Publicidad
Cambio Climático y Piñera: ¿oportunidad mediática o convicción? Opinión

Cambio Climático y Piñera: ¿oportunidad mediática o convicción?

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
Ver Más

En su intervención ante la Asamblea General, el Presidente Piñera se refirió a connotados casos de emergencias por contaminación que hemos sufrido, como los de Quintero y Puchuncaví. Mismas que junto a otras comunas han sido denominadas “zonas de sacrificio”, prometiendo «un renovado y exigente plan de descontaminación». Tales palabras son loables, pero cabe preguntarse si dicho plan podrá ponerse en marcha cuando aún no son claras las causas de las reiteradas emergencias que han afectado a esas localidades y las termoeléctricas siguen en funcionamiento, todo a pocas semanas de la realización de la cumbre.


El país ha sido testigo del gran despliegue que ha hecho el Gobierno en torno al tema del cambio climático.  Empezando por ofrecerse –en lugar de un Brasil que declinó– a ser sede de la COP25, el principal evento internacional en la materia, heredera de la COP21 celebrada años atrás en Francia.

Empecemos por señalar que el cambio climático es uno de esos problemas que los internacionalistas denominan problemas globales. Es decir, afecta a todos los países del mundo y ninguno es capaz de resolverlo por sí solo. Es por esencia un tema multilateral, vale decir, responsabilidad de todos los países del planeta.

Al mismo tiempo, dado el dramático avance del cambio climático, el tema medioambiental se torna una de las prioridades de la Humanidad. También somos testigos de la gigantesca movilización, especialmente juvenil, que empieza a desatarse en la mayoría de los países, teniendo a la joven Greta como su figura emblemática.

En este cuadro, el Gobierno chileno ha hecho un esfuerzo por situarse en primera fila de esta preocupación. Ello se valora y se reconoce. Abrir las ventanas al mundo y terminar con el provincianismo autorreferente es siempre positivo, porque es asumir la realidad.

Sin embargo, existen elementos que ponen en duda esta voluntad y requieren ser despejados. El primero de ellos fue la negativa del actual Gobierno a firmar el llamado Pacto de Escazú, una iniciativa latinoamericana destinada a incrementar la información entre los países firmantes, así como un conjunto de medidas destinadas a garantizar un medio ambiente sano y sostenible.

Esta negativa tenía un agravante porque, en una voltereta de 180 grados, la Cancillería –dirigida entonces por Roberto Ampuero– declinó firmar este pacto, pese a que había sido Chile junto con Costa Rica el par de países que lo patrocinaron durante años. Si la preocupación medioambiental es genuina –siempre se pueden corregir los errores–, Chile debería suscribir este pacto sin mayor dilación.

Asimismo, como en muchas otras materias, respecto al cambio climático siempre existe el negacionismo. Para algunos actores internacionales, todo esto sería una conspiración de ONGs, o de fuerzas internacionales difusas y de indefinibles intereses. Donald Trump y Jair Bolsonaro figuran entre los principales negacionistas, y sus recientes intervenciones en la actual Asamblea General de la ONU así lo demuestran. No se pide que Chile enfrente bilateralmente a ambos personajes, porque mas allá de las personas lo que corresponde son relaciones entre Estados. Pero sí se pueden enfrentar las interpretaciones como erradas, equivocadas y además desmentidas por todas las evidencias científicas. Nada de eso se escucha de parte de nuestras autoridades.

No es primera vez. Ante los destemplados ataques personales que Bolsonaro expresó en contra de la ex-Presidenta Bachelet, nuestro Presidente salió en su defensa y la de su familia, lo que se valora. Pero respecto a la reivindicación que se hizo del golpe de Estado, guardó silencio, no se escuchó ninguna defensa de los ofendidos ni menos de la destrucción de la democracia en nuestro país.

El cambio climático es parte de los problemas globales, como el terrorismo o la migración.  Todos ellos requieren una respuesta global si queremos ser eficientes. Y eso, en la comunidad organizada, se canaliza a través del multilateralismo. No podemos ser multilaterales en algunos problemas globales y ultranacionalistas en otros. Nuevamente aquí no hay mucha coherencia, no hace mucho Chile rechazó a última hora suscribir el acuerdo global migratorio que había apoyado desde un principio, si hasta teníamos asegurada una vicepresidencia de la Conferencia de Marruecos, donde se iba a sacralizar dicho acuerdo. Pocos instantes antes de ser inaugurada, nuestra delegación recibió la orden de retirarse. Si queremos combatir la amenaza climática, debemos fortalecer el multilateralismo.

En su intervención ante la Asamblea General, el Presidente Piñera se refirió a connotados casos de emergencias por contaminación que hemos sufrido, como los de Quintero y Puchuncaví. Mismas que junto a otras comunas han sido denominadas “zonas de sacrificio”, prometiendo «un renovado y exigente plan de descontaminación».

Tales palabras son loables, pero cabe preguntarse si dicho plan podrá ponerse en marcha cuando aún no son claras las causas de las reiteradas emergencias que han afectado a esas localidades y las termoeléctricas siguen en funcionamiento, todo a pocas semanas de la realización de la cumbre.

Para nadie es un misterio que la próxima COP, a realizarse en nuestro país en diciembre próximo, nos colocará en primera fila, también en vitrina. Los ojos del mundo estarán puestos en Chile y en especial en materia medioambiental.

América del Sur será escenario también de esa observación. Los incendios y la deforestación son parte de nuestro presente. No solo los de bosque tropical, porque acaban de quemarse más de 3 millones de hectáreas en Bolivia. Y en Chile no tenemos bosque tropical, pero no cantamos mal las rancheras en materias de incendios forestales. Qué decir de la huella que deja una economía que sigue usando carbón.

No todo es recurso natural, para muchos de los pueblos originarios la explotación de las forestales y de las empresas mineras destruyen su hábitat. En la serranía peruana la resistencia en Yanacocha y en Tía María así lo evidencian recientemente. Los mapuches de ambos lados de la cordillera reclaman sus derechos frente a las forestales. Sumemos los estragos de la minería ilegal en Brasil, Venezuela, Colombia y Perú. La COP25 será un probable y tentador escenario donde converjan todos estos reclamos. Agreguemos, en nuestro país, el impacto de una sequía que afecta a buena parte del Valle Central y del Norte Chico.

¿Tiene, nuestro Gobierno, dimensionados los niveles que puede alcanzar la COP paralela? Porque una cosa será la reunión formal, con delegaciones estatales, probablemente con un texto preaprobado por interminables reuniones previas de altos burócratas y, otra, la realidad comunicacional, donde aparte de los documentos que todos firman y luego muchos olvidan, siempre hay eventos que quedan en la retina. En ningún documento de cierta Cumbre Iberoamericana figuró el “por qué no te callas”, pero nadie lo olvidó.

En Santiago tendremos en diciembre a Greta, culminando una amplia movilización previa que irá en ascenso. Probablemente a la mayoría de las organizaciones medioambientales del planeta se sumen delegaciones de los pueblos originarios, de la Internacional Verde, del mundo de las ONGs, similares y conexos.

Si alguien pensó que la COP iba a ser solo una buena oportunidad para sacarse fotos con personalidades mundiales, pasarelas verdes y demases, probablemente se quedará corto. Ahora, si es la imagen lo que importa, entonces tendremos que la cumbre es más una oportunidad mediática que una convicción.

En la reciente comparecencia en ONU se destaca lo obvio: que el presidente Macron ha confirmado su presencia, pero eso es abusar del desconocimiento de las normas diplomáticas. Decir que Macron viene a la COP25 es como decir que el papá de la novia estará presente en el matrimonio. Durante la COP21, realizada en Francia, se llevaron a cabo los famosos acuerdos de París, que se discutirán en esta.

El cambio climático es uno de los desafíos más urgentes y dramáticos de todo el planeta, Chile incluido, por ello, y especialmente por las nuevas generaciones, necesitamos que su contenido esté empapado de profundas convicciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias