del accionar de la Comisión de la Convención para la Conservación de Recursos Marinos Vivos Antárticos (CCRVMA), para avanzar este año en la aprobación de la propuesta chileno-argentina sobre el establecimiento de un Área Marina Protegida en el Dominio 1.

Ahora bien, si de China se trata –con las arduas y en ocasiones ásperas negociaciones en plena marcha para superar sus notorias diferencias y tensión con los Estados Unidos sobre asuntos comerciales, propiedad intelectual, robo cibernético, inversión (screening) y tecnología crítica (5G, desarrollo y empleo de inteligencia artificial, entre otros temas)–, estamos a días (a partir del 1 de marzo) para que entre en vigor un Tratado de Libre Comercio suscrito con Chile y actualizado, y que, desde aquella fecha, incluirá nuevas áreas; entre ellas cabe destacar: comercio electrónico, políticas de competencia y políticas medioambientales.

Resulta útil por ello ir manejando en la punta de nuestros dedos términos tales como la potente “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, definida esta por el presidente Xi Jinping a ser el motor para la interacción multidimensional de cooperación entre la República Popular China y más de 65 países del orbe, con la realización en abril próximo de su segundo Foro Internacional en Beijing (el primero, realizado entre el 15 y el 17 de mayo del 2017, contó con la participación del presidente de Argentina, Mauricio Macri, y de la presidenta Michelle Bachelet, siendo ellos los únicos jefes de Estado latinoamericanos presentes).

Seguir el despliegue del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (AIIB), al cual Chile ingresó formalmente el 13 de mayo de 2017, es importante durante este primer semestre, atendiendo a los proyectos que están ya en marcha en Egipto, Filipinas, Indonesia, Turquía y Omán, entre otros países en donde la conectividad con China ha sido identificada como una prioridad.

No es menor destacar que el año pasado se alcanzaron varios récords por parte de Chile, que mantiene, desde fines del 2016, una asociación estratégica integral con China. En primer lugar, el intercambio comercial bilateral durante el 2018 superó los US$ 42 mil millones, cifra que representó el 30% del comercio total nacional. A la vez, mientras las importaciones desde China en el 2018 aumentaron en un 13% en comparación con las cifras del 2017 (US$ 17.504 millones), las exportaciones chilenas a China aumentaron en un 32%, alcanzando un máximo histórico de US$ 25.287 millones.

En cuanto a inversiones desde China hacia Chile, también se anotaron varios récords durante el 2018, destacándose, entre otras materializadas, la adquisición del 24% de las acciones de SQM -porcentaje que poseía la empresa canadiense Nutrien (62.556.568 acciones de la Serie A de SQM)- por parte de la firma Tianqi Lithium Corporation, por un valor que superó los US$ 4 mil millones; la adquisición de la empresa de salmones Australis Seafoods por parte de Joyvio, filial del conglomerado chino Legend Holdings Corporation, por más de US$ 800 millones; y tras el acuerdo firmado el 26 de diciembre de 2017, el fondo canadiense Brookfield Infrastructure Partners concretó la venta por más de US$ 1,3 mil millones del 27,7% que poseía en Transelec a la firma China Southern Power Grid International, con lo cual esta ingresó a la propiedad de la mayor empresa de transmisión del país.

Un área de interés global en semanas recientes, y que seguramente continuará en el radar de los medios periodísticos como de quienes son usuarios de tecnología china, será el curso del accionar judicial en Canadá, en relación con la directora financiera de Huawei Technologies Co. Ltd., Meng Wanzhou, quien fue detenida en Vancouver el pasado 1 de diciembre y hoy enfrenta una posible extradición a los Estados Unidos.

Mientras, en aguas australes ya está operando el buque René Descartes, el cual ha sido especialmente contratado para realizar la instalación de fibra óptica en el fondo del mar entre Puerto Williams y Punta Arenas (400 kilómetros), cumpliendo así una de las etapas del proyecto que contempla una troncal submarina de 2.829 kilómetros, con una capacidad de 16 terabits y que entregará conectividad desde Puerto Montt hasta la ciudad más austral del mundo. En este proyecto, denominado “Fibra Óptica Austral”, participan la empresa KT Corporation, la mayor proveedora de servicios de telecomunicaciones de Corea del Sur, con las empresas nacionales Comunicaciones y Telefonía Rural (CTR) y PSINet, para la revisión tecnológica y operativa de la fibra óptica austral, que se construye en forma submarina junto a Huawei Marine.

No debemos de perder de vista en el radar el interés que han manifestado  tanto Huawei como NEC de Japón, en orden a materializar una conectividad digital entre Asia y Latinoamérica mediante la puesta en marcha de un proyecto para la instalación de fibra óptica submarina, un proyecto de más de 20 mil kilómetros, cuyo costo superalos US$ 600 millones. Esta iniciativa – según la autoridad – le permitiría a Chile convertirse “en la puerta digital para la entrada al continente de los datos provenientes de Asia, incentivando la instalación de datacenters de clase mundial en el país, y potenciando el desarrollo científico, la academia, entre otros beneficios”.

Finalmente, no es menos importante observar a la Armada de un país que durante el 2018 lideró el componente marítimo del principal ejercicio naval en el Pacífico, RIMPAC. Asimismo, se mantienen conversaciones entre los Estados que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en orden a contar con un código de conducta para la navegación en el mar del Sur de China, tal como se avanza en la concreción de contratos para la adquisición de material militar en la región.

A la reciente suscripción del acuerdo en Canberra entre Australia y la firma gala Naval Group para la construcción de 12 submarinos de última generación (Attack Class) a un costo de US$50 mil millones; la decisión de modificar los portahelicópteros japoneses de la clase Izumo para operar aparatos estadounidenses F-35; la incorporación del sistema de misiles antiaéreo ruso S-400 por parte del Ejército Popular de Liberación chino; el arribo de nuevos submarinos alemanes tipo 218SG por parte de Singapur a la base naval de Changi; y de la negociación de sumergibles coreanos tipo 209/1400 de la clase Chang Bogo para la marina de Indonesia -todos ejemplos de una creciente renovación de los sistemas de armas en la región-, es importante tener presente cómo se está incorporando tecnología cada vez más avanzada, en la que satélites y drones también captan la atención para su fabricación y exportación en la región.

Con todo, ya por estos días se perfila un tremendamente activo, multifacético y noticioso 2019, en una región que para Chile es estratégicamente relevante, en donde hemos tenido un protagonismo certero, con aún mucho más por aportar mediante un despliegue inteligente y comprensivo. No deja de ser un panorama motivante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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